En el IV Encuentro Latinoamericano de Periodismo para Investigar la Corrupción y las Redes Criminales (ELPIC), periodistas nacionales e internacionales compartieron sus experiencias sobre los peligros y ataques a los que se enfrentan al investigar la corrupción, destacando amenazas físicas, legales y mediáticas.
 

Medidas legales, denuncias judiciales, acoso en redes sociales, hasta agresión verbal y física, son algunas de las situaciones que enfrentan los periodistas de investigación por el desarrollo de su actividad y la publicación de información que incomoda a grupos políticos y económicos, en especial cuando están vinculados a casos de corrupción. 

Estos son los puntos en los que coincidieron los periodistas que participaron en la mesa “Mecanismos de difamación y ataque a los periodistas que investigan la corrupción” en el IV Encuentro Latinoamericano de Periodismo para Investigar la Corrupción y las Redes Criminales (ELPIC)

Daniel Yovera, periodista de Epicentro TV, explicó que el avance de fuerzas ultraconservadoras en la región ha intensificado la criminalización del periodismo de investigación, en especial en países como Perú, Guatemala, Ecuador y Brasil. Según Yovera, las estrategias de ataque incluyen querellas por "delitos contra el honor" y acusaciones de vinculación con organizaciones criminales, diseñadas para deslegitimar a los periodistas y frenar sus investigaciones.

En este contexto, periodistas como Rosario Romaní, de Infopaís de Ayacucho, y Romina Mella, de IDL-Reporteros, compartieron sus experiencias de acoso físico, digital y judicial. Romaní relató cómo, en Ayacucho, los reporteros que investigan casos de corrupción, como el del actual gobernador regional, Wilfredo Oscorima son perseguidos. 

Para mostrar esto, expuso un audio de Oscorima del 2011, donde se dice: “Tenemos entre nosotros mismos ayacuchanos sin corazón, sin alma, que se sientan frente al micrófono en la radio y tratan de mantener a los pobres en su lugar en el que se encuentran. Fui tratado de loco, de mentiroso, de demagogo. Así me trataron, no solo mis oponentes políticos, sino la prensa amarilla, asesina de sueños, prensa asesina de esperanzas, porque quieren matar las esperanzas y sueños de los pobres que queremos desarrollarnos y que queremos progresar. Esa prensa asesina” (aplausos).

Romina Mella, editora general de IDL Reporteros destacó los ataques específicos contra el equipo de este medio, revelando que han sido víctimas de acoso en redes sociales, incluso con la publicación del domicilio y amenazas de muerte a su director Gustavo Gorriti. “Las organizaciones criminales, grupos políticos y empresarios pretenden convertir a los periodistas de investigación en investigados y a aquellos que han sido objeto de investigación en perseguidos políticos”, señaló.

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En el caso de Guatemala, Luis Asardo, periodista de investigación de datos, habló de la evolución de las tácticas de acoso a los periodistas, que han pasado de ser digitales a convertirse en amenazas legales, físicas y financieras, apoyadas por firmas de abogados y grupos organizados. El creciente uso de estas tácticas ha sido acompañado por un debilitamiento de las instituciones democráticas, lo que ha dificultado la protección de la prensa independiente.

También uno de los temas planteados en el encuentro fue la violencia y los ataques hacia las mujeres periodistas. Mella mencionó cómo estas agresiones tienen un componente sexista, que no solo ataca el trabajo informativo, sino también el físico y la integridad personal de las reporteras. Los ataques a periodistas mujeres incluyen desde mensajes violentos en redes sociales hasta acoso callejero, con la complicidad de grupos organizados y la falta de respuesta por parte de las autoridades.

Por último, los panelistas coincidieron en la importancia de la solidaridad entre los periodistas para enfrentar estos ataques, así como en la necesidad de crear mecanismos de autoprotección. Las periodistas instaron a sus colegas a fortalecer la seguridad digital, proteger sus fuentes y prepararse para situaciones de riesgo físico, recordando que la cobertura de temas de corrupción y crimen organizado sigue siendo una de las tareas más peligrosas para los reporteros en la actualidad.