Solo 8 embarcaciones cuidan los mares de Perú y Ecuador de los buques chinos

 

Cientos de barcos chinos navegan entre Piura y las Islas Galápagos, en Ecuador, atraídos por la pota. Muchos evitan los controles en puertos realizando "transbordos" en altamar para abastecerse de combustible y alimento, lo que aumenta los riesgos asociados a la pesca ilegal o no declarada. La situación se agrava por la poca vigilancia que ejercen los gobiernos en estas extensas zonas marítimas como revela el siguiente reportaje de Convoca.pe.

 

Por: Paul Tuesta y Alina Manrique

17 de abril de 2024

La primera mitad del año, la gran flota china, conocida por su voracidad, suele navegar en aguas distantes entre Piura, en Perú, y las Islas Galápagos, en Ecuador. Llega atraída por el atún, el perico y, principalmente la pota, un calamar gigante con mucha demanda que, solo en el Perú, alcanzó el 68% del total de exportación de productos congelados en 2023, con más de 407 toneladas exportadas, de acuerdo con el informe anual de exportaciones de OCEANA. Tal cantidad representa unos 826 millones de dólares en total. 

Estas embarcaciones chinas no suelen respetar el límite de las 200 millas. Un grupo de pescadores artesanales de Piura asegura que, a inicios de febrero, vio una flota china en el mar peruano a la altura de Paita. “Todavía deben estar cerca", dice Martín Maceda, expresidente del Gremio de Pescadores de Máncora. “Son barcos de 100 toneladas, que se dedican más a la pesca de la pota”, agrega. 

En Máncora, la embarcación más grande para pesca artesanal pesa unas 15 toneladas. “Nosotros trabajamos con una de 5 toneladas y vamos así a tirar red de cortina al banco. A los cinco días, volvemos a puerto con una tonelada; a veces nada. Ahorita hay escasez de pota en Perú, pero los clíperes (embarcaciones a vela) chinos tienen luces y herramientas más sofisticadas que los pescadores artesanales. ¡Cuántas veces se habrán ido llenos!”, dice. 

Maceda explica que no se trata de una situación reciente. Hace dos años, cuando se encontraba trabajando en un clíper atunero, aproximadamente a la altura de Ilo, en el sur del país, se topó con varios barcos de bandera china. “Fueron, aproximadamente, unos 15 barcos grandes, de unas 100 toneladas cada uno”, recuerda. 

 

 

En Ecuador, el panorama es igual de preocupante. De acuerdo con Cristina Cely, directora de One Health Ecuador, en 2022, identificaron varias embarcaciones chinas a 70 millas náuticas de la Zona Económica Exclusiva de dicho país; es decir, dentro de su espacio marítimo soberano. “Cuando estás hablando de la flota china, lo único que te queda es monitorear desde satélites, aunque ellos distorsionan la señal: Aparece como que están en Nueva Zelanda y están en la Reserva Marina de Galápagos haciendo trasbordos sin salir en el radar. O si salen, es con una matrícula diferente. Es un tema larguísimo de ilegalidades que puede cometer la flota china”, explica Cely en entrevista para Convoca.pe

Cerca de las Islas Galápagos, hay aproximadamente 2.300 pescadores que pescan con long line o palangre, especialmente en San Mateo, Santa Marianita, Jaramijó, Las Piñas y San Lorenzo (en Manabí). “Para nosotros, cuando la flota china pesca dentro de las aguas internacionales, también hay una afectación. Desde las 200 millas succionan y se llevan los recursos, y muchas veces no hay los debidos controles. Se van llevando todo lo que encuentran en el paso”, indica Gabriela Cruz, representante de la Federación Nacional de Cooperativas Pesqueras Artesanales de Ecuador (FENACOPEC). 

Para evitar los controles, las naves chinas no vuelven a puerto, sino que realizan "eventos de encuentro" o "transbordos" en alta mar. Así se abastecen de combustible y comida para sus tripulantes, y pueden pasar temporadas más largas acopiando la pota. 

La situación se agrava por la escasez de recursos públicos para la vigilancia de las extensas zonas marítimas tanto de Perú como Ecuador. Solo la franja costera de Tumbes y Piura tiene una longitud de 460 kilómetros, aproximadamente. La costa de la provincia de Manabí, en Ecuador, tiene 350 kilómetros,

Convoca.pe identificó que existen solo 12 embarcaciones para la fiscalización de los dos mares y poco más de 600 personas para hacer frente al desafío que plantea la flota china en aguas distantes. Ocho naves pertenecen a Ecuador y cuatro a Perú. Sin embargo, no todas las embarcaciones están plenamente operativas. En Ecuador, hay cuatro que no cuentan con asignación de combustible, según informó la Dirección de Control Pesquero de Ecuador a este medio. 

 

 

En cuanto a las “patrulleras de interdicción” peruanas, su ámbito de operación se circunscribe solamente a Tumbes y Piura. Fueron adquiridas por el Ministerio de la Producción (Produce) entre 2017 y 2019, aunque recién fueron entregadas entre el 2021 y el 2023. Las embarcaciones son "Punta Sal", "Cabo Blanco", "Máncora" y "Lobitos".

En cuanto a la cantidad de personal destinado para la fiscalización de la pesca, se estima que hay entre 221 y 280 profesionales en Ecuador, mientras que en Perú, según datos del Produce, el número asciende a 349. De ellos, 195 están adscritos a la Dirección de Supervisión y Fiscalización-PA y 154 corresponden al Programa de Vigilancia y Control de las Actividades Pesqueras y Acuícolas en el Ámbito Nacional. En total, son casi 600 personas las encargadas de luchar contra la pesca ilegal tanto nacional como internacional.  

Pero hay más restricciones a la hora de monitorear el mar. Falta por ejemplo, un buen control satelital. Cristina Cely, directora de One Health Ecuador, recuerda que antes Ecuador contaba con un monitoreo permanente, y lamenta que en la actualidad la Marina solo realice monitoreos de dos o tres horas. “Así tengas 50 embarcaciones operativas, si sales por dos horas y regresas no viste nada. Esta flota (la china) pesca toda la noche”, explica.

 

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Respuesta del Ministerio de la Producción sobre la cantidad de barcos dedicados a la interdicción marítima en el Perú.

 

De ahí que en el país vecino se hayan implementado otras medidas como el Sistema Integrado de Acuacultura y Pesca (SIAP), una herramienta tecnológica que permite el rastreo y monitoreo de las embarcaciones en todo momento, así como el control de las descargas en puerto, el procesamiento, el transporte y la comercialización del producto pesquero, apuntando a una mejor trazabilidad del mismo hasta su exportación.

Actualmente, sin embargo, solo se le exige a los barcos industriales la implementación de este sistema, aun cuando el sector artesanal agrupa a más de 40 mil embarcaciones. De este grupo, apenas el 45% ha adoptado el SIAP.

Pasa lo mismo con la flota china, porque cada Estado regula sus embarcaciones nacionales y porque en el caso de Ecuador, a estos barcos solo se les aplicaría el artículo 168 de la Ley de Pesca. Esta estipula que deben "mantener en funcionamiento permanente, al menos un dispositivo de rastreo avalado por el ente rector de la defensa nacional", pero no hay garantías de que esto sea posible.

Para Nancy de Lemos, especialista en comunicaciones para América Latina de Global Fishing Watch, es importante obtener datos precisos como los que arrojaría el sistema SIAP si es que se pusiera en marcha a un 100%. “Es imposible tener policías en toda la frontera marítima de un país, materialmente imposible. Ni los países más ricos del mundo tienen esa capacidad porque el mar simplemente no funciona de esa manera. Entonces, ahí es donde la tecnología se puede convertir en el mejor aliado para implementar, garantizar, vigilar y monitorear que la normativa [de fiscalización] se cumpla”, menciona.

 

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Barcos pesqueros en la provincia china de Zhejiang en 2015. Foto: Gilles Sabrie / The New York Times.

 

 

 

La ruta de la pota, la sobreexplotación y la contaminación

La pota, cuyo nombre científico es dosidicus gigas, se distribuye más abundantemente en el Golfo de Guayaquil y, en menor cantidad, frente a Manabí y Esmeraldas, en Ecuador. Por eso, todos los años aparecen ahí las flotas pesqueras de larga distancia —la gran mayoría china—, principalmente entre enero y marzo. Se detienen en altamar, al oeste de las Islas Galápagos, en Ecuador, y van bajando hacia Tumbes y Piura. Los meses de invierno, indica Juan Carlos Sueiro, director de pesquerías de OCEANA, permanecen frente al Perú y el resto del año continúan la búsqueda del calamar gigante entre Perú y Chile, o se retiran hacia Argentina.

De acuerdo con la Autoridad Portuaria de Guayaquil, durante el 2022 se contabilizaron 2630 arribos de barcos con bandera extranjera al Puerto de Guayaquil, aunque no se especifica la nacionalidad de cada barco. La Autoridad Portuaria Nacional, por su parte, registró el año pasado, la llegada de 2968 barcos extranjeros al puerto del Callao. De ellos, 94 tenían bandera china, según datos a los que Convoca.pe pudo acceder. Aunque no se tiene información oficial sobre su conducta.

 

 

Global Fishing Watch, una potente organización que monitorea los mares del mundo, ha detectado que en 2021 la flota china estuvo pescando incluso a 150 millas de la costa, mientras que en 2022 se mantuvo más cerca de las 200. 

Para evadir los controles portuarios y mantenerse activas, las embarcaciones necesitan abastecerse en altamar. Lo hacen a través de "eventos de encuentro" o "transbordos". Estos eventos no solo aumentan el riesgo de la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR), sino de la explotación de trabajadores, quienes pasan meses en altamar en condiciones terribles, e incluso de semiesclavitud. Hay reportes de embarcaciones chinas en las cuales sus tripulantes no sobreviven a la escasez de comida, las condiciones insalubres y el maltrato. Los cadáveres, en algunas ocasiones, son lanzados al mar.

Aunado a eso, tenemos una mayor contaminación de los mares. En Galápagos, particularmente en las islas San Cristóbal y Santa Cruz, se reportan altos niveles de contaminación con plásticos generados por las embarcaciones chinas que, de acuerdo con el informe “Galápagos and the plastic problem”, rodean la Reserva Marina de Galápagos (RMG) y pescan “ilegalmente fuera y dentro de sus límites”.  Se calcula que un 30% de la basura recogida en las limpiezas costeras proviene de la flota china potera. 

Esto, por supuesto, ha terminado perjudicando a las especies marinas, que ya de por sí deben hacer frente al cambio climático. De acuerdo con Omar Reyes, quien forma parte de la tercera generación de pescadores artesanales de la costa manabita, las tallas de los recursos hidrobiológicos han disminuido en esa área. “Desde hace unos tres años hemos visto que las tallas de pargos, sardinas y macarelas, que antes eran de hasta 30 centímetros ahora no llegan a los 20, y a veces no están tan concentradas donde solían estar”, señala.

 

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Pescadores de Puerto Manabí. Foto: Gobierno de Manabí.

 

Como si la situación no fuera ya grave, la Cámara Nacional de Pesquería de Ecuador, explica que esas embarcaciones tienen el respaldo del gobierno chino, que incluso subsidia su combustible. Esto promueve un mayor expansionismo y, en conjunto, un reto mayor para las escasas fuerzas de control ecuatorianas. A eso hay que añadir que, a pesar de pertenecer a algunas organizaciones de regulación pesquera, “China no se adhiere a una serie de acuerdos internacionales relevantes y no demanda un alto nivel de exigencia a sus buques registrados”, explica Carlos Estarellas, experto en relaciones internacionales. 

Tanto Ecuador como Perú y China pertenecen, por ejemplo, a la Organización Regional de Ordenación Pesquera del Pacífico Sur (OROP-PS). Esta organización tiene como finalidad la conservación y la gestión de las pesquerías no migratorias, así como la protección y conservación de la biodiversidad en el Pacífico Sur. En 2009, los miembros de la OROP-PS firmaron la Convención para la Conservación y Ordenamiento de los Recursos Pesqueros de Alta Mar del Océano Pacífico Sur. A través de ella, los miembros se comprometieron a adoptar “todas las medidas necesarias para apoyar los esfuerzos destinados a evitar, desincentivar y eliminar la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada”.

Pero estos compromisos, a la luz de los hechos y las pocas capacidades de fiscalización que tienen países como Perú y Ecuador, no parecen ser garantías suficientes en la lucha contra la pesca ilegal.