A inicios de enero supervisores del Organismo Nacional de Sanidad Pesquera (Sanipes) llegaron al muelle de Ancón para verificar que el pescado que se desembarca en este lugar estuviera apto para el consumo humano. Esto luego de que más de 11 mil barriles de petróleo de la multinacional española Repsol se derramaran en el mar de Ventanilla (Callao), cerca de allí, en enero del año anterior.
Los fiscalizadores vieron cómo llegaron unas 10 toneladas métricas de perico, cargamento al que le practicaron una “evaluación sensorial”, según el reporte fechado el 11 de enero del 2023 y publicado en la web de la entidad. También conocido como examen organoléptico, este sencillo método consiste en ver, oler y palpar el producto marino para constatar que se encuentra fresco y, por tanto, es inocuo para las personas. El resultado de la inspección fue “conforme”.
Los supervisores de la autoridad sanitaria pesquera también visitaron dos mercados: el minorista Mi Pesca–Minka, en el Callao, y el mayorista Serinpes, en Villa María del Triunfo. En el primero hicieron un “análisis sensorial” de conchas de abanico, choros, langostinos, entre otros mariscos, y señalaron que estaban “conformes”. En el segundo analizaron también con el método organoléptico especies como la liza, el jurel y la pota, y concluyeron que “no se observa presencia de parásitos ni de combustible”.
Al final del reporte del 11 de enero, a modo de conclusión, indicaron: “No se evidencia presencia de olores a hidrocarburos en los recursos pesqueros, peces y moluscos bivalvos”. Es decir, según sus sentidos, no habría de qué preocuparse: podemos comer pescado.
Al menos entre noviembre pasado y enero del 2023, Sanipes ha usado el método “sensorial” para acreditar que el pescado esté libre de contaminantes. Esto se aprecia en los reportes llamados “Acciones de Fiscalización Sanipes post Derrame de Petróleo en Mar de Ventanilla”, que la entidad ha venido produciendo todas las semanas y que están disponibles en su web. Luego de fiscalizar aleatoriamente tres desembarcaderos pesqueros y tres mercados más o menos cercanos a la zona de la emergencia, el resultado ha sido siempre el mismo: que los recursos del mar están “conformes”.
¿Es suficiente oler y palpar un pescado para acreditar que está apto para el consumo humano? Dos biólogos marinos consultados para esta nota: Antony Apeño, de la ONG CooperAcción, y Juan Carlos Riveros, de la ONG Oceana, explican que sí en circunstancias normales. Pero no cuando ha habido un derrame de más de 11 mil barriles de petróleo en el mar.
“El método sensorial debería ser usado solamente para ver la frescura del pescado. No te sirve para ver contaminantes”, dice Apeño, graduado de la Universidad Científica del Sur. Precisa que el petróleo derramado al mar, con el paso de los meses por acción de múltiples factores ambientales, se va descomponiendo, va perdiendo su consistencia, color y olor habitual, y deriva en una serie de componentes tóxicos invisibles e inodoros que ingresan en el organismo de los pescados y mariscos.
El más conocido de estos componentes tóxicos son los Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos (HAP), que llegan a los músculos y órganos de los animales de mar y que pueden causarles problemas reproductivos y malformaciones. Si una persona consume durante años, de manera frecuente, pescados con este contaminante puede desarrollar complicaciones de salud, incluso cáncer, explica Riveros, biólogo de la Universidad Nacional Agraria La Molina.
Viendo u oliendo un pescado evidentemente no se puede saber si tiene HAP. La única manera de averiguarlo es enviándolo al laboratorio. Ahí, explica Apeño, se tendrían que analizar los órganos del animal (el sistema respiratorio, el digestivo, los hígados, por ejemplo) y, especialmente, sus músculos. “Los músculos del pescado son lo que nosotros generalmente consumimos”, remarca. El cebiche, uno de los platos estrellas de la gastronomía nacional, se hace con músculos de pescado.
El método “sensorial” que usa Sanipes “es completamente insuficiente en el contexto de una emergencia ambiental como la que tuvimos en el caso de Repsol”, recalca Riveros. “Una autoridad que supuestamente es responsable de comprobar la idoneidad del pescado que vamos a consumir no puede hacer lo mismo que hago yo o que hace mi mamá en el mercado para comprobar la frescura del pescado. ¿Dónde está la capacidad técnica del órgano rector?”, se pregunta el director científico de Oceana.
Coincide con Apeño en que se tiene que enviar al laboratorio muestras de pescado para obtener resultados fiables. “Hay que hacer análisis a nivel de química analítica para determinar los Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos, sobre todo en los tejidos de los peces. Tienen que analizar el músculo, los hígados, los riñones de los diferentes organismos”, detalla.
Riveros explica que eso es lo que se hace en países desarrollados como los de la Unión Europa y en Estados Unidos en casos de derrames de petróleo. Los HAP pueden permanecer durante muchos años en el mar y, por tanto, en los peces, por lo que conviene hacer un seguimiento a largo plazo en el laboratorio.
Comenta que en el Perú hay algunos laboratorios capacitados para hacer el análisis de los Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos en muestras de pescados y mariscos. Uno de ellos es Cerper, ubicado en La Perla, Callao. De hecho, en febrero del año pasado Sanipes envió 16 muestras de agua de mar a este centro de análisis para que verificara si tenían hidrocarburos. El resultado fue que todo estaba “conforme”, según un informe técnico fechado el 22 de marzo del 2022.
“Nos pareció rarísimo que Sanipes hiciera el análisis de hidrocarburos en agua de mar, no en los peces”, cuenta Juan Carlos Riveros. “Nosotros no tomamos agua de mar, nosotros comemos peces, crustáceos, mariscos”, añade.
Por su lado, el biólogo Antony Apeño, que ha hecho para CooperAcción un análisis de los reportes de Sanipes de entre noviembre del 2022 y enero pasado, menciona otra falencia en el trabajo de la autoridad sanitaria luego del derrame causado por Repsol: la poca fiabilidad de los datos recogidos en los mercados.
“A los mercados que visita Sanipes llegan recursos hidrobiológicos no solamente de la zona afectada, sino de todo el Perú. No podemos saber si es que esa pesca que se está analizando es de la zona de afectación. El mercado de Villa María del Triunfo, por ejemplo, recibe productos de Piura, Chimbote, Trujillo”, explica. La falta de trazabilidad de los recursos marinos en el Perú dificulta la investigación.
¿Por qué Sanipes no hace un análisis de hidrocarburos en muestras de pescados y mariscos enviadas al laboratorio? ¿Es suficiente con oler y palpar los recursos marinos para garantizar su inocuidad en el contexto de una emergencia ambiental como la de Repsol? ¿Cómo se aseguran que los productos marinos inspeccionados en los mercados corresponden a la zona afectada? Convoca.pe envió estas preguntas por correo electrónico a la entidad, pero hasta el cierre de edición no obtuvo respuesta.
Sanipes dice en su página web que su misión es “garantizar la sanidad e inocuidad en toda la cadena productiva de la actividad pesquera y acuícola, con el propósito de proteger la vida y la salud pública, interviniendo mediante la vigilancia, control, habilitación y certificación sanitaria eficaz y oportuna”.
Cabe preguntarse si esto se está cumpliendo luego del derrame de Ventanilla. O, dicho de otro modo, si podemos llevarnos un pescado a la boca con total tranquilidad.