“El niño es como una telita blanca, al venir está diáfana y transparente, pero con el paso de los años se va tiñendo de colores intensos”. Estas palabras, que hacen alusión al desarrollo del niño, las solía escuchar Gisella Ramis en casa. Su madre, quien además era maestra, acostumbraba repetirlas y se convirtieron en un mensaje inspirador que marcó el trabajo de Gisella con los niños. Hoy es una destacada pedagoga de arte y se ha convertido en la pionera de la Danza Primal en el Perú.
Su pasión por el arte, educación y trayectoria, llevaron a Gisella a crear un camino único para guiar a los pequeños en el descubrimiento de su propia expresión creativa y emocional. Convive conversó con ella en la charla inaugural de ‘Ser íntegro’, un ciclo de entrevistas sobre desarrollo humano en alianza con Khuska, comunidad de co-working de bienestar integral.
La Danza Primal, según palabras de Gisella es “una metodología profunda de autoconocimiento, autoexploración y autosanación a través del cuerpo en movimiento”. Esta práctica, fundamentada en la psicología transpersonal y elementos del yoga y el taichi, es parte del modelo de desarrollo integral ‘Interacciones Primordiales’, desarrollado por el psicólogo argentino Daniel Taroppio luego de más de 30 años de investigación. La Danza Primal consiste en una serie de movimientos que inducen a la meditación y la armonía interior.
Asimismo, la Danza Primal pretende desarrollar capacidades básicas en distintos planos: el físico, emotivo, mental y espiritual. Esto lo consigue a través de la liberación de aquellas emociones bloqueadas por el individuo practicante. Cabe señalar que las capacidades básicas son siete: la de la confianza básica, del gozo, del poder personal, la capacidad afectiva, la inteligencia creadora, la conciencia intuitiva y la conciencia trascendente. “La Danza Primal es un viaje hacia mi yo interno, (es un espacio) para que el cuerpo se pueda expresar”, comenta Gisella.
Este desbloqueo emocional permite “recuperar esas memorias internas y ancestrales” que se expresan en forma de traumas. Así, según Gisella, podremos “recibirlas, aceptarlas, [...] y trascenderlas a través del cuerpo en movimiento”. "Nosotros somos seres vibracionales, seres energéticos. Dependemos de la energía masculina y la femenina para que haya vida. Ese es el principio de todo ser viviente. Desde ahí se va gestando una memoria cósmica que se trae desde cada parte de nuestro cuerpo. Es información genética", explica.
Danza primal para niños
La experiencia de Gisella ha estado marcada por la enseñanza a niños de todo el Perú. Luego de empezar la formación con la Escuela de Psicología Transpersonal Integral (EPTI), la institución encargada de impartir y certificar Danza Primal internacionalmente, nace la idea de llevar a cabo los principios de la Danza Primal al mundo de los niños. Obtuvo la autorización de Daniel Taroppio para emprender dicha iniciativa. “Desde que empecé mi formación, fui aplicando todas esas herramientas valiosísimas de la profundidad de la metodología de la Danza Primal en cada clase (con niños). Partiendo de ahí (de la Danza Primal), [...] yo creé una metodología que es un programa de crecimiento personal para niños”, destaca Gisella.
En la metodología de Gisella se busca adaptar la Danza Primal a las necesidades psico-emocionales de los niños a través de actividades múltiples como “cuentos, personajes, películas, historias, etc”. Ella pone el ejemplo de cómo las sesiones de pandemia ayudaron a regular una emoción como el miedo. “Con la pandemia, la mayoría (de nosotros) nos hemos conectado con el miedo profundo. La Danza Primal nos ayuda a ecualizar eso. Con los niños hemos ido transformando la emoción. (...). Ahora tienen otro tipo de herramientas para regularse”, expresa.
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Un camino para adultos mayores
A pesar de haber experimentado el rol de maestra con infantes la mayor parte de su vida, recientemente Gisella empezó a trabajar con personas de tercera edad. Hace poco, Gisella se mudó junto a su familia a Cerro Azul, balneario ubicado al sur de Lima. Allí, empezó a trabajar en la Casa del Adulto Mayor de Cerro Azul, en donde empezó a ofrecer sesiones de Danza Primal. Es importante destacar que también se requieren de adaptaciones para un grupo que puede contar con practicantes con limitaciones de movimiento físico.
“Siempre la primera parte de la danza es una contextualización teórica para acercarnos al significado de (la Danza Primal). Habían algunos que tenían andadores, otros que no podían pararse. Yo les dije que no se preocupen, que dancen sentados, pero que hicieran los movimientos primordiales. Se trata de canalizar y escuchar al cuerpo. Fue una maravilla, [...] al principio estaban todos sentaditos pero en la última meditación todos terminaron echados en el piso. [...] Ellos decían: ¡esto es milagroso!”, recuerda con alegría Gisella.
Sanar la propia herida
Para Gisella ser instructora va mucho más allá “de "hacer un curso online de dos semanas. Es todo un proceso. La idea es vivenciar, transmutar y trascender los estadios de conocimiento para poder estar fuerte frente a la otra persona”. Facilitar espacios de autoconocimiento para Gisella significa estar en “constante” mejora. “Cada año necesitamos seguir profundizando [...]. Si mi herida no ha sanado, ¿cómo voy a acompañar a otros desde mi herida?”, menciona.
De esta manera, la Danza Primal le ha permitido a Gisella sanar mientras ella acompaña a otras personas en sus propios procesos. “Yo a la vez que voy sanando, trascendiendo y disfrutando. Para todos los profesores y coaches que nos dedicamos a la Danza Primal, cada sesión es un encuentro: es un mirarme en el espejo del otro. De verdad es una maravilla”, comenta.
Actualmente, Gisella Ramis tiene una iniciativa llamada ‘Nunash’ a través de la cual ofrece programas de desarrollo personal a niños, adolescentes y adultos. Dichos programas incluyen desde jornadas de Danza Primal hasta sesiones de ballet creativo. Asimismo, cabe mencionar que la próxima semana Convive contará con la presencia de Mirela Polich, profesora de danza consciente, para continuar con el ciclo de charlas “Ser íntegro”.