La Federación Mundial de Sociedades de Anestesiólogos (WFSA, por sus siglas en inglés) indica que la proporción óptima de médicos anestesiólogos para un país es de 20 por cada cien mil habitantes. En el Perú, sin embargo, existen regiones muy lejos de esa cifra, como Amazonas, Cajamarca y Loreto, que tienen una proporción de apenas tres profesionales por cada 100 mil ciudadanos. La información proviene de un último censo realizado por la Sociedad Peruana de Anestesia, Analgesia y Reanimación (SPAAR), que además grafica las desigualdades a nivel nacional, pues Lima y las principales ciudades concentran la mayor cantidad de estos especialistas.
Durante el año 2022, la SPAAR logró contabilizar un total de 2.651 anestesiólogos en ejercicio en los establecimientos de salud públicos y privados en el Perú. Esta cifra general arroja que a nivel nacional, en promedio, por cada 100 mil peruanos y peruanas solamente hay nueve médicos especialistas en anestesiología. El déficit en todo el territorio se estima en 3.225 profesionales.
En contraste, en España la proporción registrada en 2018 era de 14 anestesiólogos en el sector público por cada 100 mil personas, con un total 6.351 profesionales de esta especialidad. Un país pequeño, como Uruguay, contabilizaba en 2021 un número de 12 anestesiólogos por cada 100 mil habitantes.
Según Catherine Suárez, presidenta de la SPAAR, actualmente no hay una noción o datos precisos desde el Estado, o de otra organización que agrupe a los trabajadores de salud, sobre la cantidad real de anestesiólogos en ejercicio en el Perú.
Por ejemplo, las cifras con las que cuenta el Colegio Médico del Perú (CMP) no están del todo claras. De los 3.400 anestesiólogos registrados en el CMP, solo 2600 ejercen como tales según el estudio de SPAAR. Los restantes en realidad son médicos fallecidos, médicos que han cambiado su especialidad o que viven fuera del país. "No es una cifra real la que brinda el Colegio Médico frente a lo que nosotros, como SPAAR, hemos encontrado. Por eso la importancia de este estudio”, comenta la también médico anestesióloga para Convoca.pe.
De otra parte, un cálculo mucho más duro es el que hace la WFSA, que agrupa a gran parte de las sociedades de anestesiólogos en el mundo. Según el mapa mundial de personal de anestesiología, —elaborado por esta entidad con data de 2016 y tomando en cuenta a los médicos hábiles afiliados a su correspondiente organización— Perú tiene apenas 1,76 médicos anestesiólogos por cada 100 mil habitantes, pues solo contabiliza a los que están agremiados en la SPAAR.
En dicho comparativo, Perú está muy por debajo de países como Bolivia (6,71 por cada 100 mil), Chile (6,57 por cada 100 mil), Colombia (7,46 por cada 100 mil) o Argentina (12,68 por cada 100 mil). Y aún por debajo de Namibia (2,44 por cada 100 mil), Venezuela (2,22 por cada 100 mil) y Ecuador (1,8 por cada 100 mil).
Una distribución poco equitativa
El médico anestesiólogo Víctor Chura —encargado de realizar el censo titulado “Información General Médicos Anestesiólogos 2022"— menciona que para poder diagnosticar un problema hay que tener los detalles más precisos, razón que motivó el censo de la SPAAR. "La metodología partió por la base de datos del Colegio Médico. Esa fue nuestra herramienta base. De ahí empezamos con el tema [la verificación] hospital por hospital", menciona Chura. Combinando esa data con la situación de cada hospital "se hizo la corroboración con el portal de transparencia del sector Salud" con el objetivo de cruzar la información, detalla el también miembro de la SPAAR.
Los resultados de este estudio arrojan que la gran cantidad de anestesiólogos se concentra en cinco zonas del país: Arequipa, Callao, Ica, Lima y Moquegua, donde se cuentan 1.769 profesionales del total de 2.651, el 66,73% del total. En las 20 regiones restantes, se concentra la diferencia, 882, dando como resultado que, por ejemplo, en Amazonas, Cajamarca, Loreto, Áncash y Piura, la proporción no pase de 4 anestesiólogos por cada 100 mil habitantes.
Convoca.pe quiso contrastar estos datos con algunas cifras oficiales del Estado. Por eso, realizó un pedido de información al Ministerio de Salud (Minsa) que fue respondido por la Dirección General de Personal de Salud, cuyos datos se extrajeron del Registro Nacional de Personal de la Salud de la entidad, de las Unidades Ejecutoras de Salud de los gobiernos regionales y de los propios gobiernos regionales.
Aunque el ministerio tiene cifras menores de profesionales, las tendencias se mantienen. Se contabilizaron 1.589 anestesiólogos asignados en 173 hospitales repartidos en los niveles I, II y III de atención. Respecto a la concentración de anestesiólogos, de acuerdo con el Minsa, 950 se reparten entre Arequipa, Callao, Ica, Lima y Moquegua, un 59,79%. En el resto del país la diferencia es 639, de los cuales, Amazonas, Cajamarca, Loreto, Áncash y Piura tienen 152 profesionales, un 9,57% del total.
Pero, ¿a qué se debe esta concentración, presente en ambas bases de datos?
Para el ex ministro de Salud, Fernando Carbone, existe en los hospitales peruanos una "hiperconcentración" de recursos, tanto humanos como materiales, que podría explicar también la concentración de médicos anestesiólogos en ciertas zonas.
"¿En qué se ha concentrado la salud del país por lo menos en todo el siglo 20? (...) Se concentraba en el nivel hospitalario. Todo eran hospitales. [Y] ¿dónde era más? En Lima y en algunas capitales de algunos departamentos, hoy regiones. O sea, hay una hiper concentración hospitalaria en Lima y en algunas capitales de región y por lo tanto, ¿para donde adquieres los equipos? Para esos sitios. Y por lo tanto, ¿donde estarán los equipos con los que un anestesiólogo puede trabajar? En esos sitios", concluye para Convoca.pe el especialista en Salud.
Pocos incentivos para trabajar en regiones
De acuerdo con Catherine Suárez, presidenta de la SPAAR, los anestesiólogos son profesionales que tienen la función de brindar seguridad al paciente, mediante el cuidado de todo proceso médico que requiera sedación, anestesia general o regional en una operación quirúrgica. Por lo tanto, forman parte de un tipo de especialidad muy importante en los centros hospitalarios.
En el Perú, los niveles de atención son tres. El primero de estos agrupa a los establecimientos del tipo I-1, I-2, I-3 y I-4, que consisten los puestos de salud con profesionales no médicos, las postas de salud (con médico), los centros de salud más especializados como los policlínicos y los centros médicos con camas de internamiento, respectivamente.
Mientras que el segundo (II-1, II-2, II-E) y tercer nivel (III-1, III-E, III-2) agrupan en sus respectivas categorías hospitales y clínicas de atención general con mayor o menor grado de especialización; hospitales y clínicas de atención general con mayor rango de servicios de salud y, por último, institutos especializados, en la escala más alta.
“Desde el primer nivel de atención, desde los hospitales I-4, se puede abrir un centro quirúrgico para que el médico anestesiólogo cumpla su función, ya sea en hospitales de clínica de día, en los hospitales nivel II, o con las diferentes especialidades en los centros maternos. Donde hay un ginecólogo, un pediatra, y se pueda hacer atención médica de un parto debe de haber un anestesiólogo”, refiere Suárez.
De hecho, con la proporción de 20 anestesiólogos por cada 100 mil personas que plantea la WFSA las necesidades en el ámbito quirúrgico estarían cubiertas. "Con ese indicador nosotros ya aseguramos que no haya cirugía que no sea atendida en su momento, [y] que el cuidado de los pacientes no se quede desabastecido. O sea, que se trabaje al 100%. Al ver esa realidad hicimos el cálculo por población de cuántos anestesiólogos se requiere de acuerdo a los estimados", comenta el médico anestesiólogo Víctor Chura.
No es solamente que faltan anestesiólogos en el país, sino que los que existen están repartidos en pocas zonas del Perú.
La proporción de anestesiólogos por cada 100 mil habitantes en las regiones más prósperas, según el censo de la SPAAR, es la siguiente: Arequipa (12 por cada 100 mil), Callao (18 por cada 100 mil), Ica (11 por cada 100 mil), Lima (14 por cada 100 mil) y Moquegua (14 por cada 100 mil).
En contraste, el resto de regiones del país llega solamente a 9 anestesiólogos por cada 100 mil habitantes, habiendo casos como los de Amazonas, Loreto y Cajamarca, donde la proporción es de 3 por cada 100 mil personas. En total, estas 20 regiones contarían con solamente 882 anestesiólogos teniendo una población de más de 16 millones de personas, de acuerdo con el último censo de 2017.
Para el exministro de Salud, Fernando Carbone, existen tres factores que explican el déficit de anestesiólogos en general, y en particular en las regiones: la falta de estímulos para atraer a los profesionales en anestesiología, el equipamiento necesario para desarrollar la actividad de anestesiología y que los profesionales en el Perú no han sido formados para el trabajo fuera de los ámbitos metropolitanos más importantes.
"Todo el mundo quiere trabajar en Lima o quiere trabajar en la capital de Arequipa, no en la región de Arequipa, o [en] la capital de Trujillo y no en La Libertad como región (...). Los estímulos que se ofrecen a su permanencia en estas regiones no llenan sus aspiraciones, no es algo para lo que han sido formados. [Los anestesiólogos] se sienten o se encuentran mejor muchas veces en el ámbito privado más que en el público, en las grandes capitales del país", comenta Carbone.
A esto se le suma otro factor: la inestabilidad laboral. De acuerdo con el censo elaborado por la SPAAR, 775 anestesiólogos pertenecen al régimen laboral de Contrato Administrativo de Servicios (CAS), un 29,23%. Entre los que trabajan bajo esta modalidad en los centros de salud del Minsa, la cifra es parecida, con un 26,12% (415).
Como se recuerda, un contrato CAS está sujeto a un plazo y se debe renovar constantemente para que el trabajador pueda permanecer en su puesto. No brinda la misma estabilidad de la que goza un profesional con nombramiento en cualquier entidad del Estado.
“El Estado primero debería de hacer que los médicos tengamos un trabajo estable, no en la modalidad CAS ni de terceros porque de esta manera el médico no tiene una seguridad laboral y estamos expuestos a diferentes denuncias y en ningún momento tenemos la protección del Estado. Eso es lo que nosotros planteamos: que se le dé estabilidad laboral al médico anestesiólogo”, plantea Catherine Suárez, presidenta de la SPAAR.
Por su parte, el exministro de Salud, Fernando Carbone menciona que el régimen CAS no es beneficioso para los anestesiólogos y tampoco para el resto de trabajadores de la salud.
“No sólo para el trabajo hospitalario sino también para el primer nivel, el régimen CAS, efectivamente, es un régimen que no contempla aquellos aspectos de beneficios sociales o de estabilidad laboral de cara a una pensión que recibe el personal nombrado. No está así considerado, no son parte [los CAS]. Hay algunos beneficios que se consideran en el CAS (...), pero es un régimen que está sujeto a terminar de manera abrupta y a truncar la continuidad del personal. El que tiene más estabilidad efectivamente es el personal nombrado”, concluye el especialista en Salud.
Estrés
Según el propio Minsa, el 91% de hospitales en el país no tiene capacidad instalada adecuada. De acuerdo con el último Diagnóstico de Brechas de Infraestructura o Acceso a Servicios del Sector Salud, elaborado por el Ministerio, 225 de los 247 hospitales de segundo y tercer nivel en el Perú, no cumplen con los estándares más óptimos de calidad para la atención de pacientes. Esta realidad se refleja también en el ámbito de la anestesiología.
"Nuestros centros quirúrgicos, no todos son adecuados en lo que se refiere a la infraestructura. Nosotros manejamos áreas críticas donde vamos a encontrar mucha contaminación por los agentes anestésicos y muchas salas no tienen los recirculadores ni los tamaños adecuados”, menciona Catherine Suárez, presidenta de la SPAAR.
“En otros lugares, contamos con que en el centro las maquinarias de anestesia y diferentes insumos no se encuentran adecuados para los pacientes. Muchos anestesiólogos trabajamos en áreas de radiación y no tenemos el material correspondiente para nuestra protección justamente de lo mismo”, concluye Suárez.
A esto se adiciona la complejidad de trabajar en anestesiología y los altos grados de estrés a los que puede verse sometido un profesional de esta especialidad, razón por la cual, muchos estarían desertando en su primera etapa de especialización, como residentes.
Como se recuerda, el residentado es una modalidad de capacitación en la cual los profesionales médicos participan de forma presencial en hospitales con el objetivo de especializarse en un área específica. En el caso de los anestesiólogos, este período es de 3 años y es clave que durante ese lapso sepan sobrellevar adecuadamente la carga laboral y la presión que supone trabajar en hospitales, ya que esto les puede generar ansiedad, tristeza, irritación o agotamiento psicobiológico.
En tal sentido, Catherine Suárez refiere que una medida urgente es la formación de más anestesiólogos y mayor énfasis en proteger la salud mental de los trabajadores de la salud.
“Si más o menos hace 20 años se formaba un promedio de 50 anestesiólogos anuales, actualmente se forma un promedio entre 90 y 140 médicos anestesiólogos, que son los que ingresan a la residencia. Pero que ingresen 140 médicos no significa, no refleja que a los tres años se van a graduar los 140 médicos. Hay muchos médicos que desertan de la residencia, no completan o migran de residencia, ya que el trabajo en sala de operaciones para un médico anestesiólogo es con bastante estrés. Entonces en el primer año generalmente muchos residentes desestiman seguir haciendo esta especialidad”, concluye.
De otra parte, un componente de la solución podría estar en el primer nivel de atención. “Lo que hay que decir es que la brecha hospitalaria hay que cerrarla, siempre ha sido así, pero siempre por darle preferencia se ha postergado el cierre de la brecha del primer nivel”, advierte el exministro de Salud, Fernando Carbone.
“O sea, hay que hacer al revés, porque siempre nos llena el ojo más lo hospitalario y terminamos apostando allí, haciendo la gran inversión. ¿Y qué queda para el primer nivel? Poquísimo o nada. Por lo tanto, cuando se producen problemas que deberían ser manejados en el primer nivel, no lo son. ¿A dónde van esos problemas buscando una solución a su situación? Al hospital. ¿Quién se termina saturando de problemas que debilitan poder dedicarse a lo suyo, que son los problemas de salud más complejos que requieren un manejo, no sólo más especializados, sino algún tipo de implementación más compleja? Los hospitales”, explica Carbone.
Lo cierto es que en el Perú continúan faltando médicos en todas las áreas, pero la anestesiología, una de las disciplinas más medulares en el sistema hospitalario, adolece de una cantidad preocupante de profesionales, de mejores condiciones de trabajo y de una distribución acorde con la realidad del país.