Por Convoca | 21 de febrero de 2021
Para menguar el hambre durante los meses de la estricta cuarentena de 2020 por la pandemia del COVID-19, la familia del reciclador Rogger Canales, preparaba caldos que debían consumir todo el día. La carne era un insumo de 'lujo', que pocas veces podían adquirir y cocinar en su hogar.
A mediados de marzo de 2020, Rogger dejó de trabajar de improviso, tras decretarse el aislamiento social obligatorio como una medida contra la expansión del cononavirus. Solo su esposa fue beneficiaria del bono de S/ 380 que dio el gobierno para hogares en condición de pobreza, pero este dinero no alcanzó para alimentar a la familia durante los meses que duró la cuarentena. Tuvieron que vender sus pertenencias para conseguir ingresos económicos durante el periodo de crisis sanitaria.
Rogger Canales, quien es representante de la Federación Nacional de Recicladores del Perú, aseguró que este sector fue uno de los más golpeados durante la emergencia sanitaria. Dejaron de percibir sus ingresos diarios y cuando el Ministerio del Ambiente aprobó los protocolos para el reinicio del servicio de reciclaje, los requerimientos eran tan elevados para retomar su actividad, que tuvieron que esperar semanas para juntar los recursos necesarios.
Al igual que el dirigente de los recicladores, muchos trabajadores independientes llegaron a vender lo que tenían en sus casas para sobrevivir durante la cuarentena.
De acuerdo con un estudio realizado por la organización Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando (WIEGO, por sus siglas en inglés), un 44% de los recicladores de Lima llegaron a este práctica para generar ingresos y un 24% de ambulantes también vendió sus pertenencias.
Para este estudio, realizado en la ciudad de Lima durante el 2020, la organización entrevistó a 216 trabajadores ambulantes, recicladores, canillitas y trabajadoras del hogar.
Uno de los resultados que demuestran el gran impacto que se generó en este sector, está referido a la falta de acceso a la alimentación cotidiana. El 63% de las personas consultadas aseguraron haber padecido hambre durante la cuarentena. De los hogares con niñas y niños menores de 15 años, el 61% reportó que éstos fueron afectados por el hambre.
Los bonos del gobierno destinados para atender a esta población vulnerable solo llegaron al 50% de los independientes y el 21% de ellos recibió canastas de víveres de parte de municipios.
Estas ayudas no fueron suficientes para garantizar la subsistencia de los trabajadores, por lo que el 73% tuvo que echar mano a sus ahorros y el 56% pidió ayuda financiera a sus familiares, amigos y vecinos.
Pérdida de empleo y menos ganancias
En el caso de las trabajadoras del hogar, cerca del 70% de las entrevistadas perdió su empleo durante la cuarentena, la mayoría de ellas no recibió beneficio de indemnización tras ser despedidas. Otro grupo menor tuvo que acceder al pedido de sus empleadores y no retornar a sus domicilios durante el estado de emergencia nacional.
En el caso de los comerciantes de la vía pública, el 54% de mujeres y 41% de hombres salió a trabajar durante los meses de junio y julio, pese a ser el tiempo pico de los contagios. Al riesgo sanitario, se sumaron las acciones de desalojo que tuvieron ciertas municipalidades con este grupo vulnerable, explicó Ninon Castillo, de la Red Nacional de Trabajadores y Trabajadoras Autoempleados.
Durante la presentación de este estudio, Katia Samanamud, titular de la Dirección General de Promoción del Empleo del Ministerio de Trabajo, señaló que se espera que esta nueva cuarentena, por la segunda ola de la pandemia, afecte en menor medida a este sector, ya que el cierre de actividades no es tan estricto como durante el año pasado.
(Puedes acceder al estudio completo en este enlace)