Por Jan Martínez Ahrens y Javier Lafuente (EL PAÍS) | 3 de octubre de 2021
Tres presidentes en activo y once retirados, noventa políticos de alto nivel, congregaciones religiosas y artistas de fama mundial, multimillonarios y hasta el gobernador de un banco central; una constelación de personajes poderosos de Latinoamérica ha hecho uso a lo largo de los años de paraísos fiscales. Pese a habitar la región más desigual del planeta, esta élite ha empleado una telaraña de fideicomisos, sociedades interpuestas y archivos mercantiles opacos en sitios como las Islas Vírgenes Británicas o Panamá para evitar el escrutinio público de una parte sustanciosa de sus bienes. Todo un entramado que ahora, con la publicación de Pandora Papers, sale a la luz.
La filtración, obtenida por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, en sus siglas en inglés), se basa en 11,9 millones de archivos que recogen el trabajo de 14 despachos financieros offshore. Esta masa de información ha sido revisada y contrastada por un equipo de 600 periodistas en el que ha participado EL PAÍS, junto con The Washington Post, The Guardian, la BBC y numerosos medios en América Latina como Convoca.pe.
Los resultados, de impacto mundial, cobran especial relevancia en Latinoamérica. Como irán publicando en los próximos días este periódico y los otros medios que han participado en este trabajo, de los 35 presidentes o expresidentes que figuran en los documentos, 14 pertenecen a esta región. La mayoría son de corte conservador. Entre ellos destacan tres jefes de Estado en activo: el chileno Sebastián Piñera, el ecuatoriano Guillermo Lasso y el dominicano Luis Abinader. También emergen 11 exmandatarios, siendo los más conocidos los colombianos César Gaviria y Andrés Pastrana, el peruano Pedro Pablo Kuczynski y los panameños Juan Carlos Varela y Ricardo Martinelli.
En el caso del mandatario chileno, la investigación llevada a cabo por los medios chilenos CIPER y LaBot destapa entre sus negocios offshore la compraventa en las Islas Vírgenes Británicas de Minera Dominga junto al empresario Carlos Alberto Délano, uno de sus amigos de la infancia. En diciembre de 2010, cuando Piñera llevaba nueve meses en el Palacio de La Moneda durante su primer mandato, la familia presidencial dejó el negocio en manos de Délano con un acta firmada en Chile por 14 millones de dólares y otra en las Islas Vírgenes por 138 millones de dólares.
El monto debía satisfacerse en tres cuotas, con una salvedad: el último pago dependía de que no se estableciese un área de protección ambiental sobre la zona de operaciones de la minera, como reclamaban grupos ambientalistas. La decisión de la viabilidad de Minera Dominga quedó en manos del Gobierno de Piñera, que no promovió la protección ambiental. La tercera cuota, finalmente, se pagó. El gerente de las empresas de la familia Piñera aseguró que el presidente no maneja sus negocios desde hace 12 años, que no fue informado sobre el proceso de venta de Dominga y que la investigación judicial sobre la operación acabó en sobreseimiento.
Los papeles sobre Luis Abinader muestran la vinculación del presidente dominicano con dos empresas en Panamá, Littlecot Inc. y Padreso SA, junto a dos de sus hermanos. Ambas sociedades fueron creadas antes de asumir el cargo y fueron usadas para gestionar activos en República Dominicana. La investigación de Noticias Sin, apunta a que las acciones de estas sociedades eran inicialmente “al portador”, un instrumento utilizado para ocultar los beneficiarios de las compañías.
Una reforma legislativa en 2018 obligó a los Abinader a registrarse públicamente como beneficiarios. Al convertirse en presidente, en 2020, el mandatario declaró nueve sociedades offshore que controlaba a través de un fideicomiso. Tanto Piñera como Abinader recurrieron al despacho OMC Group, con sede en Panamá, el mismo del que es cliente la cantante colombiana Shakira para al menos tres de las sociedades offshore de las que la Hacienda española ha seguido el rastro durante años.
Lasso, un exbanquero conservador que en su tercer intento logró llegar a la presidencia ecuatoriana, también se ve salpicado por la filtración. El mandatario, según los documentos y la investigación de El Universo, llegó a tener vínculos con 14 sociedades offshore y las fue cerrando después de que el correísmo impulsara una ley que prohibía a los candidatos ser beneficiarios de sociedades en paraísos fiscales. El presidente ecuatoriano sostiene que 10 de ellas están ya inactivas; y sobre las otras cuatro niega cualquier relación o beneficio.
Lasso era cliente de Trident Trust, uno de los mayores proveedores de entidades offshore del planeta. Esta compañía suiza es conocida por su discreción en este tipo de soluciones y aparece una y otra vez en las operaciones que destapa a filtración, al igual que el bufete Alemán, Cordero, Galindo & Lee (Alcogal), que cuenta con una infinidad de clientes en América Latina. Alcogal creó la mayoría de las 78 compañías que usaron los venezolanos acusados de ocultar en cuentas de Andorra 2.000 millones de dólares procedentes de Petróleos de Venezuela (PDVSA). Entre los beneficiarios de este entramado, de acuerdo a la investigación de Armando.info, está una parte importante de la jerarquía chavista.
En Brasil, Pandora Papers apunta a los dos hombres más poderosos del mundo económico: el ministro del ramo, Paulo Guedes, y el presidente del Banco Central, Roberto Campos Neto. Guedes, de 72 años, figura como accionista de la empresa Dreadnoughts International Group, registrada en las Islas Vírgenes Británicas. Se trata de una sociedad de las que en el argot financiero se denomina shelf company: firmas que se abren en paraísos fiscales pero que pueden permanecer sin actividad durante años, a la espera de que alguien les dé un destino.
Los documentos muestran que el ministro, gurú económico del presidente Jair Bolsonaro y una de las personalidades más polémicas del gigante sudamericano por sus conexiones con la élite financiera, tenía en 2014 al menos ocho millones de dólares invertidos en la compañía, registrada a su nombre, al de su esposa, María Cristina Bolívar Drumond Guedes, y al de su hija, Paula Drumond Guedes.
El presidente del Banco Central, Campos Neto, era propietario de dos empresas, Cor Assets y ROCN Limited, ambas registradas en Panamá en sociedad con su esposa, la abogada Adriana Buccolo de Oliveira Campos. El objetivo declarado de las compañías era invertir en los activos financieros del Santander Private Bank, del que Campos Neto fue miembro del consejo ejecutivo. Tanto Campos como Guedes han negado que hayan realizado operaciones ilícitas. Una pauta común a todos los implicados en Pandora Papers.
Colombia es otro de los países donde se advierte un empleo intensivo de la opacidad financiera en las altas esferas políticas. Entre las personalidades que figuran en la filtración destacan dos expresidentes: el liberal César Gaviria Trujillo (con mandato de 1990 a 1994) y el conservador Andrés Pastrana Arango (1998-2002). Ambos, que mantienen una notable influencia política, tocaron a las puertas de estos servicios cuando ya habían dejado el poder.
Gaviria constituyó en 2010 con uno de sus hermanos y otros socios una sociedad en Panamá con la que pasó a controlar una firma colombiana relacionada con el sector de los hidrocarburos. Como constata la investigación de Connectas y El Espectador, Gaviria forma parte de la sociedad panameña MC2 desde 2012 junto a su hermano Luis Fernando, quien constituyó la matriz colombiana en 2006.
La empresa ha realizado operaciones con la comercialización, transporte, compresión y almacenamiento de gas natural. En el caso del expresidente Pastrana, la investigación muestra cómo el político conservador pudo mantener en el anonimato una sociedad offshore en Panamá y administrar desde ahí parte de su patrimonio familiar.
En Argentina los documentos sacan a la luz los nombres de Jaime Durán Barba, consultor político que catapultó a la presidencia a Mauricio Macri en 2015; y Zulema Menem, hija del expresidente Carlos Menem (1989-1999). Por el lado del kirchnerismo, los papeles implican en manejos offshore a Daniel Muñoz (ya fallecido), exsecretario del expresidente Néstor Kirchner, y algunas figuras claves en la causa abierta por la recepción de supuestas comisiones ilegales pagadas por contratistas de obra pública a los gobiernos peronistas.
Mucho más abultado es el resultado de la investigación en México, donde los documentos señalan a más de 3.000 personas. Entre ellas, destacan tres de los empresarios más ricos del país: el magnate minero Germán Larrea, la heredera del grupo cervecero Modelo, María Asunción Aramburuzabala, y Olegario Vázquez Aldir, cuyo grupo controla hospitales privados, cadenas de hoteles, aseguradoras y medios de comunicación. Sus fortunas juntas suman más de 30.000 millones de dólares.
Aunque el destino que dieron al dinero fue diferente, coincidieron en usar paraísos fiscales para crear firmas instrumentales con las que operar internacionalmente. Larrea llegó a abrir entre 2013 y 2016 nueve sociedades en las Islas Vírgenes Británicas con las que controlaba, sin dejar apenas rastro, la adquisición de bienes inmobiliarios de lujo en Estados Unidos. Aramburuzabala compró propiedades millonarias en Utah y Nueva York así como dos aviones privados. Y Vázquez Aldir y su entorno, a través de ocho sociedades opacas, se hicieron con yates, un avión y al menos dos mansiones.
Pero no solo fueron los multimillonarios quienes incurrieron en estas prácticas (legales siempre que no se oculten al fisco). Pandora Papers muestra cómo alrededor de determinados centros de poder mexicanos proliferaron personajes que utilizaron intensamente los servicios financieros offshore. Así ocurrió en los círculos próximos al expresidente Enrique Peña Nieto (PRI, 2012-2018) y también en grandes proveedores de la petrolera pública mexicana Pemex, un gigante que actualmente arrastra una deuda de casi 114.000 millones de dólares.
Un personaje político que emerge con fuerza en México es Julio Scherer Ibarra, quien hasta hace un mes era consejero jurídico del presidente Andrés Manuel López Obrador. En 2017 figuraba como único propietario de una firma radicada en las Islas Vírgenes Británicas con activos valorados en dos millones de dólares procedentes de su trabajo como abogado privado. La compañía era propietaria de una empresa en Estados Unidos poseedora de un lujoso departamento en una exclusiva zona de Miami.
La entidad en las Islas Vírgenes quedó inactiva en 2018, el año que Scherer pasó a formar parte del Gobierno mexicano, pero la sociedad en Estados Unidos sigue siendo la propietaria del piso de Miami. Scherer ha señalado que en las fechas en que realizó las inversiones no era funcionario público sino un profesional independiente.