Maritza Garrido Lecca cuando inició su condena en 1992. Foto: Agencia Andina.

 

El Poder Judicial estableció que la bailarina, excarcelada el lunes último tras cumplir una condena de 25 años, había integrado el Departamento de Apoyo Organizativo de Sendero Luminoso y era nexo del dirigente terrorista con otros cabecillas senderistas

 

Se ha hablado mucho sobre cómo Maritza Garrido Lecca fue detenida junto al cabecilla terrorista Abimael Guzmán, el 12 de setiembre de 1992. ¿Pero, cuál fue el verdadero rol de la bailarina en la organización terrorista Sendero Luminoso?

Garrido Lecca pasó 25 años de su vida en prisión no solo por esconder a Guzmán en la casa donde vivía, en Surquillo. Ella formaba parte del Departamento de Apoyo Organizativo (DAO) de la agrupación subversiva y su función era servir de enlace para poner en contacto a Abimael Guzmán con el resto de cabecillas senderistas, de acuerdo con la sentencia fechada el 4 de octubre del 2005.

Como consecuencia de estas reuniones —refiere el fallo—, la cúpula terrorista impartía las directivas que acordaban el comité central y el buró político de Sendero Luminoso, y de esa manera eran difundidas a nivel nacional, órdenes que eran “para dar muerte, crear terror y zozobra en la población”.

Pero no solo eso, la bailarina también fue la encargada de la organización del III Pleno del Comité Central del grupo subversivo, considerado como “histórico y trascendental” por los senderistas.

 

maritza1
Foto inédita de Maritza Garrido Lecca durante una actividad en el penal.

 

 

Actividades clandestinas

Según el Poder Judicial, que la condenó a 20 años de prisión, la academia de danza de Maritza Garrido Lecca era una fachada para encubrir las actividades que desarrollaba en favor de la agrupación terrorista y su líder, que a inicios de la década de 1990 era el hombre más buscado del país.

La sentencia indica, además, que en una computadora que se incautó durante el registro al domicilio de la bailarina se halló documentación sobre Sendero Luminoso, así como anuncios publicitarios en los que se leía: "Clases de baile y expresión corporal, miércoles y viernes para niños de tres a cinco años; en Gral. Silva 431, San Antonio, Miraflores", dirección donde anteriormente funcionaba su academia. Ella alegó que eso era falso.

Ante las instancias judiciales, Maritza Garrido Lecca nunca ha aceptado su pertenencia a Sendero Luminoso. Siempre se declaró inocente bajo argumentos que los magistrados jamás creyeron. Dijo que arrendó el inmueble en la Calle 1 de Surquillo —donde fue detenida junto a Abimael Guzmán— con la finalidad de vivir con su entonces pareja Carlos Incháustegui y dar clases de danza.

 Asimismo, refirió que por cuestiones económicas subarrendó el segundo piso del inmueble a una mujer llamada "Rayda Oscate", supuestamente sin conocer que se trataba en realidad de Elena Yparraguirre, alta dirigente senderista y pareja de Abimael Guzmán. Explicó que fue Incháustegui quien le presentó a Yparraguirre, pero con su nombre falso, y esta manifestó que se alojaría en la segunda planta, donde viviría sola.
 

documento
Resolución judicial con la que la bailarina fue condenada.

 

Sin arrepentimiento

Maritza Garrido Lecca solía utilizar su segundo nombre Yolanda y, en varias ocasiones, apellidos ajenos cada vez que pretendía alquilar un inmueble a través de terceros. Así lo hizo en el caso de la casa donde fue detenida. “Yo he usado mi segundo nombre por una situación familiar y personal”, se limitaba a señalar ante las autoridades.

Sobre sus dos presentaciones públicas en las que expresó arengas en favor de Sendero Luminoso y Abimael Guzmán, sostuvo ante el Poder Judicial que su actitud se debió a la tensión y desesperación que sintió por las más de 12 horas de detención. Llegó a decir que como las demás personas levantaron el brazo, ella también lo hizo de manera inconsciente, sin medir las consecuencias. El tribunal tampoco creyó ninguna de sus justificaciones. 

En los archivos judiciales están sus declaraciones que contrastan con las arengas en favor de Sendero Luminoso que lanzaba desde el penal y que las cámaras de televisión han perennizado. Arrepentimiento no hay. Con toda su juventud dejada en prisión, hoy a sus 52 años Maritza Garrido Lecca recuperó su libertad ante la vigilante mirada de las autoridades y la voz de un sociedad que moralmente la sanciona y que recuerda aquellos años de violencia que nadie quiere se vuelvan a repetir.