El gobierno peruano solo ha erradicado 1,050 hectáreas ilegales de hoja de coca en lo que va de este año, de acuerdo con la Empresa Nacional de la Coca (Enaco). Especialistas advierten que dicha cifra representa un retroceso de casi dos años en la lucha antidrogas, pues entre 2015 y 2019, la erradicación anual superaba las 25 mil hectáreas. Ante el reinicio de los operativos para erradicar los sembríos ilícitos, los gremios de cocaleros de la selva central alistan movilizaciones de protesta.

Las restricciones por la pandemia del Covid-19 obligaron al gobierno a paralizar la erradicación de sembríos ilegales de hoja de coca en el Perú, sin embargo, este año no hay excusa para que las autoridades dispongan la reducción de cultivos en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro, VRAEM que, en su mayoría, sirven al narcotráfico como insumo para la elaboración de cocaína.

En 2020, el Proyecto Especial de Control y Reducción de Cultivos Ilegales en el Alto Huallaga (Corah), del Ministerio del Interior, con el apoyo de la Policía Nacional, erradicó 6 272.80 hectáreas de hoja de coca ilegal, en Huánuco, San Martín y Ucayali. Entre las localidades intervenidas figuran Aguaytía, Ciudad Constitución, Pucallpa, Santa Lucía y Tingo María.

En lo que va del año, el gobierno solo ha erradicado 1 050 hectáreas, advirtió Rubén Vargas, presidente de la Empresa Nacional de la Coca (Enaco) ex titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida) y ex ministro del Interior.

Foto: Difusión​El Proyecto Especial Corah, dependiente del Ministerio del Interior, erradicó 6272 hectáreas de hoja de coca en 2020. 

 

Luego de recibir la vacuna contra el Covid-19, el personal del proyecto Corah y los policías de la Dirección Nacional Antidrogas, Dirandro, retomaron este año la erradicación de los cultivos ilegales. Sin embargo, han sido víctimas de la reacción adversa de los campesinos cocaleros.

El pasado 13 de octubre, productores de hoja de coca del distrito de San Gabán, en Puno, agredieron a los erradicadores, apedrearon sus vehículos y los amenazaron. Hubo alrededor de 400 manifestantes concentrados en el centro poblado Loromayo, en el límite con la localidad de Mazuco, en Madre de Dios.

Tras los incidentes, el presidente de Enaco, Rubén Vargas, dijo a Convoca.pe que se suspendió la erradicación de los cultivos de coca en Puno. “Este año se ha decidido suspender la erradicación de cultivos de hojas de coca en zonas del VRAEM y Puno. Se está erradicando solo de manera formal, pero en zonas donde no tiene mayor relevancia la lucha contra la droga", señaló.

Rubén Vargas advirtió que, al no ponerse en agenda la erradicación de hoja de coca con fines ilícitos, el  2022 y 2023, el Perú superaría las 100 mil hectáreas de cultivos de coca ilegales, cifra mayor a la registrada en la década de los 80 y comienzos de los 90, cuando el valle del Alto Huallaga era el centro mundial de la producción de coca para el narcotráfico.

Para tener una idea de la producción de los cultivos ilícitos de coca, la Casa Blanca de Estados Unidos reportó que, en 2020, estos sembríos ilícitos alcanzaron las 88 200 hectáreas en el Perú.

En el Perú, el 90% de la producción de cultivos de hoja coca es utilizada y destinada para la elaboración de cocaína, según la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), encargada de diseñar y conducir la Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas.

Según Pedro Yaranga, analista en temas de narcotráfico, esta cifra de cultivos ilícitos representa un retroceso en la lucha contra las drogas. “Estamos en más de 88 mil hectáreas y eso es tremendo, ante tanto descuido (…) De las 88 200 hectáreas, el 90 % es para el narcotráfico y tan solo el 10% para consumo tradicional y/o la industrialización a cargo de Enaco”, explicó.

 

 

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Según la Casa Blanca, Colombia y Perú baten récords en cultivos de usos ilícitos y producción potencial para cocaína. Foto: Difusión

 

Los cocaleros del valle San Gabán, en Puno, alistan una movilización que busca paralizar la erradicación de cultivos de hoja de coca, informó a Convoca.pe su presidente del gremio, Pedro Toledo Quispe.

El dirigente Pedro Toledo recordó que, hace una semana, se instaló un equipo del proyecto Corah en el distrito de San Gabán, una de las mayores zonas de cultivos ilícitos que acechan a las áreas protegidas, como el Parque Nacional Bahuaja Sonene. “Llegó el Corah, con todo su personal, a la parte baja de San Gabán. Ya habían empezado a erradicar. Esa es la razón para que la población reclame sus derechos”, declaró.

Para revertir esta situación, es clave seguir complementando acciones de erradicación con el fortalecimiento de los programas de sustitución de cultivos, según el exministro Rubén Vargas.

El reto es que funcionen los programas de cultivos alternativos, para que los campesinos no regresen a los cultivos de hoja de coca, opinó el analista Pedro Yaranga.

“Los cocaleros saben que continuar con la droga es contaminar el medio ambiente y la mejor opción es apostar por otros cultivos, más estables y sostenibles, como el cacao y el café”, agregó Yaranga.

 

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Alrededor de 88 comunidades nativas, que representan el 46% del total en el Vraem, forman parte de la Estrategia Vraem 2021 de Devida. Foto: Difusión

 

Como representante del movimiento cocalero de San Gabán, Pedro Toledo dijo que es necesario invertir adecuadamente en el desarrollo de capacidades de los campesinos cocaleros y brindar el apoyo técnico para insertarlos en el mercado productivo. “La maleza en la selva crece rápido y, ahora, para el mantenimiento, lo que sostiene a la población es la coca”, afirmó.

El sueño del gobierno de Pedro Castillo de industrializar la hoja de coca es considerado inviable por el jefe de Enaco, Rubén Vargas, porque no se puede competir con el narcotráfico, por los precios que paga para el procesamiento de este cultivo.

Además, según el experto Pedro Yaranga, las plantaciones de coca en el país están contaminadas por los agroquímicos, que atentan contra el medio ambiente, lo que las hace no aptas para el consumo humano, a excepción de la que se siembran en el sector de Quillabamba, en Cusco, que industrializa Enaco.