Por Ghiovani Hinojosa
30 de marzo de 2023
Cuando una mujer compra un labial Natura puede pensar que este producto es inofensivo para el ambiente. Leyendo la web de la multinacional brasileña de cosméticos puede enterarse de que para fabricar su labial la empresa tuvo que emitir dióxido de carbono, el principal gas causante del calentamiento global, en distintas etapas de la manufactura, pero lo compensó apoyando iniciativas de conservación del bosque. La marca financia proyectos ambientales como un “pago” por los gases que genera.
Una de las iniciativas apoyadas por Natura es el Proyecto REDD en Concesiones de Castañas de Brasil en Madre de Dios, en el sureste del Perú. En teoría, los castañeros actúan como guardianes de unas 530 mil hectáreas de bosque tropical. Deben proteger sus áreas de la minería, la tala ilegal y otras formas de depredación. Se trata de un proyecto conocido como de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (REDD), es decir, una iniciativa que busca evitar que se traigan abajo árboles. Cuidando los pulmones del planeta, dicen los científicos, se puede retardar el cambio climático.
Para financiar el cuidado del bosque, los promotores de los proyectos REDD ponen a la venta bonos de carbono para que cualquier interesado los compre. Cada bono corresponde a una tonelada de dióxido de carbono. Por ejemplo, si una empresa como parte de sus operaciones emite 100 toneladas de dióxido de carbono, debe adquirir 100 bonos de carbono para expiar sus culpas. Este sistema nació con el Protocolo de Kioto de 1997.
La empresa de cosméticos Natura compró 42 mil 32 bonos de carbono del proyecto castañero en Madre de Dios, según la Base de Datos Internacional de Proyectos y Programas REDD+, administrada por la ONG CIFOR. La transacción fue a favor de la empresa promotora de la iniciativa, la peruana Bosques Amazónicos. Otras que han apoyado financieramente este proyecto son la aseguradora SURA Perú, la compañía de energía colombiana Terpel y la marca de cosméticos y nutrición Arbonne. Todas pueden decir orgullosas que cuidan la Amazonía.
Pero la iniciativa castañera en Madre de Dios ha tenido problemas para reducir la deforestación en el área donde opera, según dos publicaciones científicas recientes. La primera, llevada a cabo por cuatro investigadores de Perú, España e Indonesia, y publicada en junio del 2022 en la revista académica Frontiers in Forests and Global Change, concluyó que el proyecto “no ha sido efectivo para reducir significativamente la deforestación y la degradación forestal”. Y la segunda, realizada por el investigador Simon Counsell para la ONG Foodwatch, y difundida en noviembre del 2021, aseguró que la iniciativa había exagerado cifras para magnificar su impacto.
¿Por qué se usaría una tasa más alta? “Porque esto aseguraría que el proyecto generara una cantidad inflada de ‘reducciones de emisiones’ y, por lo tanto, créditos [bonos] de carbono”, dice Counsell, a través de un correo electrónico, a Convoca.pe.
Además, miembros de la Federación de Productores de Castaña de Madre de Dios (Feprocamd), los supuestos guardianes del bosque, contaron a Convoca.pe que entre el 2012, cuando se implementó el proyecto, y el 2020 no recibieron ningún incentivo económico de la promotora de la iniciativa. ¿El resultado? Grandes extensiones de flora y fauna abandonadas y, por tanto, el desarrollo de la minería, la tala ilegal y la agricultura dentro del área del proyecto.
El origen
El 2009 la empresa Bosques Amazónicos firmó un convenio con la Federación de Productores de Castaña de Madre de Dios (Feprocamd), por el cual acordaron que los castañeros cuidarían el bosque a cambio de algunos incentivos. Recibirían el 30% de los ingresos de los bonos de carbono que se venderían a compañías de todo el mundo, les construirían una planta procesadora de castañas para que pudieran exportar sus productos, y tendrían acceso a asistencia legal y técnica. Todo esto hasta el año 2040.
Inicialmente, involucraron a 377 castañeros que tenían concesiones otorgadas por el Estado peruano por un periodo de 40 años. En promedio, cada productor tenía a su cargo 800 hectáreas de selva. Las autoridades se las habían encargado para que recolectaran castañas, un fruto que crece en un árbol milenario de la amazonía, el Bertholletia excelsa, conocido como castaña de Brasil, que puede superar los 30 metros de altura. Esta especie sólo se desarrolla en un ecosistema tropical intacto, la deforestación del entorno la afecta gravemente.
Por lo tanto, el acuerdo fue prometedor para los castañeros: irían a recibir financiamiento para conservar el bosque, algo que les convenía para mantener vivo su negocio. El proyecto inicialmente abarcó 291 mil 566 hectáreas en las provincias de Tahuamanu y Tambopata, en la región peruana de Madre de Dios. Hoy involucra cerca de 530 mil hectáreas y 649 socios castañeros.
La dinámica de un proyecto REDD consiste en que cada cierto tiempo la empresa promotora, en este caso Bosques Amazónicos, certifique una cantidad determinada de bonos de carbono para que salgan al mercado. En este caso, la certificadora ha sido la estadounidense Verra, cuyo estándar Verified Carbon Standard es uno de los más conocidos para este tipo de iniciativas.
En entrevista con Convoca.pe, el expresidente de Feprocamd David Asturima cuenta que el 2013 se certificaron las cosechas de castañas de los años 2010, 2011 y 2012. Así, hubo algunas pocas ventas de bonos a partir de ese año. El 2014, sin embargo, Bosques Amazónicos se desvinculó del proyecto de Madre de Dios porque no cumplía sus expectativas financieras, de acuerdo con el relato de este dirigente. “La federación, bajo mi responsabilidad, tuvo que sostener durante años el proyecto sin el apoyo de Bosques Amazónicos. No había dinero, no había inversiones. Eran años difíciles”, afirma.
Según este testimonio, recién el 2018 retomaron el contacto con la empresa y se inició la certificación de nuevas cosechas. Hasta el 2020 se validaron alrededor de 10 millones de bonos de carbono. Ese mismo año vendieron 1,1 millones de bonos a la compañía energética inglesa BP Gas, lo cual reanimó la iniciativa.
La deforestación continuó
Según el artículo “¿REDD+ complementa la aplicación de la ley? Evaluando impactos de una iniciativa incipiente en Madre de Dios, Perú”, de los investigadores Javier Montoya (Australian National University), Sven Wunder (European Forest Institute), Eduardo Rojas (Universidad de Barcelona) y Amy E. Duchelle (ONG CIFOR), el proyecto de castañas de Bosques Amazónicos, publicado el 2022, “logró hasta ahora solo efectos insignificantes tanto en la deforestación como en la degradación forestal”. Mientras la deforestación es el cambio total del bosque por actividades como la minería, la degradación no implica una modificación total: es cuando la provisión de árboles se reduce.
Sistematizando las imágenes satelitales disponibles en la plataforma Geobosques, del Ministerio del Ambiente, compararon la deforestación de los periodos 2005-2011 (antes de que se implemente el proyecto) y 2012-2018 (cuando ya se había implementado el proyecto). Su conclusión fue que el proyecto no detuvo eficientemente la pérdida de bosque, sino que apenas evitó la deforestación de 0,33 hectáreas por concesión . Algo “insignificante”, según los investigadores.
En el caso de la degradación, los científicos usaron la tecnología de Google Earth Engine para comparar lo ocurrido en las concesiones de castaña. Al contrastar los periodos 2005-2011 y 2012-2018 encontraron que el proyecto evitó la degradación de tan sólo 0,04 hectáreas por concesión. En otras palabras, la tala continuó como si nada.
Algo importante que precisa esta investigación es que la deforestación en la zona era baja antes del proyecto. “El entorno de nuestro estudio se caracteriza por bajas presiones de deforestación de referencia; dentro de las concesiones de castaña la deforestación previa al proyecto (2005–2011) fue de 0,032%”, indica el artículo. Esto contrasta con la tasa de deforestación que usaron los desarrolladores del proyecto: 1,23%, una cifra 38 veces mayor.
Toda iniciativa REDD, antes de ponerse en marcha, debe demostrar que tendrá un impacto medible en la reducción de la pérdida de bosque. Para ello hacen una estimación: proyectan cómo sería la deforestación en la zona sin el proyecto (para lo cual usan la tasa de deforestación del pasado reciente) y cómo sería la deforestación en la zona con el proyecto. Si se calcula una deforestación menor en el escenario con proyecto, la iniciativa tiene luz verde.
Y acá viene un detalle importante. Cuanta más deforestación logre evitar un proyecto, más bonos de carbono podrá vender. En el caso de la iniciativa castañera en Madre de Dios, los promotores se basaron en una tasa de deforestación de 1,23% y, por lo tanto, pudieron argumentar que su intervención era necesaria y que necesitaban muchos bonos de carbono.
El investigador Simon Counsell, exdirector de la ONG Rainforest Foundation UK y máster en Silvicultura Tropical y Uso de la Tierra de la Universidad de Oxford, analizó el proyecto de cabo a rabo y encontró, al igual que los investigadores citados anteriormente, que la deforestación en la zona no era tan alta como decía Bosques Amazónicos. Según el cálculo de Counsell, la tasa era de 0,15%. Es decir, las concesiones de castañas no corrían tanto peligro.
¿Por qué se usarían tasas distintas en este tipo de proyectos? Counsell aventura una hipótesis. “Porque esto aseguraría que el proyecto genere una cantidad inflada de ‘reducciones de emisiones’ y, por lo tanto, créditos [bonos] de carbono”, dice, a través de un correo electrónico, a Convoca.pe.
“El proyecto adolece de múltiples problemas serios, en términos de su diseño y el cumplimiento de los requisitos básicos de un proyecto de compensación de carbono”, agrega. El investigador realizó un informe titulado “Compensación, ¿‘climáticamente neutral’ a través de la protección de bosques?”, publicado por la ONG alemana Foodwatch. Ahí explica que los promotores del proyecto, para cumplir con las certificaciones de sus bonos de carbono, fueron excluyendo a ciertos castañeros que tenían territorios deforestados o degradados.
Minería y tala ilegal
Los castañeros cuentan que en el área del proyecto ha continuado la depredación del bosque. “Tenemos invasiones de minería ilegal, del narcotráfico, de la agricultura migratoria, taladores ilegales. Ocurre donde no están los socios, que abandonan por un tiempo sus concesiones. La castaña sólo da dinero entre diciembre y abril”, nos dice el actual presidente de Feprocamd, Juan Carlos Grifa, vía telefónica.
¿Por qué los recolectores de castañas, supuestos guardianes del bosque, tienen que buscar ingresos en otros lados? Porque el proyecto no les da los suficientes estímulos económicos. Por ejemplo, la planta procesadora de castañas que les ofreció Bosques Amazónicos para darle valor añadido a sus productos nunca pasó de ser una buena idea.
Durante años, los castañeros han tenido que dedicarse a otras actividades complementarias como extraer madera (el Estado les permite hacerlo en un máximo de dos hectáreas previa presentación de un plan de manejo) o sembrar algún cultivo. Algunos alquilan parte de sus concesiones para la agricultura, algo que es ilegal. Incluso, cuenta Grifa, hay concesionarios que les abren las puertas a los buscadores de oro. “Si el castañero no tiene recursos, puede aceptar 5 mil o 10 mil soles de un minero a cambio de dejarlo entrar a su territorio. Eso ha ocurrido y ocurre siempre”, relata.
Algunos socios deben abandonar sus concesiones por largas temporadas para trabajar en otro lado. Es el momento que esperan los invasores para entrar. A Grifa le parecen especialmente peligrosos los agricultores de papaya. “Los papayeros deforestan 15, 20 hectáreas en un par de semanas”, asegura. Cuenta que Bosques Amazónicos tiene un área de control y monitoreo de las concesiones del proyecto, pero “quedan chicos con la logística”.
La minería ilegal dentro del proyecto ocurre en los alrededores del río Pariamanu. “Esos pequeños mineros de La Pampa, por las interdicciones [operativos de destrucción de maquinaria], se trasladaron ahora a todo el sector Río. Están en las quebradas, en las concesiones”, nos cuenta David Asturima, expresidente de Feprocamd, a través de una llamada telefónica. “El problema grave es que el minero te amenaza, expones tu vida”, añade. De hecho, un reporte del Proyecto Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP, por sus siglas en inglés), de Conservación Amazónica, documentó en mayo del 2021 que la deforestación minera había alcanzado a las concesiones castañeras.
Asturima afirma que en diversas ocasiones ha reportado este y otros problemas a Bosques Amazónicos, pero sus gestiones no han sido exitosas. “He llamado varias veces al área legal para denunciar la tala ilegal, los invasores talan, a veces, incluso, el propio árbol de la castaña. Les pregunto a los de la empresa por qué no van, les digo que coordinen con la Fiscalía, dicen que sí, pero ahí queda, en palabras”, se queja. También relata que ha propuesto a la empresa que contraten a los hijos de los castañeros para que cuiden las concesiones y alerten de la presencia de invasores, pero esta idea no ha prosperado.
“Muchos socios dicen: ‘oye, si tú quieres que cuide bosque, de acuerdo, yo cuido bosque, voy a proteger como un león, pero dame lo justo, dime cuánto nos van a dar. ¿Por qué no nos dan mensualmente? Si mensualmente a mí van a darme por cuidar bosque, no tengo problema, lo puedo hacer’”, cuenta Asturima.
Grifa dice que recién a partir del 2022 los recolectores de castañas han empezado a recibir pagos significativos. El año pasado, estima, cada castañero ha recibido un promedio total de 49 mil 500 soles. Se espera que esto sea el inicio de una nueva etapa de conservación.
Los bosques de la amazonía son una reserva vital para el planeta. Y los proyectos REDD pueden contribuir a su conservación. Pero se trata de que sean diseñados con rigor y prevean beneficios concretos para quienes cuiden el bosque. Después de todo, permiten que algunas marcas que emiten grandes cantidades de dióxido de carbono se presenten como amigables con el ambiente.
La versión de Bosques Amazónicos
A través de un correo electrónico, la empresa dijo a Convoca.pe que “producto de las actividades implementadas a lo largo de todos los años se ha logrado evitar la deforestación de los bosques de castaña en el área del proyecto a razón de 3 mil hectáreas en promedio por año, habiendo sido su contribución ambiental verificada por auditores externos calificados y por el mismo estándar VCS [Estándar de Carbono Verificado] - VERRA en cuatro procesos de verificación diferentes”.
Sobre la investigación de Simon Counsell en relación a la exageración de la tasa de deforestación en la zona, señaló que esta estimación “presenta un claro sesgo en la construcción de su análisis, realizando cálculos y comparaciones imprecisas que ignoran cómo funcionan las rigurosas metodologías internacionales bajo las cuales está registrado nuestro proyecto, llegando a conclusiones que no solo carecen de rigor técnico, sino que inducen al lector a falsas interpretaciones”.
Bosques Amazónicos informó que el proyecto ha certificado a la fecha más de 19 millones de bonos de carbono, de los cuales más de 14 millones ya se han vendido. Dijo que los ingresos obtenidos se han destinado a cubrir las actividades y estrategias necesarias para lograr los objetivos del proyecto. Afirmó que los castañeros han empezado a recibir dinero el 2020 y que, en total, se han beneficiado con más de 10 millones de dólares.
Sobre la planta procesadora de castañas que no se ha construido, señaló que “la iniciativa de implementar una planta procesadora para mejorar la competitividad de los socios del proyecto sigue siendo una posibilidad. Los estudios de factibilidad y diseño correspondientes se están realizando a través del área de desarrollo de nuevos proyectos de REDD+ Castañeros”.
También aseguró, en contraste con lo que contó el castañero David Asturima, que “nunca hemos estado desvinculados del proyecto”.
Finalmente, consultada sobre la cantidad de personas que monitorean la conservación del bosque en el área del proyecto, la empresa respondió: “Alrededor de 40 profesionales están involucrados en el desarrollo del proyecto actualmente, los que incluyen a 25 personas trabajando permanentemente en Madre de Dios dedicadas exclusivamente a la gestión de REDD+ Castañeros en la zona, además de todo el equipo administrativo y gerencial de BAM (finanzas, legal, comercial, marketing, etc.)”.
Añadió que “adicionalmente, los 649 socios concesionarios en el proyecto, guardianes de los bosques, están comprometidos con los objetivos de conservación, participando en el monitoreo y gestión para la conservación de los bosques”. No es exactamente lo que dijeron los castañeros entrevistados para este reportaje.