Huellas, ramas dobladas, gritos lejanos y malocas levantadas en la espesura de la Amazonía son los rastros de la existencia de más de 20 pueblos indígenas en aislamiento voluntario. Para estas comunidades el Estado peruano ha reservado más de 4 millones de hectáreas, sin embargo esto no garantiza su protección: apenas hay 6 puestos de control con infraestructura en buen estado, y solo 36 personas vigilan estos amplios territorios, según la información de la Dirección de Pueblos en Aislamiento y en Contacto Inicial (DACI) a la que accedió Convoca.pe mediante un pedido de información pública.
En total son 17 puestos de vigilancia existentes: 9 requieren refacciones desde 2023, 3 están inoperativos, 1 fue reemplazado, 1 continúa en proceso de reubicación y reemplazo, 3 requerían refacciones y fueron mejorados y 3 se construyeron entre 2023 y 2024, según un informe enviado por la Dirección de Pueblos en Aislamiento y en Contacto Inicial (DACI) al Ministerio de Cultura, en abril de 2023, para solicitar más recursos para la protección de estas poblaciones.
Diversas asociaciones indígenas afirman que esta cantidad de puestos de control y agentes es "insuficiente" debido a que las reservas están constantemente amenazadas por economías ilícitas como la tala ilegal o el narcotráfico. De esta manera los puestos cumplen la función de protección de los pueblos no contactados, vigilancia del territorio y patrullaje para registrar nuevos avistamientos.
En Madre de Dios, Julio Cusurichi, líder indígena de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep) y apu de la comunidad nativa El Pilar, enfatiza que no se cuenta “ni con el 25%" de puestos necesarios.
Por su parte el apu Roberto Tafur, quien pertenece a la Organización Regional de los Pueblos Indígenas del Oriente (Orpio)— asociación indígena de la región de Loreto—, indica a Convoca.pe que lo obtenido hasta ahora “es poco, cuando deberían [por lo menos] duplicarse”. El apu enfatiza que se debe “tratar de proteger la vida de los árboles y la vida de los hermanos PIACI (Pueblos Indígenas en Aislamiento y en Contacto Inicial)".
Este medio buscó reiteradamente la versión del Ministerio de Cultura— mediante su área de prensa— sobre esta deficiencia de puestos operativos y falta de agentes de protección, pero no obtuvo respuesta.
Malas condiciones en los puestos de control
El apu Julio Cusurichi menciona que hay varios puestos de vigilancia que “se tienen que reconstruir”. Además aclara que varios de los puestos que el Ministerio de Cultura se adjudica bajo gestión gubernamental han sido erigidos con fondos de cooperación internacional en conjunto con las organizaciones indígenas, y no del Gobierno Peruano. En el caso de Madre de Dios, por ejemplo, son cinco los puestos construidos por la Federación Nativa del río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad). Estos son Nomole, Puerto Nuevo, Monte Salvado, Meguiri y Nueva Oceanía.
Cusurichi declara a Convoca.pe que todos estos puestos “pertenecen al Fenamad” y todavía “no han sido donados” al Estado peruano.
“Yo he tenido que aclarar ese tema. [Esos puestos] todavía no son de ellos, no han sido donados a Cultura, sino son propiedad de Fenamad [...]. Eso es lo que tenemos que aclarar porque ya he visto también, que Cultura está manejando [la información] que 17 (PCV) son de ellos”, acota el líder nativo.
En el informe de 2023 la Dirección de Pueblos en Aislamiento y en Contacto Inicial (DACI) plantea que “el estado actual de la mayoría los puestos de control y vigilancia no cuentan con las condiciones necesarias para enfrentar adversidades".
El documento detalla que “el precario estado de habitabilidad de los puestos (techos, paredes, servicios higiénicos y, en algunos casos, las bases estructurales deterioradas), hace que estos no brinden las garantías de mantenerse en pie ante efectos climáticos fuertes”. Además, “la falta de embarcaciones y motores para el traslado hasta los puestos, hace que no puedan estar operativos para un uso eficiente".
Otro dato importante es que estos puestos de control y vigilancia deben cumplir con parámetros geográficos estratégicos. Según el apu Roberto esta evaluación debe ser hecha entre las comunidades indígenas y los trabajadores del Ministerio de Cultura. A pesar de esto, muchas veces estas coordinaciones no se dan y se reportan puestos mal ubicados. Por su parte el apu Julio Qusurichi invita a que todos los puestos estén cerca de las reservas y de las comunidades.
“Lamentablemente, hay ocasiones que hasta el diseño de los puestos de control se hace mal. Por ejemplo, yo fui a la inauguración de un puesto de control. (Dicho puesto estaba a) casi a dos horas de los límites de la Reserva Territorial, y a unos casi 50 minutos de la comunidad más cercana [...] ¿Cómo van a vigilar? ¿Cómo van a cuidar?”, menciona el apu Julio Cusurichi.
Además, debido a que cada puesto construido pertenece a una cuenca, según la DACI debería contar “con al menos dos embarcaciones, para permitir el desplazamiento en cualquier época del año”. No obstante, el último informe de abril de 2023 indica que “la Dirección de Pueblos en Aislamiento y en Contacto Inicial cuenta con 18 embarcaciones operativas, las cuales no son suficientes para el buen funcionamiento de todo el sistema de control y vigilancia”.
Por otro lado, el apu Roberto Tafur reconoce que los puestos de control y vigilancia de Loreto se mantienen en buenas condiciones. Según la lista actualizada a enero del presente año, los dos puestos pertenecientes a Loreto fueron recientemente construidos. El apu remarca que todos cuentan con “lo necesario para que un hombre viva” y que “otro más está en construcción”. “En caso de que algo esté sucediendo en una de las casas, me comunican o le comunican al Mincul (Ministerio de Cultura) y al toque se le está haciendo el mantenimiento”, señala.
Tafur también menciona que se necesita construir otro puesto cerca de la quebrada El Punga.
Hace cuatro años fue aprobado el Régimen Sancionador por Incumplimiento e Infracciones de las Disposiciones de la Ley N° 28736 (Ley PIACI), que permite sancionar a quienes amenazan los territorios de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario. Sin embargo, Aidesep advierte en un informe que "el Estado peruano aún no ha implementado dicho régimen sancionador ni una sola vez, aparentemente por falta de presupuesto”.
Hay que tratar de proteger la vida de los árboles y la vida de los de los hermanos PIACI”.
La importancia de las reservas
Como sabemos los Pueblos Indígenas en Aislamiento y Contacto Inicial (PIACI) están constantemente amenazados por distintas actividades ilícitas. Por esta razón varias asociaciones y la sociedad civil sigue en la lucha por la creación de nuevas reservas territoriales indígenas.
El proceso de creación suele ser arduo. Luego de que la asociación indígena envía una solicitud, el Gobierno debe anunciar una serie de estudios previos de reconocimiento que posibiliten la delimitación del área de la reserva propuesta. Sin embargo, existen reservas que llevan varios años con pocos avances.
El factor importante para sustentar cada solicitud de fundación de reserva son los testimonios de personas que han divisado algún pueblo en aislamiento. Según Fritz Villasante, antropólogo y experto en estos temas, los testimonios "pueden ser de comuneros, o hasta personas que hacen actividades ilegales” puesto que “conocen bien la zona”.
“El testimonio de esas personas es valiosísimo porque no solamente es el conocimiento de la persona —o sus acompañantes—, sino que esto se ha ido heredando también en la transmisión intergeneracional de los conocimientos de territorios en donde existen pueblos en aislamiento", agrega el antropólogo.
Convoca.pe tuvo acceso al testimonio de un comunero de Loreto (cuya identidad se mantendrá en reserva por cuestiones de seguridad), que menciona haberse encontrado con “dos hermanos PIACI", mientras iba de caza con su esposa.
Además de los testimonios, otras pruebas que pueden emplearse para determinar el área en la que viven dichos pueblos son el avistamiento de huellas, ramas dobladas y malocas divisadas a través de drones. Además del registro sonoro de gritos o golpeos a los árboles, propios de estos pueblos.
Beatriz Huertas, antropóloga y parte del equipo técnico de la Organización Regional de los Pueblos Indígenas del Oriente (ORPIO) asegura que a pesar de que algunas personas desestimen pruebas de este estilo, resultan un complemento eficaz que al apoyarse con los testimonios permite encontrar y proteger a estos pueblos.
“Estas ramas dobladas si suelen ser una evidencia de la presencia de indígenas en aislamiento, porque ellos se movilizan por el bosque y para pasar por el bosque van quebrando —también como una seña para saber por dónde han pasado—. Las ramas torcidas cortadas a la altura de la cadera [...] suelen ser una evidencia de su presencia”, sentencia la experta.