Mientras ingresa a la plaza de armas de Arequipa, Antauro Humala es increpado por tres mujeres de edad que salen de la iglesia San Agustín. Le piden que se retire y se vaya de la ciudad. Lejos de superar el impasse con hidalguía, el líder etnocacerista responde mal. “Gracias, mi amor. Ya sé que me amas, mi amor”, le dice a una de las damas. De la misma forma responde el autor de la matanza del Andahuaylazo cuando los periodistas arequipeños le hacen preguntas incómodas. “¿A quién representas? A nadie. Solo te representas a ti mismo”, increpa a un joven periodista que le consulta sobre su discurso extremista. ¿Se hará un examen psicológico?, cuestiona otro. “No voy a responder a una pregunta estúpida”, reacciona Humala. Y cuando se le consulta sobre su consumo de marihuana, dice: “Considero que, así como uno puede tomar su cerveza y no va a trabajar borracho porque lo despiden, uno puede fumar cannabis pero no trabajar ‘cannabiado’ porque lo botan. Te lo dejo a tu criterio”.
Antauro y su séquito atropellan y no piden disculpas a la gente que transita despreocupada por los portales de la plaza de armas de la ciudad mistiana. Habla con la voz en alto, como quien levanta el pie para evitar ser contradicho o no aceptar réplica a sus palabras. Acciona, insulta y cada cierto tiempo golpea la mesa del local ubicado en el portal de San Agustín, donde convocó para una conferencia a la prensa arequipeña el sábado por la mañana.
Allí llega a las 10. Antes estuvo en el cementerio Bolognesi, ubicado en el distrito de Cayma, para saludar la tumba de uno de los etnocaceristas que murió tras el ilegal asalto a la comisaría de Andahuaylas en enero de 2005, desde donde Antauro esperaba iniciar una revolución pidiendo la renuncia del entonces presidente Alejandro Toledo. El saldo fue de cuatro efectivos policiales asesinados. El ataque fracasó y la justicia peruana lo encontró culpable de los delitos de homicidio simple, secuestro, daños agravados, sustracción o arrebato de arma de fuego y rebelión, por los que fue sentenciado a 19 años de prisión. No los cumplió todos. Salió libre hace unas semanas luego de acogerse al beneficio de la redención de pena, tras argumentar que había estudiado y trabajado durante su estadía en la cárcel.
Apenas ingresa al restaurante donde realizará su conferencia empiezan los problemas para Antauro. Reclama a la persona que contrataron por un proyector y este le responde que cuando lo contrataron no se lo pidieron. “Al menos tendrán micro”, dice algo ofuscado, viendo que están terminando de instalar los equipos. Luego de unos minutos de confusión les dice a los periodistas que mejor hace la conferencia en medio de la plaza, pero luego lo reconsidera. Ya con el ánimo más caldeado, Antauro le dice a uno de sus seguidores que luego le dé el nombre de la persona que se encargó de coordinar la conferencia de prensa.
El mensaje subversivo del líder etnocacerista quedó claro. Sostiene que no defiende la democracia actual, sino que reinvindicará una democracia platónica, interpretada muy a su manera, de un gobierno que emerja del pueblo, con ideales de Túpac Amaru, Juan Velasco o Mateo Pumacahua. “Se origina cuando los pobres del país vencen a los ricos. Y a unos les dan muerte y a otros los ponen en puestos de gobierno. Y 2.400 años después vemos que ha degenerado en timocracia (el gobierno de quienes tienen algún nivel de capital)”, dice. Sin embargo, la interpretación de Antauro sobre Platón es muy antojadiza. Si bien este filósofo griego señalaba que una buena forma de gobierno sería la democracia emergida del pueblo, también advierte que su perversión podría llevar a una tiranía.
Y de esa misma da algunas muestras, sino muchas. El líder etnocacerista asegura, en su conferencia, que de ser elegido presidente fusilará a todo aquel “que no defienda los intereses de la patria”. Una propuesta muy abstracta y subjetiva, pero popular entre los sectores más golpeados del país. Dice que empezará por los “presidelincuentes de Lava Jato”, enumerando a Alejandro Toledo, Alan García (aunque ya muerto), Martín Vizcarra, Pedro Pablo Kuscynski y, por supuesto, su hermano Ollanta Humala. Anuncia también que meterá a la cárcel a todo excongresista que no haya jurado y se haya adherido a la constitución del 79, para que la población vea que va en serio. “Nadie sale luego de 18 años en la cárcel para bromear. Vamos a dar un escarmiento histórico”, asegura Antauro.
¿Pero quién decidirá quién debe ser fusilado y quién no?, le preguntamos. Antauro se ofusca. “No entienden nada. Nosotros vamos a gobernar y aplicar la Constitución. No es necesario un juez, solo hay que cumplir. Está escrito. ¿Qué parte no entiende? Solo necesitamos siete soldados y ya”, asevera. Esto requiere que nos retiremos del Pacto de San José, le aclara alguien, y Antauro responde que si es necesario lo hacen. Asegura que más de la mitad de los países que conforman la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no están adheridos a este pacto. “Nos retiramos, pues. ¿Cuál es el problema?”.
Otra medida radical es la de cerrar el Congreso para convocar a una asamblea constitucionalista y crear una nueva Constitución. No aclara cuál será el camino legal y constitucional que seguirá para este propósito. Señala que hay constitucionalistas que le dan la razón y se sostiene del exmiembro del Tribunal Constitucional Fernando Calle Hayén. Sin embargo, contradicción de Antauro, este cuestionado constitucionalista es seguidor del APRA y en el caso constitucional sobre la Matanza de El Frontón —perpetrada en el primer gobierno de Alan García— no la consideró como lesa humanidad y defendió la excarcelación de los operadores de la masacre. Calle Hayen también está vinculado al recordado caso de “Los Cuellos Blancos del Puerto”, con llamadas a jueces de la Corte Suprema y el ex Consejo Nacional de la Magistratura, hoy Junta Nacional de Justicia.
Pero Antauro podría perpetrar otro golpe pronto. O al menos tiene toda la intención. Así lo anuncia él mismo. “En el verano del 2023 vamos a llegar hasta el Congreso con medio millón de etnocaceristas, agricultores, estudiantes y trabajadores para cerrarlo”, se adelanta, pues señala que en el Parlamento se está promoviendo una ley para impedirle postular en un futuro. ¿No es un golpe de Estado?, le preguntamos. “El Perú ya está golpeado. Voy a restablecer la legitimidad democrática”, dice.
Y parte de ello es cerrar algunas instituciones públicas. La primera en la mira de Antauro es la Defensoría del Pueblo. Señala que esta entidad no trabaja para el pueblo sino para el gobierno de turno. “Son soplones porque avisan a la policía cuando hay conflictos para que repriman a la población”, indica. Además, según Humala todos los poderes del Estado están “putrefactos” y él planea tomar control de todos. Y ni hablar de los medios de comunicación. “Vamos a expropiarlos. Tienen secuestrado el espectro. Ya (Juan) Velasco se los quitó y los entregó al pueblo. Hay que dar canales a los campesinos y trabajadores. La prensa limeña es cómplice de los delincuentes. No confundan la libertad de prensa con la libertad de empresa”, acota. Y además despotrica de los periodistas limeños, asegurando que no representan a nadie.
Y es que de acuerdo con Antauro los medios de comunicación están controlados por intereses internacionales. Lo mismo que las empresas de todos los sectores. Anuncia que de llegar a la presidencia iniciará el proceso de expropiación de las empresas en los sectores estratégicos. Y también reniega de la migración. “Mi doctrina es el nacionalismo. No puede haber un extranjero empleado mientras haya un peruano sin trabajo”, dice. Y, con tinte xenofóbico, señala que el país está siendo invadido por migrantes venezolanos. “Hay más de un millón y medio”, añade.
Para ello, asegura que seguirá el camino democrático, luego de dos fallidos golpes de Estado; primero, al régimen autocrático de Alberto Fujimori en el 2000 y luego, en 2005, contra el gobierno de Alejandro Toledo.
“El tiempo me dio la razón”, manifiesta, como justificando la muerte de cuatro policías tras el Andahuaylazo. Y para ello Antauro y sus seguidores ya están en camino de juntar las firmas para dos partidos políticos. El primero es el Partido Etnocacerista Revolucionario Unido (PERU) y el otro es la Alianza Nacional de Trabajadores, Agricultores, Universitarios, Reservistas y Obreros (ANTAURO). Dos, para tener un plan B, dice. Porque Antauro no cree en la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE). “Pero vamos a jugar su juego con sus reglas y vamos a ganar por goleada. La derecha tiene miedo porque sabe que va a perder y nosotros estamos seguros de que vamos a ganar”, añade.
Y finaliza que de ganar empezará la segunda fase de su plan, que es buscar la confederación de los países andinos, con Ecuador y Bolivia en primera fila.