El plomo, arsénico, cadmio y otros metales pesados ponen en riesgo la vida de más de 5 mil pobladores que viven en zonas mineras, petroleras e industriales en el Perú. Pero no solo son las micropartículas contaminantes que afectan los destinos de niños, mujeres, hombres y ancianos, existen millones de soles que en los últimos ocho años se han distribuido y ejecutado de manera ineficaz en hospitales y centros de salud que debieron atender oportunamente a estas personas. Como parte la serie investigativa, 'Expediente Tóxico, Convoca.pe construyó bases de datos, revisó informes médicos, análisis de laboratorio y entrevistó a toxicólogos para echar luces en un grave problema de salud pública postergado por años.

I. EL PRESUPUESTO DE LA INDIFERENCIA

—Mi hijo Deyvit tiene once metales—dice Yeni Huamán, de 35 años, cansada de enumerar la cantidad de micropartículas tóxicas que han invadido el pequeño cuerpo de su hijo de apenas siete años de edad: 0,33 miligramos de cadmio por kilogramo de cabello, 65 por ciento más del límite; 280 por ciento por encima del parámetro del letal arsénico, 43 mil 900 por ciento más del estándar tolerable en plomo y decenas de veces más del límite permitido en otros metales, según el laboratorio alemán MicroTrace Mineral. Yeni, una mujer de metro y medio de estatura, ojos achinados y rostro salpicado de pecas negras, nació y dio a luz a Deyvit en la gélida ciudad Cerro de Pasco, a 4 mil 300 metros sobre el nivel del mar, en la sierra sur del Perú. Ahí, donde un tajo minero con una profundidad de 190 pisos de un edificio, ha convertido a este lugar en islas salpicadas de polvo tóxico invisible pero silenciosamente contaminante, debido a las operaciones del proyecto minero Paragsha de la empresa Volcan, de la que 20.24 % de acciones pertenece a la familia Letts y parientes, y un poco más del 55% de sus acciones a la multinacional suiza, Glencore.

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Vista del tajo abierto en Cerro de Pasco. - Foto: Ottocarotto.

 

Si nuestro cuerpo fuera una casa, entonces las micropartículas de plomo y arsénico ingresarían por las ventanas, nuestros pulmones, o por la puerta principal cuando ingerimos comida cubierta con este polvo invisible. Luego, estos metales pesados circularán con el aire interior, la sangre, y por su naturaleza de átomo, lograrán corroer las paredes de nuestros órganos hasta cambiar su consistencia. El plomo oxidará las células, bloqueará los procesos del organismo, dañará el ADN por su potencial de generar mutación y enfermedades.

El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por su nombre en inglés), de Estados Unidos, advierte que el cadmio puede producir cáncer y en niños como Deyvit “daños en el riñón, pulmón y los huesos”. El arsénico irrita el estómago, los intestinos, afecta los vasos sanguíneos, produce alteraciones a la piel y los nervios. El plomo causa anemia, afecta al desarrollo del cerebro y del sistema nervioso de los niños, alerta la Organización Mundial de la Salud.

El registro de casos de exposición a metales pesados ha aumentado en 283% en Perú, entre 2012 y 2018: de mil 809 personas a 5 mil 135, de acuerdo con una base de datos entregada a Convoca.pe por el Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades mediante un pedido de información vía la Ley de Transparencia. De este universo, más del 80% de afectados son niños de hasta 11 años de edad.

En 2018, la región Pasco donde nacieron Yeni y su hijo Deyvit, concentró la mayor cantidad de casos registrados con 2 mil afectados por metales pesados: el 99% por plomo. Sin embargo, Yeni asegura que cuando van al centro de salud de Yanacancha, en Cerro de Pasco, la derivan de un lugar a otro como en el juego de la “gallinita ciega”.

—En la posta [en Pasco], nos dicen que no hay dinero, y cuando vamos al Ministerio de Salud [en Lima], nos dicen que han mandado dinero allá —relata Yeni con un gesto de indignación y hartazgo. Está cansada de que le hagan esperar en todos lados: en los hospitales, en los ministerios, en los pasillos, en mesa de partes, en la fachada de las entidades públicas.

 

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Yeni Huamán viaja de Pasco a Lima al menos dos veces al mes para buscar respuestas sobre la situación que le depara a su hijo Deyvit. - Foto: Edwin Montesinos / Convoca.pe

 

Ante las quejas reiteradas por falta de atención médica de los pobladores que viven en zonas mineras, petroleras e industriales y el registro alarmante de personas afectadas, Convoca.pe construyó una base de datos, como parte de la serie investigativa ‘Expediente tóxico’, con información del presupuesto destinado al programa de detección y tratamiento de metales pesados entre 2012 y agosto de 2019, que aparece en el portal de Transparencia Económica.

En forma simultánea, en los últimos cuatro meses realizamos reiterados pedidos de información al Estado para conocer la dimensión de este problema de salud pública. De doce solicitudes, solo una fue respondida: el número de casos de pobladores afectados por regiones, tipo de metal y edad, lo que nos permitió cruzar información para determinar cuánto presupuesto destina el Estado a los departamentos con poblaciones más afectadas y cómo gastaron el dinero público las direcciones regionales de salud, los hospitales y centros médicos adonde deben acudir estas personas que viven usualmente alejadas de las capitales de su región, sobre todo en la Amazonía y los Andes.

Lo que encontramos revela una atención estatal ineficaz y tardía con un alto costo social, humano. El presupuesto de 2019 destinado para atenciones a personas expuestas a metales sólo representó el 0.06% del total de recursos para el sector Salud con 12 millones 258 mil 88 soles.

Pero no solo se trata de pocos recursos, existe una mala distribución del presupuesto. Las regiones que registraron más personas expuestas a metales hasta diciembre de 2018 fueron Pasco, Callao, Junín, todas con más de mil afectados en cada departamento. Sin embargo, al año siguiente, en 2019, el presupuesto de esta región para la detección y tratamiento de personas afectadas por metales pesados se redujo en más del 75%.

Pasco y Callao aparecen este año por debajo de las 10 regiones con más recursos para atender a pobladores expuestos a metales tan nocivos como el plomo, el cadmio y el arsénico. Si se revisa las cifras en los últimos siete años, la historia se repite. Entre 2012 y 2018, Pasco recibió para la detección y tratamiento de personas afectadas por metales pesados, 5 millones 180 mil 762 soles (1 millón 702 mil 597 dólares), menos de la mitad de lo que obtuvo el Callao en solo un año, el 2013, con 10 millones 903 mil 849 soles (3 millones 583 mil 423 dólares).

 

 

Pero incluso en las regiones donde se destina más presupuesto como Cusco, la atención oportuna a los pobladores sigue siendo postergada. Carmen Chambi, una mujer de tez trigueña oscura y mirada seria, vive en la comunidad Alto Huancané, en la provincia cusqueña de Espinar, a unos 500 metros de la mina Antapaccay, operada por Xstrata Tintaya, que en mayo del 2013 se fusionó con Glencore, la multinacional suiza que controla el 50% del mercado mundial de cobre.

El hijo de Carmen, Yedamel, tiene 17 metales en su organismo. Por eso Carmen exige que el Estado determine si las operaciones mineras son el origen de la contaminación.

—Pido pronta atención, saber si tenemos alguna esperanza. ¿Habrá tratamiento?, ¿habrá medicinas? —pregunta Carmen mientras frunce el ceño. No siente que los recursos destinados a su región atiendan su necesidad cotidiana.

Los departamentos amazónicos Ucayali, Loreto, Madre de Dios y Amazonas figuran al final del ranking del presupuesto asignado en 2019 para atención a pobladores expuestos a metales. La selva sigue siendo la última en la lista.

 

Capitulo II. LA INEFICACIA Y EL RECLAMO DE ESPINAR

 

II. LA INEFICACIA Y EL RECLAMO DE ESPINAR

No solo existe una distribución ineficaz de los recursos desde el gobierno central a las direcciones regionales de salud, sino que lo poco que llega a las regiones tampoco se ejecuta en lo que más se necesita.

En 2019, catorce de veinticuatro regiones donde se implementa el programa de atención a personas expuestas a metales pesados no han gastado ni el 50% de su presupuesto, de acuerdo con la base de datos que construimos con información del portal de Transparencia Económica, actualizada al 17 de septiembre de 2019.  Entre estos departamentos figuran Loreto, Junín y Callao, 3 de las 5 regiones con más casos de pobladores expuestos a metales pesados.

Entre enero de 2012 y el 17 de setiembre de 2019, más del 80 por ciento del presupuesto para atención por metales pesados se usó en pago de personal y contratación de servicios.

Si revisamos las cifras de 2018, año en el que se registró el número más alto de casos de personas expuestas a metales, encontramos contrastes reveladores: de los más de 11 millones de soles (3.3 millones de dólares) que se gastaron en atención por metales pesados, casi 10 millones de soles (3 millones de dólares) se usaron para pagar personal y servicios. Es decir, más del 90 por ciento. Apenas se gastó un poco más de un millón de soles (299 mil dólares) para el rubro compra de bienes, que incluye adquisición de medicamentos, entre otros gastos como alimentos, vestuario, combustible y materiales de oficina.

En 2018, los centros de salud del Cusco lograron realizar menos de la mitad de las mil 640 atenciones que se habían propuesto para este año en acciones de atención preventiva por metales pesados y exámenes de detección de metales y tratamientos.

Carmen Chambi vive en Alto Huancané (Espinar) a 25 minutos en carro del Hospital Espinar, el más cercano a su comunidad, que realizó 204 de las 214 atenciones a personas que se propuso en 2018. Sin embargo, lo hizo con un presupuesto de apenas 226 soles (69 dólares) dirigido solo al proyecto de metales pesados. No se gastó ni un sol en medicamentos.

Si Carmen Chambi quisiera ir a otra provincia de Cusco para que atiendan a su hijo Yedamel, de 16 años de edad, que tiene en su organismo alta dosis de metales tóxicos que superan lo médicamente recomendado, ¿qué encontraría? Que en 2018, el presupuesto para la atención a metales pesados en Cusco fue de 754 mil 353 soles (229 mil 286 dólares) pero que no se gastó nada en medicamentos ni en suplementos vitamínicos para las personas afectadas. El 95 por ciento del dinero de este año se gastó en contratación de servicios con 286 mil 988 soles (87 mil 230 dólares) y personal nombrado, 430 mil 705 soles (130 mil 913 dólares).

Carmen está cansada de que los recursos no lleguen a Espinar, por eso viaja a Lima para reclamar.

 

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Carmen Chambi, madre y lideresa de Espinar, Cusco. - Foto: Edwin Montesinos / Convoca.pe

 

—Nosotros vamos a la regional de Cusco y nos dicen que no hay plata. Le decimos a nuestro municipio, y tampoco hay dinero — se queja Carmen, quien sospecha del mal manejo de los recursos.

En 2019, finalmente se destinaron recursos para la compra de medicamentos en Cusco, 132 mil 118 (39 mil 739 dólares), pero al 8 de agosto solo se gastó 39 mil 369 (11 mil 841 dólares), es decir ni el 30 %, y tampoco se destinaron recursos para la adquisición de medicinas en el Hospital Espinar.

Carmen Chambi sigue esperando.

Convoca.pe se comunicó telefónicamente con la Oficina de Prensa y funcionarios de la Dirección Regional de Salud de Cusco, pero nunca respondieron a nuestras consultas porque aseguraron que debían recibir la aprobación del jefe de esta institución, Darío Navarro. Hicimos nuestra solicitud a Navarro a través del correo electrónico y éste tampoco respondió.

 

Capitulo III. Amazonas: la selva olvidada

III.  AMAZONAS: LA SELVA OLVIDADA

De los 25 departamentos que reciben recursos para detección y tratamiento por metales pesados, las regiones de la Amazonía ocupan los últimos lugares en el ranking de presupuesto asignado entre enero de 2012 y el 17 de setiembre de 2019.

La región San Martín solo recibió fondos públicos para atención a pobladores afectados por metales en 2014, según el portal de Transparencia Económica del Ministerio de Economía y Finanzas, y Amazonas empezó a recibir estos recursos recién en 2013, un año más tarde del inicio de transferencias de dinero para las regiones desde el gobierno central para este tipo de atenciones médicas.

De acuerdo con el registro del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades, que depende del Ministerio de Salud, en la región Amazonas sólo se detectaron cinco casos de personas expuestas a metales en 2015 y 2016.  Sin embargo, pobladores y líderes comunales de esta región aseguran que existe un subreporte debido a que se encuentran en permanente peligro por agentes contaminantes.

 

 

En 2016, Nazareth fue una de las 10 comunidades awajún afectadas por el derrame petrolero de la empresa estatal Petroperú. Fueron más de 3 mil barriles de petróleo que llegaron hasta el río Marañón en la provincia de Imaza de la región Amazonas. Niños, jóvenes y adultos participaron del recojo del crudo, motivo por el cual siguen reclamando por atención especializada debido a que muchos síntomas como dolores de cabeza, mareos, cansancio extremo y heridas en la piel perduran hasta ahora luego de haber tenido contacto con el petróleo.

 

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Niños participaron del recojo de petróleo en el derrame ocurrido en enero del 2016 en la región Amazonas.

Foto: Rodrigo Lazo

 

En el informe final de la Red de Salud de Amazonas sobre la atención de salud que se brindó por el derrame de petróleo a estas comunidades, se identificó sólo a 39 personas con síntomas relacionados a la exposición por hidrocarburos: cefalea, dermatitis y náuseas. No les hicieron exámenes de laboratorio para determinar qué sustancias tóxicas ingresaron a sus organismos como consecuencia del derrame de hidrocarburos de la empresa estatal Petroperú. La recomendación médica principal a toda la población fue no tomar agua contaminada.

En una entrevista con Convoca.pe en agosto último en la ciudad de Bagua, el director de epidemiología de la Dirección de Salud de Amazonas, Eduardo Quezada, señaló que las 39 personas que tuvieron contacto con el petróleo no pasaron por exámenes de laboratorio, de sangre, orina o cabello, porque se consideró que no era necesario. Pero a raíz del derrame de petróleo de 2016 en las instalaciones de PetroPerú, la Dirección Regional de Salud elaboró una guía de intervención frente a este tipo de catástrofes ambientales, que fue publicada en marzo de 2019.

 

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Teresa Cuñachí, lideresa y madre de Imaza, Amazonas - Foto: Edwin Montesinos / Convoca.pe

 

Los médicos toxicólogos Hugo Villa y Ricardo Puell señalaron a este medio que el contacto con los hidrocarburos pone en riesgo la salud de las personas. Villa explicó que contienen solventes químicos que provocan daños en la sangre como disminución de glóbulos blancos y rojos, además que dañan el sistema nervioso. El impacto en la salud dependerá del tiempo de exposición con los hidrocarburos y cómo reacciona cada persona con este contacto.

El toxicólogo Raúl Loayza explicó que el petróleo no tiene cantidades de metales pesados que puedan dañar el organismo humano aunque las maquinarias ubicadas en la zona de la contaminación tras la extracción del petróleo, sí podrían provocar daños a la salud por metales.

Pero el presupuesto que se designó a inicios de 2016 para las atenciones a personas expuestas a metales tóxicos fue de solo 4 mil 395 soles (1300 dólares) y no se incrementó durante ese año a pesar del derrame de petróleo. De ese presupuesto, se gastó más del 50% en útiles de oficina y transporte; solo 1133 soles (335 dólares) se invirtieron en instrumentos quirúrgicos, repuestos o accesorios médicos. No figuran recursos destinados para medicamentos.

 

 

—Cuando vamos a la posta, nos dicen que no tienen medicinas. Que solo lo que llega es paracetamol, amoxicilina, ¿pero con eso nos vamos a tratar? —reclama Teresa Cuñachi.

La situación en el 2019 no ha cambiado mucho. El presupuesto de este año para atención a afectados por metales pesados es de 7 mil 411 soles (2232 dólares), de los cuales solo 424 soles (128 dólares) aparece en el rubro de medicamentes. Sin embargo, hasta el 17 de setiembre, no se había ejecutado ni un sol.

La coordinadora regional del programa presupuestal del área de enfermedades no transmisibles de la Dirección Regional de Salud de Amazonas, Jenny Medina, respondió a Convoca.pe por correo electrónico que “la estrategia sanitaria [de] metales pesados [...] es una de las más recientes en incorporarse al resto de las estrategias, por lo tanto la normatividad es relativamente nueva, y la implementación de dicha normatividad está en proceso en todas las regiones”.

 

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Nazareth, una de las 10 comunidades awajún que en el 2016 fue afectada por el derrame de petróleo del Oleoducto Norperuano de Petroperu. - Foto: Jackeline Cárdenas / Convoca.pe

 

La funcionaria reveló que “el presupuesto de la Estrategia [es distribuido por] los niveles centrales con los criterios de programación en el cual se atiende con mayor énfasis a las regiones que cuentan con alta producción minera y que por ende estuvo más expuesta al problema.”

Sin embargo, las regiones con mayor producción de minerales en 2018 fueron Arequipa, La Libertad, Áncash, Ica, Puno y Junín, según el Ministerio de Energía Minas. De estos departamentos, solo Puno se coloca dentro de las cinco regiones con mayor presupuesto durante ese año. La otra excepción es Pasco, que es el mayor productor de plomo en la región y tuvo el más alto presupuesto en ese año: 2 millones 201 mil 180 soles (669 mil 051 dólares) aunque en 2019 se redujo en 75 por ciento.

Pasco es precisamente la región que concentra la mayor cantidad de pobladores afectados por exposición a plomo.

 

Capitulo III. Amazonas: la selva olvidada

IV. LA LARGA ESPERA DEL CALLAO

—Necesitamos que hagan una evaluación clínica, y que digan de dónde sale esta contaminación, porque hasta el momento, nadie hace nada por estos niños afectados. No sabemos hasta ahorita si están mejorando o están peor —comenta Valerio Huamán, un hombre de más de 60 años, conocido por ser dirigente del asentamiento humano Virgen de Guadalupe, distrito de Mi Perú, en el Callao.

 

 

Decenas de familias viven en este asentamiento humano, a casi 180 metros de la fábrica de baterías de la empresa peruana ETNA, en una pequeña zona industrial en Mi Perú.

En 2016, la Dirección Regional del Callao realizó 497 exámenes de detección de plomo a niños que oscilaban entre 2 a 12 años de edad del distrito Mi Perú, de los cuales 119 tenían niveles de plomo por encima de los 9.9 microgramos de plomo en sangre permitido por la Organización Mundial de la Salud y los 5 microgramos que establece el Centro Nacional para la Información Biotecnológica de Estados Unidos.

Aunque los exámenes médicos que realiza la Dirección Regional de Salud del Callao son constantes, los resultados del laboratorio no se entregan ni con celeridad ni con orden, según los pobladores. “Nos dijeron el año pasado que la encargada había renunciado y no podían entregar los resultados”, asegura Elvira Arana, una madre que vive cerca de la fábrica ETNA.

Callao es la región que ha recibido la mayor cantidad de presupuesto para atender la afectación por metales pesados, con un presupuesto acumulado del 2012 al 2019 de casi 20 millones de soles (6 millones 498 mil 781 dólares). Pero al primero de agosto, Callao solo realizó 498 atenciones de las 2 mil 396 que se propusieron, un 20 % de sus metas de atenciones a pobladores expuestos a metales pesados.

 

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Karen Goicochea, madre de Virgen de Guadalupe, cuya hija tiene niveles que sobrepasan el límite permitido de plomo.

Foto: Edwin Montesinos / Convoca.pe

 

Aunque cada vez que se detecta que un niño tiene niveles de plomo que superan los límites aceptados por la comunidad científica, a  las madres les asignan un día para que vayan a pasar por exámenes clínicos en el hospital Daniel Alcides Carrión. Pero ellas se encuentran con varias dificultades.

—Es estar todo un día en el Carrión. Cuando fui hicieron pasar a mi hijo por distintas áreas, pero en un momento me dijeron que no se encontraba la persona encargada en Psicología y que tenía que volver más tarde. Así sucedió varias veces, así que ya no he vuelto. Yo tengo que trabajar —cuenta Karen Goicochea, madre de una niña con 21.83 microgramos de plomo por decilitro de sangre, que supera hasta en cuatro veces el parámetro de la Organización Mundial de la Salud.

 

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Virgen de Guadalupe se encuentra en Mi Perú, y es de los mayores focos de contaminación por plomo de la región Callao. - Foto: Edwin Montesinos / Convoca.pe

 

Si bien no existe presupuesto para personal nombrado en el Hospital Carrión, desde el 2015, cada año se ha destinado, más del 80% del presupuesto en la contratación de servicios, para la atención de expuestos a metales pesados. Incluso, en 2019, el 100% del presupuesto de este hospital fue enteramente para estas contrataciones.

Mientras que entre la Dirección Regional de Salud de Callao y el hospital Carrión se destinaron poco más de un millón y medio de soles, solo 8,25% del total, para la compra de bienes, donde se incluyen los gastos para medicamentos para tratar la exposicion a metales pesados, en este caso complementos vitamínicos como Crecimax Plus.

Mediante una carta enviada a este medio, ETNA evitó responder si su fábrica aún continúa operando en Mi Perú al lado del colegio Padilla. En el documento señala que “ETNA es permanentemente supervisada por entidades de control como el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental, el cual reconoce el cumplimiento de la normativa correspondiente por parte de la compañía”.

Este medio también se comunicó con la oficina de prensa de la Dirección Regional de Salud del Callao; sin embargo no obtuvimos respuesta.

 

Capitulo IV. La larga espera del Callao

V. PASCO: LOS NIÑOS DE PLOMO 

Pasco es la región que ha encabezado el ranking de casos de niños expuestos a metales tóxicos por lo menos en cuatro de los últimos siete años. Hasta 2018, se registraron mil 714 casos de niños, de los cuales el 99% resultó afectado por exposición a las micropartículas de plomo. Pasco lidera la producción de este mineral a escala nacional y tiene a la minera Volcan como su principal explotadora.

El recojo de evidencias sobre la exposición de metales tóxicos en la capital de la región, Cerro de Pasco, es abundante, principalmente en niños. Entre setiembre y diciembre de 2015, el Centro Nacional de Salud Ocupacional y Protección del Medio Ambiente (Censopas), que depende del Ministerio de Salud, tomó muestras de sangre a 83 niños y adolescentes de Pasco, que oscilaban entre 5 a 16 años. Los resultados de los exámenes arrojaron valores para plomo por encima de lo permitido, de hasta 22 microgramos de plomo por decilitro de sangre, por encima de los 9.9 microgramos de plomo en sangre permitido por la Organización Mundial de la Salud y los 5 microgramos que estable el Centro Nacional para la Información Biotecnológica de Estados Unidos.

 

 

Al año siguiente, en 2016, médicos de Censopas volvieron a Pasco para tomar muestras de sangre a 31 niños, lo que permitió detectar en el laboratorio valores de plomo de hasta 30 microgramos por decilitro de sangre. En arsénico, se encontraron valores de hasta 13.3 microgramos por litro de sangre y en cadmio hasta 4.10 microgramos por litro, lo que supera lo recomendado por el Centro Nacional para la Información Biotecnológica.

Para 2018, si bien en la mayoría de los casos los valores de plomo y cadmio se mantuvieron bajo el límite permitido en 34 niños analizados ese año, de acuerdo con Censopas, los valores de arsénico se dispararon a 40, 70, y en el caso de un niño de tan solo 4 años de edad llegó hasta 120 microgramos de arsénico por litro de sangre: 900% más de lo permitido.

 

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Niños con niveles elevados de plomo y arsénico en la sangre. Fuente: Informe N° 045 - 2018-DENOT-DGIESP/MINSA, informe ampliado que sustenta el alejamiento o reubicación de los niños procedentes de Pasco y atendidos en el Instituto Nacional de Salud del Niño.

 

A raíz de estos resultados, la Dirección General de Intervenciones Estratégicas del Ministerio de Salud recomendó “eliminar o controlar eficazmente” las fuentes de exposición de estos metales pesados, o en su defecto, alejar a las familias del distrito Simón Bolívar de Cerro de Pasco de las fuentes contaminantes. En febrero de 2019 se transfirió 3 millones 570 mil soles (1 millón 75 mil 301 dólares) al Ministerio de Vivienda para cubrir los 105 mil soles (31 mil 626 dólares) para el traslado y reubicación por familia.

Pero este mismo informe del Ministerio de Salud no identifica cuáles son las fuentes contaminantes a pesar que es una demanda reiterada de los pobladores de Pasco. El documento solo menciona que “entre las principales fuentes de contaminación ambiental destacan la explotación minera, la metalurgia, las actividades de fabricación y reciclaje”, sin mencionar los nombres de las compañías que operan en la zona cerca de la población.

Censopas, que depende del Ministerio de Salud, es la institución encargada de definir la fuente de contaminación que afecta la salud de los pobladores, mientras que la Dirección General de Salud Ambiental (DIGESA), el Ministerio del Ambiente y el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) son los encargados de identificar el impacto ambiental en ríos, agua, aire y suelos, enfatiza el médico toxicólogo Hugo Villa.

 

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Tajo de Paragsha, donde está el proyecto minero Volcan. Al lado, en los distritos Simón Bolivar y Yanacancha de Pasco, viven las familias que se reubicarán según recomendación del Ministerio de Salud

 

Las familias afectadas por la contaminación en Cerro de Pasco viven en los distritos Simón Bolívar y Yanacancha, aledaños al proyecto minero Paragsha de la empresa de capitales peruanos Volcan, que extrae zinc, plomo y plata. Es la compañía minera con mayor número de infracciones ambientales en la última década, según el registro de sanciones del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA). Convoca.pe se comunicó con el área de prensa de la compañía, pero no hubo respuesta.

El silencio y la ineficacia estatal acrecientan el temor de Yeni por el futuro de su hijo Deyvit, a quien observa jugar sobre el césped sintético. “Yo quisiera que el Estado nos apoye”, dice.

El 28 de febrero de 2018, el Ministerio de Salud se comprometió a gestionar la atención inmediata de los niños afectados por metales pesados de Pasco, pero Yeni Huamán asegura que en la actualidad solo coordina con el Ministerio de Vivienda por temas referidos a la reubicación de su vivienda.

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En el 2017 decenas de familias, incluido niños, participaron de la llamada "Marcha del sacrificio" en protesta por los efectos del plomo en la salud de la población. - Foto: Difusión

 

Mientras tanto, Yeni y Deyvit se las arreglan para viajar a Lima al menos dos veces al mes en busca de respuestas. Cuando los entrevistamos en agosto último, los encontramos en la sala de la inmobiliaria D. H. Mont de Comas, con un joven del Ministerio de Vivienda, que la acompañaba para escoger el departamento donde se mudaría con su hijo. Pero hasta el cierre de este reportaje, Yeni continuaba viviendo en Pasco, sin novedad sobre su nuevo hogar.

—Yo quisiera que hagan estudios, para poder salvar a nuestros niños —pide Yeni con ojos vencidos, mientras Deyvit llega a sus brazos cansado de tanto correr en el césped sintético de la inmobiliaria D. H. Mont en Comas.

Afuera, en los edificios y condominios de la avenida Micael Bastidas de Comas, se alistan miles de departamentos nuevos, desde 50 metros cuadrados y amoblados. Yeni Huamán y otras 33 familias afectadas por la contaminación de metales en Pasco podrán mudarse a esos edificios para alejarse de la contaminación por metales. Sin embargo, como sucede con otros afectados de 21 regiones del Perú, aún están lejos de encontrar respuestas, un tratamiento o control definitivo para aliviar los males de los metales tóxicos.

 

Capitulo I. El presupuesto de la indiferencia