Hace aproximadamente tres años un grupo de doce mujeres del Asentamiento Humano “Las Praderas” en San Juan de Miraflores aceptaron temerosas el proyecto planteado por la Red de Energía del Perú (ISA REP), empresa líder en transmisión de energía eléctrica del Perú, y Misha Rastrera, emprendimiento social y ambiental que desarrolla productos inspirados en la sabiduría ancestral y la etnobotánica peruana. Esta iniciativa les dio la oportunidad de formar lazos con la tierra y el medio ambiente para crear Praderas de Vida, que logró transformar un basural en el primer jardín de plantas medicinales de Lima Metropolitana.
Impulsadas por mantener la seguridad de sus familias, las mujeres de Las Praderas buscaban la forma de hacer uso de los espacios que estaban cubiertos de desmonte y basura, los cuales también se habían convertido en una zona peligrosa por la delincuencia. Sucy García, una de las integrantes de Praderas de Vida, señala que siempre hubo temor por sus hijos, por lo cual junto a los vecinos comenzaron a cultivar diversos tipos de plantas con el fin de separarse del espacio abandonado. “Ahora la zona se ha mejorado un montón porque tiene otra área verde”, manifesta.
Sucy es una de las integrantes más jóvenes de Praderas de Vida, nació en la selva y revela que siempre le ha gustado la vegetación, antes de que inicie el proyecto ya cultivaba sus propias hierbas medicinales y, además, generaba recursos económicos vendiéndolas en el mercado. Recuerda que cuando recibieron la propuesta, ella se sintió muy contenta porque era una oportunidad para aplicar los conocimientos en agricultura que había aprendido de su familia, también de seguir aprendiendo a diario y obtener ingresos económicos.
Desde pequeña, Sucy aprendió a no depender de las farmacias. Para cualquier malestar “las hierbas son la solución”, dice. “Toda la gente de provincia cuando tenemos simples malestares nos curamos con hierbas naturales”, insiste. La mayoría de sus compañeras también son de otras regiones del interior del Perú y tenían un pensamiento similar. Esta experiencia y visión de la vida, generó más interés en la propuesta agroecológica para no dependen de elementos que consideraban tóxicos.
Las ganas de seguir aprendiendo, de la mano de ingenieros profesionales, y hacer crecer su emprendimiento las condujo a seguir informándose, investigar más y probar con nuevos productos. Cada vez que alguna de ellas volvía a su tierra traía nuevas hierbas, las cuales sembraban y juntas buscaban métodos para que la planta sobreviva en el clima limeño. “Tenemos muchas plantas medicinales que a veces en Lima no hay y nosotras las hemos adaptado”, señaló orgullosa Sucy García.
Tenemos muchas plantas medicinales que a veces en Lima no hay y nosotras las hemos adaptado.
La pandemia llegó cuando Praderas de Vida apenas iniciaba su camino y fue un momento difícil para las integrantes. Varios de los proyectos que las emprendedoras habían planeado se vieron truncados por las restricciones. “Éramos doce integrantes, las que están ahí son las más luchadoras, las más fuertes, las que se han quedado hasta en pandemia”, indica Liliana Rodríguez.
Al igual que algunas de sus compañeras, Liliana tuvo que tomar la decisión de dejar de lado el proyecto al inicio de la pandemia y cuidar de su familia. Sn embargo, siempre buscó la forma de apoyarlas y agradecerles por sus acciones. Ella menciona que este tiempo fue propicio para impulsar el apoyo de los vecinos de la zona, quienes empezaron a entender la importancia de esta iniciativa cuando estas mujeres emprendedoras empezaron comenzaron a compartir las hierbas que tenían en el jardín como eucalipto, matico, menta y muña que ayudan a combatir males respiratorios.
En la actualidad Praderas de Vida está conformado por seis integrantes. Hace unos meses Liliana tuvo la oportunidad de volver a integrarse al grupo, por lo cual se encuentra muy agradecida debido a que ha sido una oportunidad no solo de trabajo, sino también de aprender, de crecer, de mejorar y de motivarse para hacer más cosas. “Apostaron por nosotras y ahora nosotras estamos soñando con un cambio más grande”, expresó emocionada.
Apostaron por nosotras y ahora nosotras estamos soñando con un cambio más grande.
Ella recuerda que al inicio el trabajo en el jardín fue difícil, principalmente por los problemas del agua. “En el Asentamiento Humano donde vivimos, somos como setenta familias y por hora tres vecinos compartimos el agua, entonces darle agua a un vivero era una dificultad como vecino”, señala. Ese fue un gran reto para ella y cuando ya no integraba el grupo, buscó la forma de hacer entender a los vecinos el valor de ese espacio. Comenta que ahora su comunidad comprende que el vivero no es solo del “grupito de vecinas” que trabajan ahí, sino que es un espacio para todos.
Paloma Duarte, gerenta general de Misha Rastrera, resalta que quienes integran Praderas de Vida son quienes lideran el desarrollo del proyecto. “Ellas ahora son las mejores, al comienzo tenían mucho miedo a compartir lo que ya sabían, a lo que su mamá o sus abuelas le habían enseñado, pensaban que era algo que nadie apreciaba, ahora están en su salsa”, indicó. Cada una de las integrantes del grupo le ha dado vida al jardín medicinal con esfuerzo y dedicación.
La representante de Misha Rastrera señala que la principal intención es revalorar el uso de plantas medicinales, pero es complicado porque en el camino te encuentras con profesionales que cuestionan los métodos no tradicionales. Sin embargo, es una batalla muy importante porque “recuperar las plantas medicinales es una forma de mantener nuestra cultura y sobre todo una forma de sentirnos orgullosos de eso que sabemos y evitar que se pierda”, agrega.
Las integrantes de Praderas de Vida expresan que no quieren que este proyecto termine solo en un biohuerto, por lo cual están planeando abrirlo al público para que puedan realizar visitas, conocer, aprender y promover lo que hacen. Para Sucy, gracias a la iniciativa han logrado enseñar a sus vecinos a reciclar y separar sus residuos, también han aprendido a usar los residuos orgánicos para el proceso de compostaje. Trabajar con la tierra y sembrar las plantas es una manera de relajarse, asegura.
Para Liliana ser parte de Praderas de Vida es una experiencia gratificante porque poco a poco están viendo un cambio en la zona y los vecinos también están empezando a cultivar las plantas medicinales en sus casas. “Yo pienso que en algún momento vamos a poder motivar más a los vecinos para hacer diversas cosas, hacer empleos para los jóvenes de la zona, replicar la iniciativa en espacios desperdiciados. Yo sueño en que todo sea verde”, expresa.
Lo que comenzó como un gran reto, gracias al compromiso y esfuerzo de este grupo de mujeres, ha logrado consolidarse y promover la revalorización de las plantas medicinales, la ampliación de áreas verdes y el desarrollo en su comunidad. De esta forma, han conseguido exportar productos a Cartagena, Colombia, y ser reconocidas como un referente en emprendimiento socioambiental en la publicación “Corporaciones y empresas sociales con impacto en el Perú” de Kunan, CENTRUM PUCP y KPMG.