A ocho horas de la ciudad de Lima en bus, se ubica el distrito rural de Miraflores, donde la población ha recuperado estructuras preinca para mejorar el riego de los pastos y así alimentar de manera eficiente al ganado, que representa su principal fuente de ingresos. Son 80 familias que se dedican a la ganadería y que, a través de la siembra y cosecha de agua, han logrado hacerle frente a la sequía, uno de los efectos del cambio climático.

Miraflores.- Una corriente de agua brota del subsuelo: es el manantial Yanacancha que discurre por las estructuras de piedra que fueron construidas por los Yauyos hace cientos de años. Este manantial hace su camino por más de 3 kilómetros hasta la comunidad de Miraflores a 3600 metros sobre el nivel del mar, en la provincia de Yauyos (Lima), dentro de la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cocha. El abastecimiento de agua proviene de diferentes fuentes como los nevados, lagunas y pantanos, pero la principal fuente de agua para consumo de la población de Miraflores viene desde el manantial Yanacancha.

“Hemos cercado los diques para la conservación del agua y los bofedales. Antes todo el ganado entraba y por eso ya no había ojos de puquios [manantiales], pero ahora gracias a las cercas ha crecido pasto y también hay más caudal de agua y eso lo dirigimos a los abrevaderos para el ganado”, nos cuenta Felipe Cochaches, presidente comunal de Miraflores. 

Los diques son estructuras de piedra construidas en la época de los Yauyos, en la etapa preinca, que ayudan a retener el agua que sale del manantial, almacenándolo en la superficie y formando lagunas, explica Elmer Segura, antropólogo del Instituto de Montaña. De esta manera el agua no se pierde y discurre lentamente contribuyendo al mantenimiento de los bofedales, una de las técnicas conocidas como "siembra de agua".

En cinco de las seis lagunas que se han formado en Yanacancha, como parte de este proyecto, también crece la totora, planta que purifica el agua, y se han sembrado quinuales alrededor de los diques para conservar la humedad. Pero si existe una siembra de agua, también hay una cosecha a través de la canalización del agua hacia zonas destinadas para el pastoreo de los animales en donde estos pueden alimentarse y beber agua de los abrevaderos construidos.

foto_Agathe_Dupeyron
Los diques retienen el agua de los manantiales formando lagunas. Foto: Agathe Dupeyron.
Autora_Agathe_Dupeyron
Los diques están protegidos por las cercas que colocaron los miembros de la comunidad de Miraflores. Foto: Agathe Dupeyron.

En total son 50 mil metros cuadrados que fueron cercados por los comuneros para proteger y conservar los diques. ¿Qué conocían de estos diques? “Nada”, dice Sergio Romero, joven comunero de 33 años de edad. “Los antiguos han trabajado en todo esto pensando en el futuro”, reflexiona Sergio con entusiasmo, quien narra que además se han implementado otras medidas como el sistema de pastoreo por rotación. 

“Antes nuestros animales estaban en desorden”, dice Felipe Cochaches, presidente comunal de Miraflores. Así es que se implementó un sistema rotativo de pastoreo, con el objetivo de recuperar y conservar los pastizales. Se empezó a separar a los animales por especie y por zona. Los equinos pueden pastar junto con las llamas pero no con los ovinos, por ejemplo. Los abrevaderos ubicados en cada zona también han sido una gran ayuda para que los animales se mantengan en el lugar que se les asigna para pastar y beber agua de manera ordenada.

Como toda comunidad organizada, los miraflorinos tienen reglas que deben cumplir, como no tener más de 2 equinos por comunero, ni más de 20 vacunos. Los toros se deben vender máximo al cumplir un año con el fin de mejorar la raza. Cuentan que antes los toros criollos los vendían a 300 o 400 soles, ahora que son de una raza mejorada, los pueden vender hasta por mil soles. 

Autora_Jackeline_Cárdenas
Felipe Cochaches y Sergio Ramos frente a los andenes que rodean Miraflores. Foto: Jackeline Cárdenas / Convoca.pe

 

El cambio climático sí existe

Sergio Romero cuenta también que sus antepasados vivían en el pueblo de Huaquis, a dos kilómetros, pero por falta de agua tuvieron que movilizar a la comunidad entera en donde se encuentra ahora Miraflores. Huaquis quedó como un pueblo de piedra, un lugar arqueológico que es visitado en la actualidad por los pocos turistas que llegan a la zona. 

Walter Guzmán de 63 años, quien trabaja en la municipalidad de Miraflores como personal de registro civil, recuerda que poco a poco dejaron de aparecer los sapos que eran comunes inquilinos de la zona y ayudaban a la erradicación de plagas. Ahora rara vez se ve un sapo, tanto así que hace poco otra pobladora, Erlinda Rojas, vio uno entre sus plantas y se asustó.

Antes que se iniciara el proyecto de siembra y cosecha de agua, algunos de los problemas que notaban los comuneros era la falta de abastecimientos de pastos, las lluvias irregulares, el calor intenso en verano y las heladas que duran cada vez más. Todo ello desató la enfermedad de mal de altura a los animales que les provocaba la muerte.

El cambio climático no era un fenómeno cercano entre los comuneros. “Nosotros no creíamos en eso [el cambio climático]. Y como ya estábamos acostumbrados al sobrepastoreo, pensábamos que iba a ser difícil cambiar. Tomábamos decisiones pero pocos éramos los que cumplíamos. Demoró casi 3 años adaptarnos.” cuenta Sergio Romero sobre su experiencia. 

“Al inicio la gente se aburría [en las reuniones]. Decían por qué nos quieren limitar nuestro ganado, por qué quieren que nuestros animales se vayan a otro lado, están locos”, recuerda Sergio que esas eran las preocupaciones de la población, sobre todo de las personas mayores que eran los que más se resistían al cambio.

“Ahora no estamos como antes, nos sobra pastos”, ríe Felipe, el presidente de la comunidad.

Autora_Jackeline_Cárdenas
Agrupar a los animales para que pastoreen no fue tarea fácil para los miraflorinos. Foto: Jackeline Cárdenas / Convoca.pe

El proyecto de Adaptación basado en Ecosistema de montaña es promovido por diferentes organizaciones vinculadas a la conservación del medio ambiente como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNMUD), la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), cuyo ente ejecutor en el Perú es el Instituto de Montaña y fue financiado por el Ministerio Federal de Medio Ambiente de Alemania. Además tuvo el apoyo de otras organizaciones estatales como el  Ministerio del Ambiente del Perú (MINAM) y el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP). 

Juego en las alturas

Son las 4 de la tarde en Miraflores. Ni la altura ni la lluvia son impedimento para que los pobladores salgan a jugar fútbol y voley. El miércoles es el único día de la semana que se puede ver a la mayoría de la población reunida en un lugar común durante la semana para hacer deporte y divertirse. Entre algunas mujeres que están sentadas, abrigadas bajo una zona techada observando el juego, también se encuentra Agathe Dupeyron, la única extranjera en la comunidad.

Agathe Dupeyron es una arqueóloga francesa que vive desde hace un mes en Miraflores porque está realizando un estudio comparativo sobre cómo algunas ruinas ancestrales están siendo reutilizadas en la actualidad: “Este proyecto en particular me parece que funciona porque tiene un enfoque muy participativo. De alguna forma han enfrentado algo que preocupaba a la población, que era la escasez de agua, por ejemplo”, destaca.

“La gente aquí trabaja mucho, casi todo el día están en el campo. Casi todos tienen dos trabajos: en el campo y en sus tiendas. Lo que más me gusta de Miraflores, es el impacto de este proyecto, las personas tienen mucho conocimiento sobre el manejo de pastos y tienen muchas ganas de realizar otro proyectos.” asegura Agathe. 

Autora_Jackelin_Cárdenas
Mujeres de Miraflores y la estudiante francesa Agatha Dupeyron observando el partido de fútbol. Foto: Jackeline Cárdenas / Convoca.pe

 

Otra actividad casi tan importante como la ganadería es la siembra y cosecha de papas. Casi toda la población siembra papas nativas orgánicas, que crecen de forma natural gracias a las lluvias, al igual que la oca, el olluco y el maíz. En estos días de diciembre ya han terminado de sembrar papas. Tienen 80 variedades para venta y consumo.
 
Si bien Miraflores no es un lugar tan visitado como Huancaya, un lugar famoso por sus lagunas y cascadas, Felipe Cochaches afirma con tranquilidad que los proyectos convertirán a su comunidad en un lugar turístico algún día, pero cuando se puedan brindar todos los servicios, incluido el Internet. 

 

banner

 

Un lugar para florecer
 
Aunque Miraflores ha encontrado la clave para combatir los efectos del cambio climático, todavía no lo encuentra para disminuir la alta migración y baja natalidad, aunque son conscientes de ambas realidades. 

Nancy tiene 33 años de edad, aunque nació en Miraflores la mayor parte de su vida la hizo en Huancayo. Hace 2 años decidió venir con su esposo y dos hijos para radicar de manera definitiva en esta comunidad porque prefiere vivir en el campo, además porque considera que en la ciudad no hay tantas oportunidades como parece. 

“Desde que he llegado aquí he observado que hay muchas oportunidades para los jóvenes que terminan sus estudios secundarios y sus padres no tienen recursos para pagarles una carrera. Aquí se pueden dedicar a la ganadería, se gana bien con eso, pero no hay jóvenes, solo se están quedando aquí los mayores. Por eso yo les digo por qué botan a sus hijos, por qué nos les incentivan a que se dediquen a la ganadería. Aquí está mucho mejor que irse a la ciudad”, afirma con seguridad Nancy.

Nancy corre tras su hijo de 4 años que a pesar del frío no deja de jugar con el agua de la lluvia empozada. “Te vas a enfermar”, advierte Nancy a su pequeño pero él sigue jugando. Ambos se acercan a ver qué pasa con los equipos de fútbol, porque aunque el partido ha terminado un mal conteo de los goles altera al grupo. Las mujeres comentan: “¿no había mesa?”. Otra replica: “no, los de la mesa también se pusieron a jugar porque faltaba gente”. Ambas estallan de risa.

El final de la lluvia coincide con la parte más polémica del juego: qué equipo ganó o perdió 3 a 4. Todos se trasladan hasta la cancha del colegio secundario en donde las mujeres toman sus posiciones a los lados de la ned para jugar vóley. Los hombres más calmados las observan, entre ellos Mayer Flores, subprefecto de Miraflores y uno de los primeros guardaparques de la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas.

Mayer recuerda que en los inicios del proyecto el trabajo de concientización fue arduo pero ha traído sus frutos. “Tenemos más pasto, hemos mejorado nuestra calidad de ganado, además con la siembra de agua aportamos a disminuir los efectos del cambio climático,” cuenta.

Autora_Jackeline_Cárdenas
Al caer la noche las mujeres de Miraflores se enfrentan en un partido de vóley, actividad que realizan cada miércoles. Foto: Jackeline Cárdenas / Convoca.pe

Mientras observamos el juego, le pregunto a Mayer sobre qué futuro espera para sus dos hijas. “Como cualquier padre esperamos que nuestros hijos sean mejores. Que sean profesionales y si les gusta la naturaleza y pueden optar por una carrera relacionada me gustaría que vengan aquí y aportar. Uno tiene que ser agradecido con la tierra que lo vio nacer, contribuir en algo”.

Las luces del cielo se han terminado de apagar, la temperatura ronda los 8 grados, el juego de vóley ha terminado. Entre risas y bromas los miraflorinos van despidiéndose y regresan a casa para descansar. Son las 8 de la noche y las bodegas empiezan a cerrar sus puertas.

En el amanecer del jueves el único miraflorino que ronda la plaza principal es Mauro Crispín de 83 años, quien se levanta cada día muy temprano y sale a las 5 de la mañana a caminar, a modo de ejercicio. El encuentro con Mauro es la despedida que todo visitante foráneo quisiera tener, cuenta que aunque ha nacido en Miraflores tiene familia en Lima, Arequipa, Tacna y Santiago de Chile y junto a su esposa salen por algunas semanas a pasear por estas grandes ciudades. “La vida no lo debe vivir a uno”, dice Mauro con certeza.