De las siete regiones que seguirán en cuarentena a partir del miércoles, Ica es la que tiene más fallecidos por la pandemia: 464. La región del sur del Perú registra la mayor tasa de letalidad del país: 6.5%. Es decir, de cada 100 infectados, seis mueren. Más de dos veces el porcentaje de Lima, la capital peruana, que es 2.8%. En Grocio Prado, uno de los distritos iqueños, la letalidad llega al 21.5%. En este barrio conocido por la religiosa Melchorita Saravia uno de cada cinco contagiados fallece. ¿Por qué en esta región la muerte por coronavirus se expande con más facilidad? Conoce las posibles razones en este reportaje de Convoca.pe.

 

A las 6 y 30 de la tarde del jueves 18 de junio pasado, el gobernador regional de Ica, Javier Gallegos Barrientos, reunió a un grupo de ciudadanos que habían dado positivo al virus SARS-CoV-2 para entregarles lo que presentó como la solución a sus problemas: gotas de ivermectina. Este medicamento usado para combatir parásitos intestinales ha sido autorizado con cautela por el Ministerio de Salud para manejar casos leves de COVID-19. “Los médicos tratantes podrán indicar el tratamiento en base a una evaluación individual del caso, previo consentimiento informado [del paciente], debiendo realizar un monitoreo estricto de los eventos adversos”, dispuso la Resolución Ministerial 375-2020-Minsa. Pero aquel día en la plaza principal del distrito Pueblo Nuevo, en la ciudad de Ica, Gallegos olvidó que era ingeniero civil y no médico, y se puso a recetar a la gente.

“¿Cuánto pesa usted?”, le preguntó a una mujer que estaba sentada en una de las sillas plásticas repartidas en el centro de la plaza. Otras personas asintomáticas esperaban en sus sitios el bendito frasco. “Cuarenta y cinco”, respondió la paciente. “Entonces, tiene que tomar 45 gotitas, ¿ya? Una gota por [kilogramo de] peso”, retrucó el gobernador. Efectivamente, esa es la dosis sugerida por el gobierno central, pero como parte de una consulta médica previa en un establecimiento de salud. Minutos atrás, con la seguridad de un especialista en enfermedades infecciosas, Gallegos había dicho: “Este medicamento es antiviral. ¿Qué quiere decir? Cualquier virus, cualquier bacteria, que tengan en su organismo lo limpia”. Luego de prescribir ivermectina al vuelo, le dio un frasco verde a cada infectado. Toda la escena fue transmitida en vivo por la página oficial de Facebook del gobierno regional.

 

 

No fue la única vez que un funcionario repartió ivermectina sin prescripción. En otras oportunidades lo han hecho miembros de la Dirección Regional de Salud (Diresa) de Ica, como el director de Salud Ambiental, el enfermero Richard Sifuentes Saravia, quien se ha presentado ante la población disfrazado de un superhéroe creado para la ocasión llamado “SupermataCovid”. De mameluco amarillo, capa roja y antenas de vinil, este personaje —ha dicho el gobernador— pretende “alegrar a los pacientes, porque cuando salen de sus casas lo hacen deprimidos, tristes, asustados”. El problema es que “SupermataCovid” tiene también el poder de recetar a discreción.

“La ivermectina no es para prevenir ni para proteger, es para iniciar un tratamiento con resultados probables. Como efectos secundarios puede producir náuseas, vómitos, convulsiones y somnolencia, si uno está solo hasta se puede golpear la cabeza y tener un accidente cerebrovascular. Por eso la debe prescribir un médico”, explica el cirujano Alejandro Aguirre Garcés, presidente del cuerpo médico del Hospital Regional de Ica.

Incluso, la Organización Panamericana de Salud ha desaconsejado el uso de ivermectina para tratar el coronavirus porque no hay evidencia científica de su beneficio.

 

Menos especialistas, más decesos

Además de superhéroes que levanten el ánimo, Ica necesita una estrategia de salud que evite las muertes por COVID-19. Según el Ministerio de Salud (Minsa), es la región con la mayor tasa de letalidad del país: 6.5%. Esto significa que, de cada 100 infectados, seis han fallecido. De los 7,121 iqueños que han tenido el virus, 464 han muerto. En Lima, la letalidad es de 2.8%, dos veces menos. Y a nivel nacional, es de 3.3%. ¿Por qué en esta región los contagiados han corrido la peor suerte? Los especialistas esbozan algunas hipótesis.

 

 

Una primera explicación es lo que está ocurriendo en la Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), esos espacios para pacientes críticos que ya han desarrollado las afecciones respiratorias severas propias del COVID-19 y necesitan estar conectados a un ventilador mecánico. Es un ambiente de manejo especializado que debe estar a cargo de un médico intensivista, asistido por un enfermero. Según la sala situacional de la Diresa de Ica, desde que empezó la pandemia, 41 pacientes con coronavirus han llegado a estas áreas en toda la región. De estos, 36 han fallecido. Sólo cinco se han recuperado. Es decir, el 87.8% no sobrevivió al tratamiento. “Las estadísticas en el mundo hablan de que en UCI, en promedio, un 50% fallece y un 50% se recupera. Nuestra tasa es muy alta”, reconoce el neumólogo Julio Torres Chang, magíster en salud pública y decano en Ica del Colegio Médico del Perú.

Desde que empezó la pandemia, 41 pacientes con coronavirus han llegado a Unidades de Cuidados Intensivos en toda la región. De estos, 36 han fallecido. Sólo cinco se han recuperado.

En el Hospital San José, de Chincha, a cargo del Minsa, los seis contagiados que entraron a recibir ventilación mecánica murieron. Lo mismo, en el Hospital EsSalud René Toche Groppo, de la misma provincia: cuatro pacientes ingresaron y todos fallecieron. Es una tasa del 100%. ¿Qué puede estar fallando? Torres asegura que en Chincha la mayor parte de los médicos que operan los ventiladores mecánicos recién han sido entrenados para esta tarea.

Debido a la falta de intensivistas en la región, médicos de otras especialidades como la medicina interna (que trata de forma integral a los adultos enfermos sin recurrir a la cirugía), la cardiología o la anestesiología han asumido estas funciones. “Si yo coloco a un paciente en un ventilador y no sé manejar muy bien la máquina, obviamente que puede aumentar mucho la mortalidad”, advierte el médico neumólogo.

Se calcula que en Ica solo hay alrededor de 20 intensivistas. Y debido a que algunos de ellos enfrentan factores de riesgo, como edad avanzada o cuadros de diabetes o hipertensión, han pedido licencia para protegerse del virus. Por eso en el Hospital EsSalud Félix Torrealva, ubicado en la capital de la región, han tenido que echar mano de los especialistas en medicina interna. “Ahí han armado con médicos internistas las Unidades de Cuidados Intensivos”, relata Torres. En dicho nosocomio, donde ha habido nueve pacientes con ventilación mecánica, ocho han fallecido, de acuerdo con las cifras de la Diresa. Una tasa del 88.9%.

 

Atención primaria, en segundo plano

Mientras esto ocurre en las UCI, afuera, en las áreas de hospitalización de los establecimientos de salud, decenas de pacientes esperan su turno para acceder a un respirador artificial. Según la Diresa, sólo 41 de los 1,458 pacientes con coronavirus que están hospitalizados han pasado a la UCI, es decir el 2.8%. El neumólogo Julio Torres lo dice sin anestesia: “Muchos pacientes han muerto por falta de oxígeno”. En el Hospital Regional de Ica, uno de los más equipados de la región, sólo hay seis ventiladores, por lo que han tenido que adaptar máscaras de snorkel o buceo profesional para los cerca de 70 pacientes COVID-19 que están internados con problemas respiratorios.

¿Por qué los hospitales están desbordados en Ica? Según el doctor Alejandro Aguirre, porque se ha descuidado la primera línea de atención en las pequeñas postas y centros de salud, lo que se conoce como atención primaria. El tratamiento del COVID-19, asegura, no debió empezar en los grandes nosocomios, sino en los establecimientos de salud de los distritos que pudieron identificar los casos positivos y hacerles seguimiento. Pero cuando empezó la pandemia las pruebas para detectar el virus se centralizaron en los hospitales, por lo que las postas y centros de salud se convirtieron en simples triajes que derivaban a los sospechosos de tener el virus a los grandes nosocomios, que empezaron a saturarse y, por ende, llevar al límite su capacidad en las UCI. Esta sería una segunda explicación para la alta tasa de letalidad de la región.

 

mercado Ica
En mayo cerraron temporalmente el Mercado Modelo de Ica porque no cumplía las medidas sanitarias mínimas. Foto: LaLupa.pe

 

“Ha habido una falta de estrategia en la atención primaria. Se ha dado prioridad a la preparación hospitalaria”, reconoce el representante de los médicos del Hospital Regional de Ica. Y esto se hizo siguiendo las disposiciones que daba el Minsa desde Lima. Recién a inicios de junio, cuando el ministerio encabezado por Víctor Zamora optó por fortalecer las postas y centros de salud, el Comando COVID-19 de la región, liderado por el gobernador regional Javier Gallegos, dio luz verde a estos pequeños establecimientos para tratar la enfermedad. Ya era tarde. El cerco epidemiológico que se pudo haber hecho a los primeros infectados, aislándolos en sus viviendas o en centros de aislamiento temporal administrados por las autoridades sanitarias, era más difícil.

Julio Torres recuerda que algunas regiones del país, a contrapelo de lo dispuesto por el gobierno central, priorizaron el trabajo en sus redes primarias y hoy tienen cifras moderadas de contagios. Menciona a Tacna y Huancavelica. La primera muestra una tasa de letalidad de 0.9%: sólo ocho de sus 876 infectados han muerto. Y la segunda tiene una letalidad de 1.2%: sólo 11 de sus 881 casos positivos han terminado en decesos.

 

Automedicación de alto riesgo

Una tercera explicación que se le podría dar a la situación en Ica, una de las siete regiones en las que la enfermedad sigue creciendo, es la idiosincrasia de los infectados. Muchos, a pesar de haber tenido síntomas, no buscaron ayuda profesional confiados en que sería suficiente con automedicarse ayudados por un boticario. Así, pastillas como la azitromicina y la aspirina volaron de los anaqueles de las farmacias por la alta demanda. Y cuando acudieron a un hospital con graves problemas respiratorios, los médicos tuvieron ya poco margen de maniobra. Esto se vio, por ejemplo, en el distrito de Grocio Prado, en Chincha, donde la tasa de letalidad ha llegado a un escalofriante 21.5%. Es decir, de cada 100 contagiados, 21 han fallecido.

“Hay un montón de medicamentos que la gente toma por desesperación”, cuenta a Convoca.pe una mujer que trabaja como voluntaria en la posta médica de Grocio Prado. Y añade: “Algunos han muerto porque se han quedado en sus casas, no han ido tempranamente a un centro de salud. Algunos tenían temor a ser discriminados, sentían vergüenza de tener los síntomas. La gente ha ido al hospital luego de más de dos semanas cuando se ha sentido demasiado mal”.

“Hay un montón de medicamentos que la gente toma por desesperación”, cuenta a Convoca.pe una mujer que trabaja como voluntaria en la posta médica de Grocio Prado. Y añade: “Algunos han muerto porque se han quedado en sus casas".

Y en vez de combatir la automedicación, las autoridades regionales han repartido ivermectina a granel, recomendando en calles y plazas que la tomen todos quienes sean positivos y para los que residan con ellos en el mismo domicilio. “Esto van a tomar todos en casa y, si algún familiar tiene los síntomas, pueden darle”, les dijo a un grupo de vecinos de Pueblo Nuevo, en Chincha, el director regional de salud, Marcos Cabrera Pimentel, el miércoles 17 de junio pasado. A pesar de ser cirujano y especialista en medicina familiar y comunitaria, este funcionario olvidó que el acto médico debe ser individual y privado.

A continuación, un video en el que Cabrera, de mascarilla blanca, y el gobernador Gallegos, de mascarilla celeste, junto a "SupermataCovid", distribuyeron gotas del antiparasitario en la zona de Puente Blanco, en el Cercado de Ica, el 15 de junio último.

 

 

“La gente, si no logró recibir la ivermectina del gobierno regional, va y la busca en la farmacia, o va y consigue una ivermectina de uso veterinario. La gente se automedica y, al estar automedicada, se confía y sale a la calle”, remarca el presidente del cuerpo médico del Hospital Regional de Ica. ¿Por qué la Diresa reparte este antiparasitario sin receta? Para saberlo Convoca.pe solicitó una entrevista con Cabrera, pero hasta el cierre de esta edición no obtuvo respuesta.

 

Onda expansiva viral

Otras explicaciones que dan los especialistas para la alta tasa de letalidad en Ica son su cercanía con el centro de la epidemia en el país, Lima, dado el alto flujo de viajeros que hay entre ambas regiones, así como la edad avanzada de la población, factor de riesgo del COVID-19. “Uno de los factores asociados a la letalidad es la proporción de población mayor de 60 años”, recuerda el médico Luis Suárez Ognio, exdirector general de epidemiología del Minsa e iqueño de nacimiento. Pero las estadísticas no muestran una presencia de adultos mayores superior a la de otras regiones. De acuerdo con el último censo de 2017, el 11.6% de los habitantes de Ica tiene más de 60 años de edad. Está por debajo del promedio nacional, que es de 11.9%.

 

bus a Ica
El constante flujo de viajes entre Lima e Ica es uno de los factores que podría explicar la expansión del virus. Foto: Difusión

 

En cuanto a la posibilidad de que otro factor de riesgo para el COVID-19 —como la diabetes, la hipertensión o la obesidad— haya influido en la alta letalidad de la región de forma considerable, hay opiniones divididas. Mientras el cirujano Alejandro Aguirre cree que sí ha tenido un peso importante, el neumólogo Julio Torres piensa no. Y pide observar la cantidad de pacientes con estas enfermedades adicionales que son hospitalizados por coronavirus: 118 de 1,458, según la Sala situacional de la Diresa. Es decir, sólo el 8.1% de los que llegan a un hospital porque el virus ya invadió sus pulmones tiene diabetes, hipertensión u obsesidad. “La comorbilidad (enfermedades asociadas) no explicaría que haya una alta tasa de letalidad”, concluye el decano del Colegio Médico del Perú en Ica.

La atención se centra, entonces, en la saturación de las UCI en los hospitales, la debilidad de las postas y centros de salud, y la automedicación de los pobladores. Ica, que todavía es la sexta región del país en número de fallecidos (tiene 464, lejos de los 4,320 de Lima), todavía está a tiempo de cambiar su rumbo. No basta con disfrazar a un funcionario de “SupermataCovid” para levantarle el ánimo a los contagiados: se necesita una estrategia integral de salud pública.