El dilema de la autoridad: Entre la necesidad y el conflicto

Por Francisco Pérez | 22 Agosto, 2024



¿Cuál es la relación que tenemos con la figura de la autoridad? ¿Cómo percibimos la autoridad en coyunturas donde el rechazo y la desidia frente a ella son amplios? Las encuestas de opinión señalan que la mayoría de la población no confía en sus autoridades, no les cree o simplemente no esperan nada bueno de ellas. En Convive exploramos el dilema que viven los peruanos frente a la necesidad de una figura de autoridad y su rechazo hacia ella. 
 

Decepción, tristeza y cólera. Esos son los sentimientos que despierta el gobierno de Dina Boluarte, según la última encuesta del Grupo de Opinión del Instituto de Estudios Peruanos. Sensaciones que son potenciadas por las intervenciones públicas de la presidenta y de los ministros que parecen vivir en un mundo paralelo donde las denuncias de corrupción no existen, donde no se mataron a 50 personas durante las protestas, donde no hay hambre, entre otras cosas más que se perfilan en cada declaración o intervención pública. 

Bajo esa mirada ¿Cómo percibimos a la autoridad en todos sus estamentos? “Estamos heridos de padre en función de la autoridad”, señala Miguel Ángel Cárdenas, periodista y psicoterapeuta, en diálogo con Convive

Para Cárdenas la relación que tenemos con la autoridad se mueve entre las dos corrientes ideológicas que hemos tenido en los últimos años entre los gobernantes que representaban a dos facciones de pensamiento político pero que terminaron moviéndose hacia otras aristas diferentes a su origen, o a su discurso electoral. 

“(Hay que observar) las dos corrientes ideológicas como nos hemos movido en la función del Estado que representaría esta autoridad. Tenemos la figura del padre hiper protector, que representa un estado fuerte, pero luego represivo y castigador como las nociones de un dios amoroso pero castigador (...) y luego la figura del padre ausente”, señala. 

Existe también en esta figura un dilema que Cárdenas llama “la presencia del padre bipolar”, donde existe una autoridad que se presenta como buena persona, querendona pero luego es represora y autoritaria.

“Sin embargo es un padre que cuando no está lo anhelamos lo pedimos, y cuando está no lo soportamos. Nos movemos en ese vaivén y la eterna pregunta de ¿qué padre queremos? ¿qué autoridad queremos? es como si viviéramos en un loop, como si estuviéramos en un bucle entre estas dos figuras de autoridad”, precisa.

sensaciones que genera el gobierno de Boluarte
Las sensaciones que genera el gobierno de Boluarte, según la encuesta del IEP. Foto: Instituto de Estudios Peruanos (IEP)

La dualidad como figura de autoridad 

En el diálogo con Cárdenas se mencionó también la figura de la dualidad como una forma de autoridad. Aquella que tiene dos vértices, dos caras, o dos personas que forman parte de una misma estructura. 

En esa dualidad, se reconocen ciertos hechos que han devenido en situaciones vividas en la coyuntura nacional. Para Cárdenas, desde el 2016 existe un “demonio” al cual nos hemos enfrentado como electores. 

“El fujimorismo es el “demonio”, la figura negativa que no queremos que llegue al poder. Entonces, buscamos un salvador. Y ahí aparece -por ejemplo- Pedro Pablo Kuczynski, un “salvador” de derecha que congregó votos de sectores totalmente opuestos. Luego cae y asume alguien como Vizcarra, que es percibido luego como alguien socialista, de izquierda, y luego tenemos a otro “salvador” que es Pedro Castillo, percibido como alguien de izquierda y cuando cae, su vicepresidenta asume y gobierna con la derecha”, afirma. 

Cárdenas asegura que esas figuras de dualidad, con dos caras distintas son las que nos mantienen en ese “loop” del cual hablaba y que nos lleva siempre a asumir la existencia de la autoridad, pero que luego nos lleva a rechazarla porque “no son lo que esperábamos” o porque de alguna manera traicionan lo que pensábamos de ella. 
 

Miguel Ángel Cárdenas
Miguel Ángel Cárdenas, periodista y psicoterapeuta en la reciente edición de Convive. 

El rechazo a la autoridad

La madrugada del domingo 4 de agosto, la congresista Patricia Chirinos fue abucheada y obligada a abandonar un bar en el distrito limeño de Barranco. La multitud que se encontraba ahí, al identificarla, empezó a proferir gritos contra ella y el legislador Luis Aragón que la acompañaba. 

Si bien eran dos congresistas en el lugar, las diatribas y gritos eran dirigidos a ella por ser una figura más reconocible y por haber liderado en varias ocasiones, movimientos y acciones que buscaban promover la impunidad de personajes aliados al gobierno de turno y por haber protagonizado acciones que buscaban defenestrar al expresidente Pedro Castillo. Su papel, identificado por la fiscalía, en el caso de la exfiscal de la Nación, Patricia Benavides, la hizo un personaje más característico que recibió el rechazo de la gente. 

La encuesta del Instituto de Estudios Peruanos, del mes de agosto, a la que hicimos mención, señala que “Los principales sentimientos que genera el Congreso son: cólera, tristeza y decepción, así como corrupción y desconfianza”. Esas sensaciones, explica Cárdenas, pueden marcar actitudes como las producidas contra la congresista en un distrito limeño, en un hospital en Piura, entre otras muestras contra otros legisladores. 

sentimientos congreso
Los sentimientos que genera el Congreso entre las personas encuestadas. Foto: IEP

Nuevamente, la figura de la autoridad rechazada. Una figura que como menciona Miguel Ángel Cárdenas, no tiene prestigio. “La autoridad implica tener prestigio y legitimidad, tiene que saber manejarse con horizontalidad (...) no solo decir “soy del pueblo, soy uno más de ustedes” y desde su posición de autoridad asumirse solo como poderoso y ajeno a la gente”. 

“Estamos en un momento en que la autoridad no tiene ni prestigio ni horizontalidad, ves que cuando hay 50 muertos para quedarse en el poder, o sea no tiene ética ni coherencia”, sentencia Cárdenas. 

Cuando hablamos de "autoridad", los conceptos académicos nos remiten al ejercicio legítimo del mando, de la toma de decisiones a partir de un consenso. Este acuerdo se da, otorgándole la autoridad a quien posee las competencias necesarias para el liderazgo. En una coyuntura convulsa como la de Perú, esta autoridad se ve cuestionada en diversos momentos, pero no solo por la mirada de la ciudadanía sino por sus propios actos. El conflicto es latente: el dilema entre la necesidad de la autoridad y el rechazo hacia ella cuando falla o atenta contra nuestros intereses y derechos.