Por John Rodríguez Cerna* | 20 de diciembre del 2021
"Buenos días, don Epifanio", se escucha. Él levanta la mano y responde con generosidad. Su caminar cansino es seguido con admiración y respeto. Epifanio Olivos tiene 73 años de edad y es, por segunda vez, Juez de Agua de la parte alta, una de las dos zonas en las que está dividido el distrito de Corongo, en Áncash, y ya se inscribió para serlo nuevamente el 2032, en la parte abajo.
Don Epifanio explica que, en Corongo, ser Juez de Agua es uno de los actos más importantes en esta localidad. Por eso, la lista de inscritos para ocupar este cargo en el libro de registro de la Comunidad de Regantes está cubierta hasta el 2032. Este es un tipo de juez que no firma sentencias, pero sí toma decisiones importantes: cuida que no escasee el agua durante los 365 días del año y organiza las principales fiestas típicas en nombre de este recurso del que dependen todos.
—Aquí, el agua es como oro —proclama Epifanio Olivos—, hay que cuidarla.
Los Jueces del Agua es una estructura organizativa creada por los habitantes de esta ciudad del norte de la región Áncash. Ellos gestionan el abastecimiento de agua y cultivan, al mismo tiempo, la memoria histórica local, cuyos orígenes datan de la época prehispánica. Sus valores sociales se basan en la empatía, la equidad y la solidaridad, según destaca la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
El sistema tradicional de Jueces de Agua fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación por el Ministerio de Cultura, en el 2013, por su valor histórico, pues considera que acopla una tradición indígena con influencias españolas que impacta de manera positiva en la vida cotidiana de los ciudadanos de Corongo.
El sistema de los Jueces de Agua ha dividido al pueblo en dos: Parte arriba para propietarios de terrenos agrícolas ubicados en la zona norte del distrito y parte abajo, para los del sur. Para cada sector, existe un Juez de Agua. Cada autoridad cuenta con el apoyo de pobladores denominados Campos y Cabecillas. Los Campos son encargados de supervisar el cumplimiento de las disposiciones del juez, mientras que los Cabecillas son el soporte para el desarrollo de la fiesta patronal de la ciudad.
Parte del trabajo que realizan los Jueces del Agua está articulado al mantenimiento y recuperación de la infraestructura natural. Vivien Bonnesoeur, especialista del Consorcio para el Desarrollo Sostenible de la Ecorregión Andina (Condesan), precisa que se considera como infraestructura natural a los suelos, la vegetación, la geología, los ríos y los humedales que forman los ecosistemas.
—Yo tengo seis Campos, ellos son mi apoyo —explica Epifanio Olivos, en referencia a los supervisores—. A veces, es difícil conseguir Campos, pues el trabajo es sin paga y tienen que dedicar 15 días al mes para supervisar el adecuado uso del agua que piden los usuarios.
Don Epifanio habla con frases cortas. A veces, responde con monosílabos, estilo que cambia cuando comenta con orgullo que el 2032 será nuevamente Juez de Agua. Será la tercera vez que ocupe tan importante cargo. La primera ocasión fue en el 2008. A pesar de los años transcurridos, Epifanio asegura que mantiene sus ideales y el compromiso con las tradiciones de Corongo.
Una de las costumbres andinas vinculadas con el agua es la limpieza de los canales de regadío. Esta actividad se realiza en los meses de sequía, lo que garantiza que, en época de lluvia, el agua transite con normalidad. En Corongo, la limpieza de las acequias se realiza el 7 y 8 de enero. La jornada comunal se inicia en el trasvase de Ocshamarca, un canal de cinco kilómetros de extensión que fue refaccionado el año 2000 y que adaptó su infraestructura inca a una de cemento para maximizar su utilidad y evitar la pérdida de agua, por derrumbes o bloqueos.
—Nuestros antepasados realizaban siembra y cosecha de agua. Nosotros traemos agua desde la laguna de Pojoj y desde el sector de Ocshamarca —cuenta Epifanio Olivos—. Nuestra función como Jueces del Agua es garantizar que nunca nos falte agua.
Don Epifanio se para sobre los canales y mira con satisfacción la gran cantidad de agua que este año baja de las alturas de Corongo. Los coronguinos, guiados por el Juez de Agua, se preocupan por abastecer sus canales durante todo el año. Para ello, usaban la laguna de Pojoj, que está formada por dos represas naturales, conocidas como hembra, la más pequeña, y macho, la más grande.
Con el transcurrir de los años y el cambio climático, fue necesario buscar mayores afluentes hídricos para abastecer sus necesidades de riego. Hoy, el principal afluente de agua es el río Corongo, que nace en las alturas del sector llamado Tuctubamba, y se abastece con las aguas de la laguna de Pojoj y del canal de Ocshamarca, que se nutre del río Quilloron.
Las aguas de Pojoj y de Ocshamarca se unen en el sector de Yacu Ishquimoj, donde se inicia el incremento del caudal del río Corongo. Luego, son distribuidas equitativamente por los canales Mashjonja, para la parte arriba, y Ayatajshakuna, para la parte abajo.
Don Epifanio cuenta que, desde el año 2000, han ido mejorando los canales de captación de agua y han hecho gestiones para ponerle cemento a los canales. "Antes, el agua que pasaba por los canales rústicos se rebalsaba constantemente y nos perjudicaba", recuerda.
Los miembros de la comunidad de Corongo aprovechan los canales de riego incas para garantizar el abastecimiento de agua de las comunidades. "La limpieza tradicional de estos conductos y su reforzamiento con material de concreto supone un mejor aprovechamiento de este recurso", explica don Epifanio.
Cuando don Epifanio camina supervisando los canales de regadío es como si no existiera nada a su alrededor. Su concentración solo se rompe al observar algunos conductos sucios o cuando observa cómo algunos pobladores usan el riego por aspersión. Cada terreno tiene una dotación de agua por horas y su ciclo de distribución es quincenal.
Siembra de agua y tradición
Los canales de riego principales son Mashjonja, para la parte arriba, con una extensión de 2.5 kilómetros, y Ayatajshakuna, para la parte abajo, con una extensión de 1.5 kilómetros. Estos acueductos llevan agua a los reservorios de Pariacana y Mirador. "Es una forma de siembra de agua: acumular el recurso hídrico en tiempo de lluvia, con el fin de cosecharlo en la época de sequía", según destaca el Ministerio de Cultura.
Corongo se encuentra en el Callejón de Conchucos. Estudios realizados por el investigador Gilberto Collazos, señalan que su nombre proviene de la lengua Culle, cuyo significado es País del Agua. Por ello, no es raro encontrar en su territorio canales preincas que han sido refaccionados. Según algunos historiadores, como Fausto Liñán, en Corongo se diseñaron andenerías para el adecuado sembrío de papa y maíz, que eran abastecidos por los canales Cunyac y Ocshamarca, que se usan en la actualidad.
—El 7 y el 8 de enero de todos los años se realiza la limpieza general de todos los canales que traen agua a nuestros reservorios —explica el historiador Fausto Liñán—. Los canales pequeños los limpian los usuarios de cada sector.
En Corongo, los pobladores tienen el compromiso de no olvidar las costumbres ancestrales. Por ello, transmiten sus conocimientos a las nuevas generaciones, a través de estrategias como el proyecto Pequeños Jueces de Agua, destinado a estudiantes de nivel primario. Con esta iniciativa, los menores de edad son preparados por los docentes y los ex jueces de agua, como Juan Armijo.
—Queremos que las tradiciones se respeten, que todo lo que hemos heredado de nuestros abuelos se mantenga —reflexiona el ex juez Armijo—. El respeto por el agua y el medio ambiente, nuestros canales prehispánicos y nuestros valores deben permanecer por siempre.
Ser Juez de Agua en Corongo es respetar los valores ancestrales, tal como lo hicieron Ambrosio Cerdán, primer Juez de Agua en el Perú (1785), Francisco Liñán (Juez de Agua en 1933) y Humberto Malpica (Juez de Agua en 1968, 1989 y 2008), según lo registra el Ministerio de Cultura.
De acuerdo con las creencias de su población, los Jueces de Agua respetan los canales de riego construidos por los incas para generar prosperidad en la agricultura. Si bien la denominación de este cargo es española, la costumbre ancestral de uso sostenible del agua representa para las comunidades peruanas los valores de equidad y reciprocidad, según lo ha registrado la Dirección de Patrimonio Inmaterial del Ministerio de Cultura.
La población de Corongo ha sabido vincular estas prácticas con sus tradiciones, a través de los Jueces de Agua, como lo evidencia el relato de don Epifanio. Ellos se encargan de organizar las principales fiestas y, sobre todo, de gestionar y garantizar la sostenibilidad del recurso hídrico para su comunidad.