Al sur de Lima, en la provincia de Cañete, opera una gigantesca planta que licua el gas natural del Perú y lo exporta a países de Asia y Europa. Esta instalación, la única en Sudamérica dedicada a la licuefacción y exportación de este hidrocarburo, está ubicada en la denominada Pampa Melchorita, un predio de más de 521 hectáreas, más grande que el aeropuerto de Lima, y que es gestionada por una subsidiaria de la empresa estadounidense Hunt Oil.
Pero esta planta de la empresa conjunta Perú LNG, en la que Hunt Oil es accionista con 35% de participación, no sólo ha convertido al Perú en un país exportador de gas natural sino también registra episodios de quema de gas desde el 2012 sin ningún permiso de las autoridades peruanas.
Un análisis a partir de imágenes satelitales del sistema Global Gas Flaring Observed from Space (GGFOS) del Banco Mundial, y analizadas por la Escuela de Minas de Colorado, revela que la quema de gas se duplicó: de 4.0 millones de metros cúbicos en 2023 pasó a 10.3 millones de metros cúbicos en 2024.
Entre 2012 y 2020, la quema anual de gas nunca superó los 5.0 millones de metros cúbicos, lo que convierte en un evento atípico y alarmante lo registrado en los últimos años.
Este masivo incremento inusual en el desperdicio de gas revela sugiere una posible ineficiencia operativa. Mientras la quema de gas se disparó más de un 150% entre 2023 y 2024, los volúmenes de exportación se mantuvieron relativamente estables, pasando de 5.4 a 4.7 mil millones de metros cúbicos. En su pico de exportación de 2012-2013 (5.7 BCM), los niveles de quema eran más de cuatro veces menores que los actuales.
A pesar que los documentos de Evaluación de Impacto Ambiental de este proyecto indicaron que evitarían la quema innecesaria de gas y el venteo, esto no se ha cumplido.
La Dirección General de Hidrocarburos (DGH) del Ministerio de Energía y Minas (Minem) confirmó a Convoca que no se otorgó permisos a Perú LNG para la quema de gas. “De la revisión efectuada a la información disponible en la DGH, se verifica que no se han otorgado aprobaciones a la empresa PERÚ LNG para la quema de gas natural desde el año 2013 hasta el año 2025”, respondió el Minem a través de la Oficina de Imagen Institucional y Comunicaciones:
En el caso de Hunt Oil Company, empresa que opera la planta de licuefacción de Pampa Melchorita, técnicos del Minem informaron que tampoco existen registros de solicitudes de quema, y que, dada su condición de operador y no de titular, lo más probable es que nunca haya tramitado permisos ante el ministerio.
Pese a que la ley exige autorización previa del Minem para la quema de gas, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) no ha detectado ni sancionado estas prácticas, según la propia entidad reguladora.
OEFA respondió a Convoca que no realizó monitoreos directos de emisiones que permitieran advertir esta mala práctica y señaló que “durante el periodo 2012–2025, el OEFA ha realizado acciones de supervisión y verificación ambiental relacionadas con la quema y el venteo de gas, pero estas no han incluido monitoreos ambientales directos de emisiones por dichas actividades limitándose a la revisión de información reportada y obligaciones ambientales aplicables”
Diversos expertos confirman la gravedad de estos hallazgos. Justin Mikulka, portavoz de la organización de monitoreo Oilfield Witness, advierte que "el aumento de los volúmenes de quema de este terminal es alarmante y apunta a problemas operativos y a una posible falta de mantenimiento adecuado". Esta situación sugiere que la eficiencia y la seguridad ambiental de la planta podrían estar comprometidas.
César Gamboa, especialista en derecho ambiental de Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR), explicó que la quema de gas genera emisiones de dióxido de carbono (CO₂) y también liberaciones residuales de metano, el principal componente del gas natural y un gas de efecto invernadero significativamente más potente que el CO₂ en el corto plazo.
Estudios científicos han demostrado que la quema de gas libera también otros contaminantes tóxicos producto de la combustión incompleta, como compuestos orgánicos volátiles, óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre, hidrocarburos aromáticos policíclicos y partículas finas de hollín, los cuales están directamente asociados a enfermedades respiratorias, cardiovasculares y a riesgos para el desarrollo fetal.
El especialista subrayó que la exposición crónica a estos contaminantes, en contextos donde no existe monitoreo ambiental directo ni información pública sobre la calidad del aire, impide dimensionar el verdadero impacto en las comunidades cercanas a la planta
Las zonas pobladas más cercanas a la planta de gas, al norte, Pampa Clarita y centros poblados del distrito de San Vicente de Cañete (Pampa Castilla, Pedro de Cruz, Cochahuasi-Playa Hermosa), y al sur centros poblados del distrito de Nuevo Imperial en Chincha.
Gamboa planteó la hipótesis de que la empresa podría estar quemando gas porque es más barato que reinyectarlo al subsuelo, lo que implicaría un ahorro de costos operativos y tecnológicos, más que una necesidad técnica o de emergencia.
Convoca buscó, de manera reiterada, la respuesta directa de Perú LNG sobre el incremento de la quema de gas y las prácticas de venteo. Nos comunicamos por teléfono con el gerente general de la empresa, Jaime Risco, pero él indicó que todas nuestras preguntas debían dirigirse a Valia Barak, directora de Comunicaciones de Hunt Services Company S.A.C. que se encarga de brindar apoyo administrativo y servicios de gestión para las operaciones de Perú LNG y Hunt Oil en el país
El 10 de diciembre de 2025, nuestro equipo periodístico envió a Barak un conjunto de preguntas sobre las prácticas de quema de gas en la planta de Pampa Melchorita entre 2012 y 2025. Las consultas incluían los volúmenes anuales de gas quemado y la existencia de un episodio de venteo, en particular en 2023. También preguntamos por los reportes técnicos que acrediten el cumplimiento de la norma ambiental y si la empresa contaba con autorizaciones del Minem y Osinergmin, tal como exige la ley.
Al día siguiente, Valia Barak respondió por correo electrónico que “la empresa no tiene mayores comentarios que hacer”. No respondió ninguna de las preguntas formuladas ni remitió información técnica o documental adicional.
Días antes, Point Source, organización de periodismo de Reino Unido, se contactó en dos ocasiones con Hunt Oil Company, en Estados Unidos, para solicitar explicaciones sobre las prácticas de quema y el episodio de liberación de metano detectado por satélite en julio de 2023. En ambas oportunidades, la empresa respondió de forma idéntica a Perú LNG: que no haría comentarios. En su respuesta escrita, Hunt Oil señaló que esa era su política respecto a sus operaciones a nivel mundial.

Un episodio de venteo de metano
La planta de Perú LNG ha liberado metano directamente a la atmósfera sin quemarse, lo que se conoce como "ventilación" en el sector del petróleo y gas, según datos registrados por GHGSat, una empresa canadiense que proporciona monitorización de emisiones de gases de efecto invernadero mediante satélites y aeronaves de alta resolución.
La ventilación es más dañina para el medio ambiente que quemar el gas con las chimeneas de bengala y es más difícil de rastrear.
Un gran incidente de ventilación fue documentado en el lugar el 27 de julio de 2023, cuando se liberó metano a una tasa de 882 kg/h, según los datos analizados por GHGSat.
Las leyes que regulan el sector petrolero y gasífero de Perú señalan que la ventilación de gas no está permitida salvo que sea una situación "inevitable", como una emergencia.
Si se produce una ventilación, las empresas deben informar en un plazo de 24 horas a la Dirección General de Hidrocarburos, así como al Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (Osinergmin).
Sin embargo, Osinergmin confirmó a Convoca.pe que no recibió ningún reporte sobre este caso ni dio ningún permiso. "Respecto a la mención de un evento de ventilación realizado en julio de 2023, aunque Osinergmin tiene la autoridad para autorizar la ventilación (Decreto Supremo nº 040-99-EM), una revisión de los registros de las fechas indicadas no reveló ninguna solicitud ni autorización relacionada con ese periodo".
Ni supervisión ni sanción
Las respuestas oficiales revelan un vacío crítico de control estatal: durante años se registraron emisiones significativas de gases de efecto invernadero sin permisos sectoriales, sin reportes obligatorios y sin monitoreo ambiental directo, en una de las infraestructuras energéticas más importantes del país. Mientras el Minem afirma que nunca autorizó la quema, Osinergmin sostiene que no recibió solicitudes de venteo y OEFA admite que no midió directamente las emisiones, la quema y liberación de gas continuó sin una fiscalización efectiva.
El drástico aumento de emisiones por quema de la planta de Perú LNG ocurre sin que ninguna entidad del Estado peruano mida el volumen, la composición o el impacto de estas emisiones pese a los efectos contaminantes que advierten los expertos y revela la información analizada.
Al mismo tiempo, OEFA confirma que no existen límites máximos permisibles para el volumen de gas que puede ser quemado, lo que impide en la práctica sancionar a la empresa por el simple hecho de quemar cantidades masivas de gas.
César Gamboa señaló que la falta de monitoreo directo de las emisiones por parte de las autoridades dificulta conocer el verdadero impacto ambiental y de salud, ya que las empresas no siempre reportan datos completos o veraces. El especialista recomendó que, para tener una evaluación precisa, sería necesario realizar estudios situacionales periódicos que midan la calidad del aire y el estado de salud de las comunidades cercanas, ya que la exposición prolongada a estos contaminantes puede tener consecuencias graves y acumulativas en la población.
Contradicciones del Estudio de Impacto Ambiental
El Estudio de Impacto Ambiental (EIA) de Perú LNG, aprobado en 2003 , estableció compromisos explícitos para evitar la quema y el venteo de gas como prácticas rutinarias. El documento señaló que el sistema de compresión de vapor de gas de la planta tendría capacidad suficiente para evitar el venteo y la quema innecesaria de gas, y que, cuando no hubiera operaciones de carguío, las tuberías se mantendrían frías mediante la recirculación de aproximadamente el 30 % del residual de GNL, con el fin de reducir emisiones.
Estos compromisos no se cumplieron. Los datos satelitales analizados muestran que la quema de gas en la planta de Pampa Melchorita no fue excepcional ni limitada a emergencias, sino una práctica sostenida durante años, con volúmenes crecientes, incluso en periodos sin incrementos equivalentes en la exportación de gas. Además, la detección de un episodio de venteo directo de metano en julio de 2023 evidencia que los sistemas diseñados para evitar la liberación de gas no operaron conforme a lo comprometido en el EIA, el documento base que permitió que el Estado peruano autorizara la construcción y operación de la terminal de gas.
Especialistas internacionales han reaccionado con alarma. Eszter Matyas, activista de Greenpeace, subraya la gravedad de que una práctica de "emergencia" se haya convertido en "práctica habitual", lo que "causa un grave daño al clima y a las comunidades cercanas". Por su parte, Justine Gonda, de la organización Reclaim Finance, señala que este patrón resalta las "brechas en la rendición de cuentas y la aplicación de la ley" que permiten a las empresas incumplir sus compromisos una vez que obtienen los permisos.
Perú LNG registra otras violaciones a las normas. El Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) ha documentado un total de 17 infracciones ambientales cometidas por la empresa, tanto en su planta de licuefacción como a lo largo de su gasoducto de 408 kilómetros, entre las que se incluyen:
Incumplimiento de planes de remediación ambiental.
Fallos sistemáticos en el monitoreo ambiental.
Superación de los límites máximos permisibles de contaminación del agua.
Manejo inadecuado de residuos sólidos y peligrosos.
Falta de entrega de información requerida por la autoridad fiscalizadora.
El gas natural no es un negocio “más limpio”
A nivel global, el gas natural ha sido promovido como un "combustible de transición", una alternativa supuestamente más limpia que el carbón y el petróleo. Sin embargo, una creciente ola de evidencia científica y testimonios de comunidades afectadas lo posicionan como una "falsa solución" que perpetúa la dependencia de los combustibles fósiles, retrasa la transición hacia energías verdaderamente renovables y genera graves daños socioambientales en los territorios donde se extrae y procesa.
Expertos de la sociedad civil peruana coinciden en que los impactos negativos del modelo de extracción de gas superan con creces los supuestos beneficios. Micaela Guillén, coordinadora nacional del Movimiento Ciudadano frente al Cambio Climático (MOCICC), critica que el gas se exporte en lugar de garantizar la seguridad energética del Perú, lo que podría generar mayores costos a futuro.
Vanessa Cueto, presidenta de Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR), señala que los beneficios económicos del negocio del gas no llegan a la población, como lo demuestran las persistentes carencias en salud en las comunidades del Urubamba, desde donde se explota este recurso energético.
Ruth Matos, de la Central Autónoma de Trabajadores de Perú, desmantela la narrativa laboral, afirmando que la extracción de gas "no es un empleo verde" y que "para nada ha implicado la distribución de la riqueza de manera equitativa". Matos subraya los daños directos: el gas "forma parte de los gases de efecto invernadero", su explotación destruye ecosistemas, contamina ríos como en Loreto y degrada la calidad del aire, afectando directamente la salud de las personas.
Esta perspectiva local es respaldada por contundentes investigaciones internacionales. Un estudio de 2024 del profesor Robert Howarth de la Universidad de Cornell concluyó que el gas natural podría ser un 33% peor para el clima que el carbón en un horizonte de 20 años, debido a las masivas fugas de metano en su ciclo de vida. Asimismo, un informe del Bullard Center for Environmental and Climate Justice advierte que las terminales de exportación de GNL liberan contaminantes conocidos por causar enfermedades respiratorias, cáncer y defectos de nacimiento tras una exposición prolongada.
Eszter Matyas, de Greenpeace, advierte: "La situación en Perú LNG es un claro recordatorio de que las promesas de un 'gas limpio' son una ilusión peligrosa, y que solo un rápido abandono de los combustibles fósiles puede proteger a las personas y al planeta".
Metodología: ¿Cómo se detectó la quema de gas?
La quema de gas de la planta de Perú LNG en Pampa Melchorita fue detectada a partir del sistema Global Gas Flaring Observed from Space (GGFOS), una herramienta del Banco Mundial que mide y monitorea la quema de gas a nivel mundial mediante imágenes satelitales.
Los datos de GGFOS fueron obtenidos por Point Source, organización de periodismo de Reino Unido, y analizados con la Escuela de Minas de Colorado, lo que permitió estimar los volúmenes de gas quemado.
GGFOS utiliza datos del satélite VIIRS (Visible Infrared Imaging Radiometer Suite), que observa la superficie terrestre durante la noche. En ausencia de luz solar, las fuentes de radiación térmica detectadas corresponden casi exclusivamente a procesos de combustión, como las antorchas de gas.
El sistema se apoya en un canal infrarrojo clave de 1.61 micras (SWIR), especialmente sensible al calor emitido por las antorchas, lo que permite detectar incluso flares de menor tamaño que otros sensores no registran.
La metodología no se basa en una sola imagen, sino en el análisis de series temporales de imágenes nocturnas, lo que permite identificar puntos de combustión persistentes en un mismo lugar durante semanas o meses. Esto diferencia la quema de gas, estable y repetitiva, de incendios forestales u otras fuentes temporales de calor.
*La edición de esta investigación periodística estuvo a cargo de Milagros Salazar, periodista y editora de Convoca.pe con 20 años de experiencia en la cobertura de temas ambientales en las industrias extractivas.