Tania Pariona luego de la entrega de credenciales que otorgó el Jurado Nacional de Elecciones. Foto: Roy Zumarán
Conoce a la única representante de las comunidades indígenas en este Parlamento que nació en el pueblo ayacuchano de Cayara golpeado por el terror.
Tania Pariona Tarqui tiene 32 años pero desde que tenía apenas diez años de edad empezó a integrar organizaciones y movimientos en su lucha por defender los derechos de los pueblos indígenas. Admite que reconocerse como mujer indígena le tomó diecisiete años pero hoy cuenta con orgullo su travesía en conferencias internacionales y encuentros en el Perú en los que ha expuesto el trabajo de sus hermanos ayacuchanos y de otras comunidades indígenas por conservar sus tradiciones originarias. Es la única congresista en este período legislativo, "con adscripción indígena, autoafirmada y con una agenda programática" asegura luego de agregar que "en el Congreso hay más indígenas" pero que no se reconocen como tal a pesar de hablar una lengua originaria. En el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, Tanía Pariona hace un recorrido por las luchas que emprendió desde niña en su natal Cayara (Ayacucho) hasta llegar al Congreso.
¿Qué significa para usted identificarse como miembro de una comunidad indígena?
Es importante entender que la identidad indígena no es solo tener un elemento evidente, como nuestros trajes típicos, vestimentas o algún símbolo. Se trata de identidades dinámicas, que se pueden reafirmar. Seguir siendo nosotros mismos a pesar de usar un jeano unos tacos. Para mí, la vestimenta es de reivindicación política y puede ser un traje de gala como lo es un saco, una corbata o un vestido moderno. Por eso lo usé en la ceremonia de juramentación al igual que en conferencias locales, nacionales y en el extranjero. Una vestimenta que puedo usar sin problema en cualquier día en el que yo lo decida. El hecho que lo use no significa que yo si soy indígena y quienes no lo usan no, se trata de no perder la esencia de nuestra identidad.
¿Cómo fue construyendo esta identidad?
Yo reconocí que venía de una familia con cultura, con identidad, a los 17 años, y lo afirmé tiempo después cuando conocí el liderazgo de mujeres y hombres indígenas de otros países y culturas. Cuando reconocemos quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde queremos caminar es cuando nos podemos empoderar para la defensa de nuestros derechos. Muchas veces me pregunté por qué tenemos tantas barreras por superar en el país, entre ellas, el racismo y la discriminación, y fue así como he ido tomando conciencia. A esta construcción de mi identidad han aportado muchos actores: mujeres mayores, profesionales y no profesionales sobre todo, lideresas de base, indígenas de mi pueblo, mis abuelos, pero también lideresas de otras partes del mundo.
¿Qué mujeres inspiraron su participación como líder indígena?
Lideresas como Rigoberta Menchú y Rosalina Tuyuc, mujer maya de Guatemala, defensora de los derechos humanos y viuda del conflicto armado. En el Perú, Tarcila Rivera Zea, una hermana quechua de la provincia de Vilcashuamán, en Ayacucho, que ha podido contribuir en la formación de muchas generaciones como la mía en este proceso de construir y reconstruir nuestras identidades desde el mundo urbano y también rural.
Antes de los diecisiete años, ¿qué barreras tuvo que enfrentar para fortalecer su identidad?
La escuela es un espacio donde tu identidad es vulnerada por compañeros, docentes, la metodología de enseñanza, todo el estigma que está detrás del entorno rural. He tenido experiencias concretas sobre racismo y discriminación pero también he presenciado niños obligados a cantar el himno nacional en castellano. A los diecisiete años, ya participaba en el Movimiento Nacional de Niños y Adolescentes Trabajadores porque yo también trabajé cuando era niña. Es allí donde tuvimos espacios de encuentro con niños del norte, de la Amazonía, no necesariamente indígenas. He desarrollado el empoderamiento de mis derechos desde muy pequeña, cuestionándome a mí misma pero también lo que veía que no era correcto, que no encajaba en un país como el nuestro. A veces como me ven con sombrero, la gente cree que no soy profesional como un periodista que me preguntó "¿Estudiaste algo?" luego de la juramentación. Yo no ataco ni juzgo porque estamos todavía en un país que tiene estigmas y estereotipos. He conocido mujeres en traje que son abogadas, doctoras. Ellas son mis referentes para seguir siendo yo misma a pesar de tener títulos o grados.
Usted ingresó a los diez años al programa Ñoqanchiq impulsado por el centro de culturas indígenas Chirapaq…
Empecé practicando danza, dibujo, el arte del retablo, que pertenece a la cultura ayacuchana, como parte del trabajo que hizo Chirapaq en barrios periurbanos de Huamanga con niños que somos hijos de familias desplazadas después de la violencia política. Quienes nos enseñaban no eran profesionales, eran los "yachaj", adultos mayores de nuestros pueblos que poseían este conocimiento. Por ejemplo, recuerdo mucho a Mama Toribia, una mujer del distrito de Ayahuanco, en Huanta, quien nos enseñaba en quechua a tejer el chumpi, el telar en cintura. No fue necesario un profesor calificado para aprender arte, era una transmisión generacional.
¿Su familia también fue víctima de la violencia que sufrió el pueblo de Cayara durante el conflicto armado?
Mis padres directamente no, pero sí mis familiares cercanos. Además en nuestra comunidad casi no hay distancia entre familias porque somos un solo ayllu. Mis padres migraron por la violencia a Huamanga y una vez allí se conformó una asociación de desplazados de Cayara que hoy constituye un gran grupo social en la provincia. Crecí en Huamanga pero nunca perdí el vínculo con mi pueblo porque parte de mi familia vive allí. Gracias a ello aprendí el quechua. Ya en la Universidad, integré el frente estudiantil Hijos de Cayara. Juntamos a otros jóvenes en el año 2000 al ver que en el pueblo existía una necesidad de aportar desde lo que aprendimos en la Universidad. Fuimos al pueblo a realizar talleres, juntar a las mujeres, abordar temas de salud, y otras actividades que empezamos a realizar progresivamente. Decidimos unirnos para apoyar al pueblo de Huamanga y a los jóvenes que migraron para estudiar, 90% de ellos no tenían casa, vivían en un cuartos alquilados o trabajaban todo el día.
¿Pero siendo niña no entendía muy bien la situación de violencia que vivía Cayara?
En ese momento no, yo vivía el arte con los niños y trabajaba frente a una precariedad económica. No era consciente de lo que estaba viviendo mi pueblo pero muchos otros jóvenes que sí estuvieron en la comunidad recuerdan el impacto que la época de la violencia tuvo en ellos. Lo que quedó marcado para todos fue el grado de inseguridad que existía, no saber si tu papá iba a volver vivo o no. Quienes nacimos entre la década de los 80 y 2000 somos hijos nacidos en contexto de conflicto o de desplazamiento por violencia por ello no somos ajenos a este escenario.
¿En qué momento decide dar postular como congresista?
Me invitaron a formar parte de algunas listas para alcaldía, como consejera regional pero siempre fui muy crítica de la política común en la que te inscriben porque eres mujer o para cumplir la cuota de representantes jóvenes. Sin ser candidata he podido desarrollar otros proyectos con mi pueblo. Pero decidí postular cuando sentí que todo lo que había trabajado en los espacios sobre política pública no transcendía en términos legislativos. En un momento sentí que no iba a ganar porque el contexto de la campaña mostraba que quien tenía dinero era el rey por las pintas y las dádivas. Me pregunté cómo iba a enfrentar una campaña de ese tipo si no tenía las herramientas para hacerlo. Pero lo asumí con la idea de que nos debemos a la confianza de nuestros pueblos, no a un congresista, a la oposición, ni siquiera al partido.
¿Qué comisiones desea integrar?
Principalmente la comisión de pueblos andinos, amazónicos, afroperuanos y la de derechos humanos porque también tenemos una agenda de memoria, reparación, justicia y verdad. Nuestra tarea es incidir en el Ejecutivo para que se garantice un presupuesto que permita implementar la ley de búsqueda de personas desaparecidas. Por ahora, el Ministerio Público y las carteras de Justicia y Salud deben formular un presupuesto para valorar qué significaría en términos de inversión implementar la ley. Sobre políticas de memoria, seguiremos algunos casos de judicialización. El doce de agosto vamos a tener una conferencia con las familias de Accomarca porque se cumple 31 años de la masacre y vamos a acompañarlos en su reclamo de justicia. El caso de mi pueblo, Cayara (que sufrió una matanza perpetrada por miembros del Ejército durante el conflicto armado interno) está archivado. Hay mucho que hacer.
Actualización: 10 de agosto de 2016. Hora: 1:20 p.m.
La parlamentaria por la región Ayacucho, Tania Pariona, presentó en conferencia de prensa las propuestas de su agenda parlamentaria para la defensa de los derechos de los pueblos indígenas en el Perú. En la reunión organizada con motivo del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, la congresista del Frente Amplio presentó junto con su compañero de bancada, Marco Arana, el proyecto de Ley 005/2016-CR que propone incorporar el proceso de consulta previa en la promulgación de medidas legislativas que afecten directamente a las comunidades indígenas. "La propuesta de consulta legislativa a las comunidades fue aprobada en el anterior Congreso pero no logró abordarse en el Pleno. Por eso hemos decididó retomar este proyecto", agregó Pariona quien puntualizó que su agenda parlamentaria tendrá un enfoque indígena y de protección a los derechos de niños y mujeres de las zonas andinas y amazónicas.
Las propuestas de la parlamentaria incluyen un proyecto para la creación de distritos electorales indígenas que permitan la participación de las comunidades en la reforma electoral y la elaboración de un proyecto de ley sobre todas las formas de discriminación racial y étnica a los Pueblos Indígenas y Afrodescendientes. A la presentación en el Congreso también asistieron Jorge Prado de la Confederación Campesina del Perú (CPP), Ketty Marcelo de la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP), Lourdes Huanca de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú (FEMUCARINAP), Antolín Huáscar de la Confederación Nacional Agraria (CNA) y Robert Guimaraes de la Federación de Comunidades Nativas de Ucayali y Afluentes (FECONAU), el congresista de Peruanos por el Kambio, Alberto de Belaunde y los representantes del Frente Amplio, Marisa Glave e Indira Huilca.