El derrame de petróleo de la empresa Repsol ha generado un daño incalculable en el ecosistema marino peruano. El toxicólogo Raúl Loayza advierte que las sustancias tóxicas del combustible se incorporarán a la cadena alimenticia del oceáno y podrían llegar a los humanos. Mientras que cientos de pescadores artesanales sin trabajo reclaman una compensación a la transnacional, las orillas de las playas vienen siendo limpiadas por trabajadores sin los debidos implementos de seguridad.

Desde que se reportó hace seis días el derrame de crudo de la gigante petrolera Repsol en el mar de Ventanilla, la enorme masa tóxica y aceitosa ya ha invadido 17 playas del centro del país, desde la Refinería La Pampilla, en el Callao, hasta el balneario de Peralvillo, en la provincia de Huaral, al norte de Lima.

La prensa he venido registrando en imágenes el impacto ambiental más inmediato: aves guaneras muertas sobre el mar, pingüinos exhaustos de huir del crudo, zonas de reserva rodeadas de una sustancia oscura y olas de hidrocarburo cubriendo las costas con un manto negro.

“En estos momentos lo que estamos viendo, en términos ecotoxicológicos, es la fase aguda del problema. Es la más alarmante e impactante porque es la que produce la mayor cantidad instantánea de muertes por exposición directa”, señala a Convoca.pe el ecotoxicólogo de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), Raúl Loayza Muro.

Sin embargo, según explica el especialista, el vertimiento de 6 mil barriles de petróleo en el mar peruano generará una contaminación crónica conocida como biomagnificación. Es decir, un proceso en el que el hidrocarburo va pasando a lo largo de la cadena alimenticia, desde los organismos más pequeños como el plancton hasta llegar al hombre.

Loayza alerta que la sustancia tóxica aún se extenderá hacia los litorales costeros de las regiones norteñas, impulsado por las condiciones ambientales y las corrientes marinas.

 

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Olas de petróleo dejan un manto negro en la orilla de la playa Santa Rosa, en Ancón. Foto: Adán Calatayud.

 

Hasta ayer, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) había determinado que este desastre ambiental se extendía en 1,7 millones de metros cuadrados de costa y 1,8 millones de metros cuadrados de mar. Pero la mancha negra ha seguido avanzando.

¿Cuál es la magnitud del daño causado? "Eso no lo sabemos, es bien difícil de decirlo. Cada derrame tiene características propias y dependerá mucho de la composición del petróleo. Una vez que se haya limpiado la sustancia, las autoridades deberán hacer un monitoreo permanente para determinar los límites de la dispersión", advierte el toxicólogo de la Cayetano Heredia.

Tampoco se puede determinar con exactitud el tiempo que demorará en desaparecer el crudo en el mar.

“Yo asumo que esto tomará meses, no uno ni dos, podría irse hasta medio año y más porque los hidrocarburos son persistentes en el ambiente y difícilmente se pueden degradar, transformar o desaparecer. Quedarán alojados en los sedimentos marinos, pegados como un chicle, y los organismos marinos los van a ingerir”, subraya el especialista Raúl Loayza.

 

Un riesgo para la salud

El impacto que el petróleo genera en la salud humana depende del nivel de exposición de cada persona a la sustancia. Este hidrocarburo es una mezcla muy compleja y sus componentes quedarán flotando como aceite en la superficie del agua, por lo que pueden ser ingeridos y acumulados por los animales y las personas, sostiene Loayza.

Al no ser solubles, será muy difícil que los humanos expulsen de su cuerpo estos elementos químicos a través de la orina o el sudor. De hecho, podrían permanecer alojados en el tejido adiposo (grasa corporal) por un tiempo. “En el caso de que una persona ingiera una cantidad importante de hidrocarburo a partir de alimentos como peces, podría presentar problemas gástricos", agrega.

 

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Aves perecieron tras el contacto directo con el crudo. Foto: Andina.

 

"Si manipuló el petróleo directamente con las manos, podría causar irritación en la piel y en los ojos. Sin embargo, los efectos más tóxicos se darán cuando la persona inhale directamente el petróleo o algún derivado de este, dependiendo de la cantidad a la cual haya estado expuesto. Lo primero que debe pasar es que las autoridades prohíban la salida de pescadores. No pesca, no bañistas, ni nada; así de simple”, comenta.

Ante este panorama, las autoridades deberán redoblar esfuerzos para realizar constantes monitoreos a lo largo del litoral a fin de determinar el efecto de la dispersión y la calidad de los recursos marinos. En tanto, cientos de pescadores artesanales de Ventanilla y Ancón viven en la incertidumbre de saber cuándo volverán a retomar sus actividades pesqueras.

Pescadores decepcionados

“Siento una indignación terrible porque prácticamente a mí sí me enseñaron a cuidar y respetar el mar, el sitio donde podemos recoger y recolectar recursos que sirven para comer. Ahora verlo tan afectado es realmente una gran pena y, peor aún, ver que ninguna autoridad se pronuncia por el balneario de Ancón donde el daño [del petróleo] también es grande”,  lamenta Kevin Villegas, pescador y secretario de defensa de la Asociación de Pescadores Artesanales de Ancón (Apescaa).

La Apescaa reúne a varias asociaciones que conforman más de 1200 socios, entre pesqueros, marisqueros y demás. Luego de ver su actividad paralizada hasta hoy por la destrucción de los recursos marinos que son el sustento de sus familias, anunciaron una serie de medidas. La primera es un plantón de reclamo, este sábado, en el muelle de Ancón.

El abogado Raúl Llacua, defensor legal de Apescaa, señala que en los próximos días buscarán sostener una mesa de diálogo con los miembros de Repsol para plantear las necesidades y compensaciones que la petrolera tendría que dar en favor de los pescadores, por la afectación a las familias que se han quedado sin trabajo y el daño que la sustancia tóxica ha generado en sus embarcaciones.

Hasta ahora, el gremio pesquero de Ancón, es el que mayor daño inmediato ha sufrido en su actividad laboral. Por eso, lamentan que hasta ahora no hayan tenido ninguna representatividad en las reuniones que han sostenido las autoridades, la sociedad civil y Repsol para buscar soluciones.

 

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Al menos 1200 familias vinculadas a la actividad pesquera en Ancón se han visto seriamente afectadas. Foto. Difusión.

 

“Ayer hemos intentado un diálogo en el distrito de Ventanilla, infructífero por todos lados porque solo pretendían recibir a un miembro para plantear las  necesidades y a mi persona. Eso no fue aceptado por el presidente [de Apescaa] ni por los directivos (...) y desistimos de continuar”, señaló Raúl Llacua, abogado de los pescadores artesanales.

De acuerdo con Llacua, Apescaa reúne a varias asociaciones (marisqueros, pinteros, etc.) con distintas necesidades. Por ello, se hicieron presentes cuatro voceros para hablar en nombre de cada grupo.

“El ministro del Ambiente estuvo. Bajó de su carro, saludó, le hicimos esa precisión [de que debían ingresar los cuatro] y dijo ‘ahorita lo autorizo’. Nos acercamos una vez más al personal de seguridad y lo que obtuvimos fue la devolución de nuestros DNIs y las gracias por haber concurrido.”

En tanto, el ministro del Ambiente señaló el último miércoles que Repsol se había comprometido a contratar a los pescadores afectados, pero el gremio Apescaa asegura que solamente lo ha hecho a través de empresas tercerizadas y a una "porción mínima" de ellos.

 

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Especialista alerta que el contacto directo con el petróleo puede causar irritación en la piel y en los ojos. Foto: Andina.

 

Según el abogado del gremio, la empresa remediadora Lamor Perú SAC contactó a los dirigentes para firmar un convenio con Apescaa, pero les advirtió que solo necesitaba de 30 a 50 embarcaciones, cuando el gremio reúne a más de 800 pescadores afectados. Ante la negativa de la asociación de firmar un convenio institucional, la compañía contratada por Repsol ha recurrido a acuerdos individuales, no directamente con el grupo organizado.

De cualquier modo, en una conferencia de prensa ayer por la noche, Mirtha Vásquez, presidenta del Consejo de Ministros, señaló que Repsol no puede contratar pescadores para "actividades que impliquen un riesgo".

 

Trabajadores sin protección

Mientras el desastre se sigue expandiendo, trabajadores sin adecuadas medidas de protección han estado limpiando el petróleo en las playas del litoral con simples recogedores domésticos, carretillas y baldes de pintura. En las imágenes difundidas por diversos medios de comunicación, además, se observa cómo algunos han estado usando simples mascarillas quirúrgicas, mamelucos de tela, botas de jebe y otros elementos que resultan insuficientes para su protección.

“Las mascarillas que usamos para protegernos contra el Covid-19 no sirven. Hay que usar una máscara con filtros porque el petróleo es volátil y con la cantidad que hay flotando en el mar y playas, puede haber irritación a los ojos. Tampoco puedo ponerme guantes quirúrgicos para agarrar petróleo, necesito de otro [implemento] industrial para manipular este tipo de componentes y que me aseguren que el hidrocarburo no va a pasar a la piel”, alerta el ecotoxicólogo Raúl Loayza.

 

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Imágenes difundidas en la prensa han evidenciado la falta de medidas de protección para los trabajadores. Foto: Andina.

 

Convoca.pe consultó a la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil) si tomarían medidas al respecto. El organismo supervisor aseguró que han destacado a tres inspectores para verificar en la zona si las personas que están realizando estos trabajos cuentan o no con los equipos de protección personal (EPP) y el Seguro Complementario de Trabajo de Riesgo (SCTR).

Así como estos trabajadores que han sido desplegados para limpiar el desastre ecológico ocasionado por Repsol, también han llegado entusiastas grupos de voluntarios ambientalistas al litoral afectado. Sin embargo, aún falta una coordinación efectiva para que la suma de esfuerzos sea realmente útil, segura y especializada.

Raúl Díaz Pérez, alcalde de Comas, ayer anunció con gran pompa el envío de sus obreras de limpieza municipal a las playas contaminadas. Las fotos que publicó las mostraba en medio de la arena sucia de petróleo, recogiendo la sustancia tóxica y provistas con los mismos materiales e indumentarias con que limpian las calles. Es decir, sin la protección necesaria para recoger un elemento tan contaminante como el crudo.

El vacío de liderazgo dejado por el Ministerio del Ambiente ahora lo están ocupando quienes buscan aprovecharse políticamente de esta catástrofe ecológica, incluso a costa de la salud de los personas.