La interrupción del servicio de agua potable que experimentarán 22 distritos de Lima Metropolitana desde el 6 de octubre preocupa al conjunto de la ciudad. El corte del acceso al agua es de entre dos a cuatro días, tiempo en el que la empresa pública Sedapal instalará una nueva tubería de dos metros de diámetro para mejorar el abastecimiento del servicio. Sin embargo, la situación pone nuevamente los reflectores sobre la enorme vulnerabilidad de varias zonas de la capital y nos recuerda la importancia de este recurso vital en una urbe tan desértica como Lima.
Un reciente informe del Banco Mundial indica que la costa actualmente experimenta el mayor déficit hídrico en el país, ya que es la zona más poblada del Perú y demanda los mayores volúmenes de este líquido necesario para la vida. Respecto a la capital, Lima, el documento precisa que la cuenca del Rímac, que abastece a 11 millones de habitantes, proporciona menos de 100 metros cúbicos de agua por persona al año, una cifra que considera como una “escasez absoluta”.
"Este es el nivel más bajo de recursos hídricos por persona del país y denota una escasez absoluta de agua", señala la entidad internacional en su estudio publicado en junio de 2023.
Según el Banco Mundial, la falta de saneamiento adecuado agravará los problemas de salud en los ya más de un millón de personas que carecen de agua y saneamiento en Lima. Esto ocurrirá especialmente cuando las fuertes lluvias, a causa de fenómenos naturales como El Niño, hagan llegar aguas servidas a las fuentes de agua potable.
El Banco Mundial señala como otro factor que intensifica el estrés hídrico el crecimiento poblacional en las áreas urbanas del Perú, pues con este aumenta también la demanda de agua en zonas donde los recursos y la infraestructura son escasos. Como las periferias de Lima, que son las áreas de principal expansión demográfica.
Según datos de la FAO, la extracción anual de agua dulce total en el Perú pasó de 13,6 mil millones de metros cúbicos de agua en el 2008 a 38,5 mil millones de metros cúbicos de agua de 2020.
"Las áreas periurbanas han experimentado un crecimiento exponencial como resultado de la migración interna y migración de 1,2 millones de ciudadanos venezolanos que se han desplazado, en el 80%, a áreas urbanas y periurbanas de la capital", precisa el informe del Banco Mundial.
En esta misma línea opina la ingeniera Iris Domínguez Talavera, especialista en gestión sostenible de los recursos hídricos, sobre los desafíos que plantea el aumento del flujo migratorio hacia a Lima, ya que las fuentes de agua que actualmente abastecen a esta metrópolis no serán suficientes.
“¿Cómo es posible que tengamos una ciudad capital con 10 millones de habitantes y que la segunda ciudad más habitada sea Arequipa, que tiene solo 1 millón de habitantes? La población que tenemos es enorme y se debe pensar en el desarrollo de otras ciudades”, señala la docente de la Facultad de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
Para el Banco Mundial, esta expansión de habitantes en áreas periurbanas de Lima Metropolitana generan un nuevo desafío, pues muchos residentes de esas zonas viven fuera de las redes de suministro hídrico. Se abastecen de camiones cisternas y pagan hasta 20 veces más que los usuarios del servicio regular por cañerías.
Estas migraciones también se deben a otro factor: el cambio climático. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) del 2020, entre 2002 y 2017 la ciudad de Lima ha recibido un 13,9% de migrantes que declaran haber llegado a la capital debido a cambios súbitos o progresivos del ambiente en sus lugares de residencia original.
Malva Baskovich, especialista senior en agua y saneamiento del Banco Mundial, también considera que el incremento poblacional y la migraciones internas serán “incertidumbres que pueden afectar la demanda del agua”.
“En este escenario se deben tomar medidas de fortalecer la seguridad hídrica en tres pilares. Mantenimiento de los recursos hídricos, prestación de servicios de agua eficientes y equitativos y creación de resiliencia: asegurar la ampliación, mantenimiento y adecuada gestión de la infraestructura actual, la que incluye los reservorios”, comenta Baskovich a Convoca.pe.
Alteración climática
La entidad multinacional también alerta sobre los efectos del cambio climático en el acceso al agua. Los glaciares del Perú han perdido alrededor del 43% de su superficie en los últimos cincuenta años. Esto representa un total de 7 mil millones de metros cúbicos de agua. Lo más alarmante es que la pérdida equivale a una década de agua potable para Lima Metropolitana.
La entidad además advierte que el aumento de las temperaturas intensificará la "evapotranspiración", que es la pérdida de agua de los suelos y de todo el ecosistema. Esto contribuirá a acelerar el menoscabo de los glaciares.
Por estos factores, y manteniéndose las cosas como están, el cambio climático reducirá aún más la disponibilidad de agua para las ciudades del Perú, amenazando el crecimiento económico, el desarrollo y la estabilidad el país. Ya hay algunos datos que muestran esta tendencia. Por ejemplo, según la FAO, los recursos internos renovables de agua dulce per cápita se redujeron de 56 mil 142 m3 de agua en el 2010 a 49 mil 272 m3 en el 2020.
Malva Baskovich menciona que para Lima, ante su alta vulnerabilidad, es muy necesario que se consolide e implemente una gobernanza integrada de los recursos hídricos, que dé cuenta para adaptarse y mitigar los efectos de las alteraciones meteorológicas.
“El Fenómeno del Niño subraya la necesidad de contar con una infraestructura flexible ante las incertidumbres relacionadas al cambio climático”, resalta la experta del Banco Mundial.
De hecho, las abundantes lluvias generarán inundaciones y huaicos durante el próximo Fenómeno del Niño. Esto puede ocasionar que la planta de tratamiento limeña de La Atarjea pueda colapsar ante la enorme cantidad de sedimentos y restos de árboles, lodos y piedras que llevará el cauce del río Rímac, tal como ocurrió en 2017. Al respecto, la experta Iris Dominguez explica que se tiene que empezar a trabajar ya con la ciudadanía para inculcar una "cultura de ahorro del agua".
“En la ciudad de Lima el espectro del consumo diario es de 400 litros por habitante, mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) fija como mínimo suficiente para el aseo y consumo unos 100 litros por persona”, resaltó la docente de la PUCP.
De similar opinión es la experta del Banco Mundial, Baskovich, quien estima que el Estado debería reducir la incertidumbre de la población con información oportuna y útil. En este sentido, las instituciones tienen que comunicarse con la población y ofrecer recomendaciones sobre cómo comportarse en situaciones de emergencia o desabastecimiento.
Asimismo, el informe del Banco Mundial propone que el Estado invierta en soluciones integradas de almacenamiento de agua para aumentar la productividad y la resiliencia en el mediano plazo. Esta debe priorizar la rehabilitación de infraestructura hídrica obsoleta y promover inversiones en infraestructura natural de agua.
También recomienda que se integren las políticas de gestión de riesgo de desastres para instrumentos actuales de planificación del territorio. Estas deben incluir planes de preparación y emergencia ante sequías e inundaciones.