La contaminación del agua, aire y suelo con metales pesados y metaloides generados, principalmente, por la actividad minera, petrolera e industrial, pone en riesgo la salud de más de 10 millones de habitantes del Perú, según estimaciones de las autoridades. Por ello, es importante que las personas expuestas a estas sustancias tóxicas sepan qué hacer para el diagnóstico y tratamiento de esta problemática.
El derrame de petróleo en el mar de Ventanilla, en el Callao, o el derrame de zinc en el río Chillón, en Canta, ocurridos este año, son algunos ejemplos de las numerosas situaciones imprevistas que han expuesto a la población a una intoxicación aguda por metales pesados y que han generado una actuación inmediata de las autoridades.
Hay otras actividades que se realizan desde hace varios años y generan sustancias contaminantes, poniendo en riesgo la salud de la población del entorno con intoxicaciones crónicas, como la actividad minera en las provincias de Espinar (Cusco), La Oroya (Junín) y Cerro de Pasco (Pasco), la emisión de gases de las fábricas de baterías y otros artículos en la provincia del Callao y la contaminación con arsénico de la cuenca del río Coata, en Puno.
La falta de atención de las autoridades a la problemática de las personas afectadas por metales pesados y metaloides, sobre todo a los niños, ha generado reclamos y protestas entre la población de diversas regiones y, en algunos casos, ha derivado en conflictos sociales y procesos judiciales. Sin embargo, la mayoría de estas comunidades aún sigue esperando un diagnóstico y tratamiento por la exposición a estas sustancias tóxicas.
Para elaborar esta guía, Convoca a tu servicio revisó la normatividad sobre exposición e intoxicación por metales pesados y metaloides y entrevistó a un médico experto en toxicólogía ambiental y salud pública, un dirigente de la población afectada por estas sustancias y a una bióloga especialista en salud ambiental y humana, quienes brindan recomendaciones sobre qué hacer y a dónde acudir para enfrentar esta problemática que pone en riesgo la salud de más del 30% de la población peruana.
Los metales pesados y metaloides son grupos de elementos químicos tóxicos para la salud de los seres humanos, como el plomo, mercurio, arsénico y cadmio, que se encuentran en el aire, suelo y agua.
De acuerdo con estimaciones del Ministerio de Salud, hasta el año 2020, más de 10 millones de personas en el Perú estaban expuestas a metales pesados y metaloides, lo que equivale al 31.15 % de la población. Más del 80% de esa población en riesgo está conformada por niños y niñas de entre 0 y 11 años.
La población expuesta a metales pesados y metaloides es la que trabaja o vive en el entorno o cerca a fuentes de contaminación de origen antropogénica (Actividades humanas) o natural (Fenómenos naturales).
Las autoridades de salud advierten sobre cuatro factores de riesgo por contaminación con metales pesados y metaloides: en el hogar, en las poblaciones, en el ambiente y en el trabajo.
El CDC Perú, del Ministerio de Salud, define los casos de personas expuestas a metales pesados y metaloides de la siguiente forma:
- Caso sospechoso (expuesto): Es toda persona con antecedente de exposición a fuente confirmada, sin manifestaciones clínicas de intoxicación aguda o crónica, por metales pesados y metaloides.
- Caso probable: Caso sospechoso (expuesto) y que presenta manifestaciones clínicas de intoxicación aguda o crónica por metales pesados y metaloides diagnosticada por un médico, que no puedan ser explicados por otra patología.
- Caso confirmado (Intoxicado): Es el caso probable con confirmación de laboratorio.
- Caso descartado: Es aquel caso que, luego de la investigación epidemiológica y evaluación médica, no cumple los criterios de caso confirmado o probable.
El CDC Perú considera una situación de alerta en, al menos, uno de los siguientes casos:
- Población con intoxicación aguda por metales pesados y metaloides
- Accidentes o situación de contingencia por exposición a metales pesados y metaloides, como fugas, derrames, desastres tecnológicos y otros, en los que resulten expuestos: pobladores y trabajadores.
Para contribuir a la prevención y control de la exposición e intoxicación por metales pesados y metaloides en la población del Perú, todos los establecimientos de salud, públicos y privados, deben realizar una vigilancia epidemiológica de esta problemática y notificar mensualmente los resultados a las autoridades del sector, de acuerdo con la Resolución Ministerial Nº 006- 2015/MINSA.
Sin embargo, lo que dispone esta y otras normas no se cumple a cabalidad, ni siquiera en las zonas donde es visible la afectación a los pobladores por metales pesados y metaloides, como Espinar, Cerro de Pasco, La Oroya, Puno y Loreto. A pesar de que en los últimos diez años, el gobierno ha destinado un presupuesto para el diagnóstico y tratamiento de las personas afectadas por metales pesados, este no ha llegado a la población que lo requiere.
"Ni los hospitales ni los centros de salud cumplen los protocolos para la vigilancia de las personas expuestas a esta contaminación", advierte Felix Suasaca, secretario general de la Plataforma Nacional de Afectados por Metales Pesados, Metaloides y otras sustancias químicas y poblador de la cuenca del Coata, en Puno, afectada por la contaminación del agua con arsénico y otros elementos químicos.
Es importante que los vecinos, pobladores, comuneros o grupos de personas que viven en una zona contaminada o sospechan que son afectados por sustancias tóxicas se organicen para hacer respetar sus derechos a la salud y a vivir en un lugar saludable, recomienda Félix Suasaca, dirigente de la Plataforma Nacional de Afectados por Metales Pesados, Metaloides y otras Sustancias Químicas.
Cuando los pobladores están organizados, pueden comunicarse con la Plataforma Nacional de Afectados por Metales Pesados, Metaloides y otras Sustancias Químicas, que tiene secretarías descentralizadas en cada una de las regiones a nivel nacional. "Pueden coordinar con los dirigentes para que canalicen los pedidos de tamizaje ante las autoridades correspondientes", explica Suasaca.
"Lo primero deben hacer las personas es organizarse a nivel de las comunidades que viven en el entorno de la actividad que contamina. En el caso de la minería, incluso los que viven a 25 kilómetros, pues estudios de impacto ambiental evidencian que el impacto puede llegar hasta esta distancia, por los vientos", explica Karem Luque, bióloga especialista en salud ambiental y humana de la ONG Derechos Humanos Sin Fronteras, que asesora a la población de la provincia de Espinar, en Cusco.
Los dirigentes de las comunidades, organizaciones de vecinos y otras agrupaciones de las zonas expuestas a la contaminación de metales pesados pueden solicitar, a través de la presentación de un documento, a las direcciones o gerencias regionales de salud o al Ministerio de Salud que les realicen pruebas de sangre y orina para determinar si tienen o no estas sustancias tóxicas y cuáles son, sugiere el dirigente Félix Suasaca.
"En el Perú solo se realizan dos tipos de dosajes que miden la exposición reciente a metales pesados: análisis de sangre y de orina. Eso ayuda a determinar, en un periodo de 10 a 15 días, la exposición que han tenido las personas. Esa es una evaluación que podría hacerse siempre y cuando la personas hayan estado en ese periodo de tiempo permanentemente en su comunidad", explica la bióloga Karem Luque.
El Centro Nacional de Salud Ocupacional y Protección del Ambiente para la Salud (Censopas), del Instituto Nacional de Salud, es la entidad del Estado que realiza los dosajes de metales tóxicosna nivel nacional. También hay laboratorios privados, pero el costo es alto. "La poblaciones tienen que llegar al Censopas, a través de sus autoridades, declarando que están en riesgo de exposición a sustancias tóxicas y necesitan que les tomen muestras", agrega Luque.
No. No necesariamente se necesita analizar al 100% de la población expuesta a los metales pesados y metaloides para saber que determinada zona está afectada por estas sustancias.
"Si tienes una msima fuente de agua que abastece a varias familias, basta con un miembro de cada familia o a una persona de cada grupo de familias, para que se haga el dosaje y saber la situaicón de la familia. No porque yo no tengo resultados de laboratorio, no estoy intoxicado si estoy tomando la misma agua que mi vecino que tiene resultados bastante altos", aclara la bióloga Karem Luque.
Hay tres entidades que realizan el monitoreo del agua, de acuerdo con la procedencia de este recurso, explica la bióloga Karem Luque:
-Monitoreo de la calidad del agua para consumo humano: Está a cargo de la Dirección General de Salud Ambienta (Digesa), del Ministerio de Salud o de las gerencias o direcciones regionales de salud.
-Monitoreo de aguas superficiales: Lo realiza la Autoridad Nacional del Agua (ANA). También lo puede hacer la misma empresa minera o la municipalidad del lugar. Identifica la calidad del agua en ríos, quebradas, pequeños manantes, entre otros.
-Monitoreo de agua, aire y suelo: El Organismo de evaluación y Fiscalización Ambiental (Oefa), del Ministerio del Ambiente, realiza este monitoreo con fines de fiscalización, para sancionar o disponer medidas que buscan corregir algunos impactos negativos en el ecosistema.
"Los dirigentes de las comunidades y organizaciones vecinales pueden presentar un escrito a la ANA solicitando que realice estas pruebas", recomienda el dirigente Félix Suasaca.
“Es importante tomar en cuenta el monitoreo de aguas superficiales porque no todas las comunidades tienen abastecimiento con tuberías, sino que se abastecen con pozos, manantes o puquios", advierte la bióloga Karem Luque.
"Al no ser diagnosticados y recibir atención médica, la afectación por metales pesados va socavando el desarrollo de un proyecto de vida futura exitosa porque, desde la concepción en el vientre materno, estos metales tienen efectos nocivos en el ser humano y cuando nacen, los más afectados son los niños de 0 a 36 meses y hasta los adolescentes, los adultos y las madres gestantes", advierte el toxicólogo Fernando Osores.
El 80% de los más de 10 millones de personas expuestas a la contaminación por metales y metaloides son niños y niñas de entre 0 y 11 años, según las estimaciones del Ministerio de Salud.
“Hay que sacar a los menores de 18 años de las zonas expuestas a la contaminación. Con eso no quiero decir que nos vamos a retirar de la tierra que nos vio nacer, pero a los niños hay que protegerlos”, recomienda Felix Suasaca, dirigente de la Plataforma Nacional de Afectados por Metales Pesados, Metaloides y otras sustancias químicas.