Esta tarde se despidió en Huamanga a la mujer símbolo de la lucha por los desaparecidos en Perú, entre cánticos y homenajes

Huamanga, Ayacucho.- Suena la guitarra ayacuchana y las madres de los desaparecidos cantan en quechua a ‘Mamá Angélica’, la madre fundadora, la mamá grande.  En el cementerio de Huamanga, la tarde del 30 de agosto, se ha enterrado a una luchadora social, justo en el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. Arquímedes, su hijo fue arrancado de sus brazos por los militares cuando aún era un adolescente. Ella no logró encontrarlo, pero en ese camino que emprendió, halló otros muchos hijos e hijas huérfanos a los que adoptó, alimentó y fortaleció.

Angélica Mendoza de Ascarza fundó la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecido del Perú (ANFASEP), junto a otras mujeres que buscaban respuestas sobre sus familiares. Eran tiempos complicados y aun así, surgió este movimiento  en busca de los desaparecidos de Ayacucho. En los años 90, este grupo organizado de madres que levantaron un comedor en Huamanga para los huérfanos y afectados de la violencia enfrentó ataques. El expresidente Alberto Fujimori declaró que Angélica era sospechosa de terrorismo. Maribel Escarza, su hija, asegura que ella sufrió mucho maltrato de las autoridades en Lima por ser quechuablante y no saber “expresarse” o “denunciar”.  

La madre Maura cuenta que el último 28 de agosto, como cada año, se encontraba en la vigilia por el Aniversario de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación en la Plaza de Armas de Ayacucho. La fecha es importante para los familiares de las víctimas del conflicto armado porque se trata de un documento donde se les reconoce y da voz. Eran las 3 de la tarde y ella tenía un presentimiento. Unos días antes, las otras madres de la Asociación comentaron que ‘Mamá Angélica’ estaba delicada de salud.

Juana Carrión, la presidenta actual de ANFASEP, dice entre lágrimas que “ellas creyeron que Angélica era inmortal”. La noticia llegó a la Plaza de Huamanga a las 4 de la tarde. Angélica Mendoza había fallecido de un ataque cardiaco. El corazón enorme de una mujer que luchó 34 años por encontrar la verdad se había detenido.

 

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Entierro de 'Mamá Angélica'  en Ayaucho. Foto: Gloria Alvitres - Convoca.

 

Hace 11 días, ‘Mamá Angélica’ asistió a la lectura del juicio de Los Cabitos en Lima. Fue una jornada de 6 horas de argumentaciones jurídicas  que se prolongó hasta la madrugada pero ella se mantuvo firme, mirando de frente a los funcionarios. Declaró a los medios, contó lo que le sucedió a Arquímedes en 1983.  No parecía estar cansada de luchar, de buscar respuestas. “No pueden pagar por mi hijo, porque su vida no tiene precio”, le dijo a la congresista Tania Pariona.

Pocos sabían que también libraba otra batalla: la enfermedad. Las hijas de ‘Mamá Angélica’ lograron el año pasado la tan esperada transferencia al Hospital Rebagliati en Lima. Tenía fibrosis pulmonar y había caído varias veces en cama. En Ayacucho no había especialistas para atenderla, las transferencias a la capital eran lentas, el personal de salud indiferente.

Ayacucho está de duelo, lo ha asegurado el gobernador regional, Wilfredo Oscorima Nuñez y ha resaltado la labor “de una mujer ejemplar, una luchadora incansable”. Angélica Mendoza fue velada en el local de la ONG de derechos humanos COMISEDH , luego fue recibida en la Catedral de Huamanga donde se realizó una misa en su honor. Se hizo un recorrido por la Plaza de Armas y se siguió camino al cementerio de la ciudad.  Al lado del ataúd estaban sus hermanas y otras madres de desaparecidos. Todas con las fotografías de sus hijos e hijas colgadas del pecho. Algunas caminaban lento o con alguna cojera. Son mujeres humildes que tras tantos años de espera enferman y envejecen.

¿Dónde están los desaparecidos? La Comisión de la Verdad y Reconciliación señaló que se registraron unos 69 mil muertos y en 2012 se logró determinar que existían más de 6 mil sitios de entierro clandestinos.  Cerca de 8 mil personas fueron detenidas y desaparecidas como consecuencia de la violencia vivida en Perú entre 1980 y noviembre de 2002, según la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Para el Ministerio Público la cifra llegaría a 15 mil.

Pero las madres no pierden la fe. La hija mayor de Angélica Mendoza, Carmen Escarza, aseguró que seguirán en la búsqueda de sus familiares y exigiendo justicia. “No permitiremos la impunidad”, dice y se quiebra. Los hijos y nietos empiezan a tomar el relevo.  Ya que solo se han condenado a dos responsables en el caso del cuartel Los Cabitos. Ambos sentenciados han fugado y la captura no se ha hecho efectiva. Lo que sí quedó claro en el juicio fue que hubo violación sistemática de los derechos humanos y que existió un crematorio de cuerpos, con la intención de no dejar rastro humano alguno. Este es uno de los motivos por los que se hace tan complejo el reconocimiento de restos de las víctimas y la ubicación de los desaparecidos.

El representante de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, Tito Bracamonte, recordó la valentía de Mamá Angélica cuando en 2006, en pleno proceso electoral, ingresó a la Plaza de Armas con una cruz que decía “verdad y justicia”. Los hijos que ella adoptó estuvieron presentes. “Fuimos unos 380 los que asistimos al comedor que fundaron las madres, ahora estamos de duelo y sentimos una profunda ausencia”, cuenta Sonia Letona Escalante, quien representó a los hijos de ANFASEP. Los ministros de Justicia y Cultura, María Soledad Pérez Tello y Salvador Del Solar, también llegaron al velorio y destacaron su coraje.

La congresista Tania Pariona presentará una moción en el Congreso de la República solicitando su reconocimiento como luchadora social.  La batalla de Mama Angélica trascenderá en el tiempo.